“La agenda de los adolescentes tiene como temas centrales la sexualidad, el género y la despenalización de la marihuana. Ellos solos traen los temas al aula. Pueden reclamar su tratamiento de manera más orgánica, con movilizaciones, o más informal y espontánea, pero es una demanda constante”, dijo a este diario Manuel Becerra, docente del Colegio Nº2 Domingo Faustino Sarmiento. Becerra explicó que la implementación de la ESI es muy dispar en los diferentes colegios porque el Estado no la impulsa; por eso depende, entonces, de la iniciativa de docentes y directivos de cada establecimiento. En muchos colegios son las alumnas y alumnos los que toman la iniciativa, como los alumnos del Colegio Julio Cortázar, que llevan adelante la experiencia del área de género del Centro de Estudiantes, dividido en espacio de mujeres y de varones. Otro tanto, sucede, por ejemplo, en el Colegio 17 Primera Junta, donde estudiantes de distintos años están trabajando en el proyecto audiovisual que presentarán al fin de las clases en el marco del programa Jóvenes y Memoria sobre violencia de género.

A principios de octubre, Becerra y otras dos docentes del Sarmiento llevaron a los alumnos de 4º año a ver una versión del mito de Antígona en el Teatro El Tinglado. Uno de los conflictos centrales de la obra es la tensión entre la ley de Dios y las leyes humanas. Como profesor de historia, Becerra aprovechó este tema para hablar en clase sobre las leyes en diferentes épocas; sobre las prohibiciones, sobre lo justo y lo injusto. Cuando preguntó a los alumnos qué cosas creían que actualmente estaban injustamente prohibidas, todo el curso coincidió en dos temas: el consumo de marihuana y el aborto. 

“La demanda por parte de los estudiantes sobre estas cuestiones es constante. Lo que tiene que hacer la escuela como institución es ponerle un marco y poder discutir en las aulas los temas que para ellos son urgentes”, sostuvo Becerra. En el Sarmiento, contó el profesor, docentes y directivos decidieron tomar la educación sexual y los temas de género como política educativa del establecimiento. Esto implica, además de organizar actividades para abordarlos, “un trabajo cotidiano, debido a que son cuestiones que atraviesan día a día la vida de todos y en particular de los adolescentes”. “A esa edad y en el secundario es en donde esos temas estallan por el cambio que experimentan los chicos durante la adolescencia. Va más allá de la clase social, del barrio en donde viven, de si la escuela es pública o privada”, agregó Becerra. 

La semana pasada, en la escuela se realizaron jornadas sobre educación sexual. Entre las actividades, Becerra mencionó distintos juegos que tenían como objetivo poder hablar con los chicos temas que en general resultan incómodos. “Uno de los juegos se llamaba escaleras y toboganes. Era un circuito con casilleros que tenían actividades para hacer como, por ejemplo, dramatizar una escena: ‘le tengo que decir a mi papa que soy homosexual’, o ‘le tengo que decir que se me salió el preservativo’”, detalló (foto). En otro casillero, “tenían que hacer listas con nombres con los que se conocen a los genitales femeninos, dibujar diferentes escenas o responder una pregunta, alrededor de la cual ser armaba un debate”.

En el Colegio Julio Cortázar, del barrio de Flores, son los alumnos quienes impulsan actividades sobre educación sexual. “Muchos colegios dedican cinco jornadas al año para trabajar sobre la ESI. A nosotros desde la dirección nos dan solamente un módulo para trabajar durante una hora y media”, contó Milena, alumna de 3º año. “Los que siempre terminamos poniéndonos al hombro las jornadas de ESI y de género somos los estudiantes, la comisión de género, porque muchas veces estas cuestiones se dan sin entenderlas bien por parte de los docentes, sin una perspectiva de género”, apuntó.

Milena remarcó que el área de género del Centro de Estudiantes del Cortázar está dividido en dos grupos. “Llamamos a que se abriera el espacio de mujeres porque muchas veces en la comisión de género era muy difícil hablar sobre ciertas cosas y sentirse contenida, porque también había varones”, señaló. “Nosotras en el espacio de mujeres podemos hablar un montón de cosas; se han acercado compañeras a contar casos de abusos, cuestiones familiares con respecto al género o a la diversidad sexual”, añadió. Mateo, de 15 años, explicó que el espacio de varones “se creó a partir de la necesidad de discutir y pensar prácticas que llevamos a cabo habitualmente y aportan a la construcción del sistema machista desde cosas mínimas, que hacemos como por inercia”.

Los estudiantes del Colegio 17 Primera Junta este año decidieron abordar el tema de género en el marco del programa Jóvenes y Memoria. “Optamos por filmar cuatro cortos y que cada uno trate sobre un problema distinto relacionado con el género”, contó Natalia. “El primero es sobre micromachismo; el segundo habla sobre cómo mucha gente usa la vestimenta para justificar situaciones de abuso; el tercero es de cómo los medios de comunicación se enfocan en las cosas menos importantes de las marchas de NiUnaMenos; y el cuarto es sobre cómo el machismo también afecta a los hombres”, enumeró. 

Informe: Juan Funes.