Juan Cabandié, Guillermo Pérez Roisinblit, Pedro Sandoval Fontana, Sebastián Rosenfeld y Jorge Castro Rubel, sus historias y las historias de sus papás y mamás coincidieron ayer en un escenario que les provoca tristeza y, a la vez, los ayuda a seguir sabiendo quienes son. “Nuestra historia está hecha de detalles”, dirá Castro Rubel, tan nieto recuperado como los otros cuatro; tan hijo de desaparecidos como los otros cuatro; tan bebé nacido en el centro clandestino de tortura y exterminio que funcionó en el casino de oficiales de la ex Escuela de Mecánica de la Armada durante la última dictadura cívico militar como los otros cuatro, a modo de resumen de sus vidas. Ellos fueron los protagonistas de una nueva edición de la Visita de las Cinco a ese lugar, hoy reconvertido en sitio de memoria y museo. 

La presencia de los nietos fue “una manera de homenajear a las Abuelas y solidarizarnos con su trabajo a 40 años de la creación del organismo”, explicó Alejandra Naftal, la directora del sitio de memoria ESMA. “Gracias a Abuelas pude saber mi origen”, destacó Castro Rubel. 

Los cinco varones se entremezclaron con el público que asistió a la visita guiada. Entre ellos había sobrevivientes del centro clandestino y Gonzalo Reggiardo Tolosa, otro nieto recuperado que nació en La Plata. “Vine porque quiero acompañar a quienes siento como hermanos”, comentó. 

Los cinco protagonistas de la visita nacieron ahí y dejaron en claro lo que les cuesta entrar a ese lugar. Cabandié apuntó la necesidad de “saber qué pasó” durante la última dictadura cívico militar “es importante en momentos de negacionismo como los de hoy”. “En momentos en los que se pone en duda lo que nos pasó, es necesario seguir contándolo”, sumó Rosenfeld, quien recordó que los delitos de lesa humanidad “nos sigue pasando y hasta hace dos días le seguía pasando a la nieta 125 que acaba de recuperar Abuelas. Ellas nos enseñan que nos sigue pasando”. Castro Rubel también les agradeció la búsqueda de los nietos y su posibilidad de “conocer su origen” y les dedicó la visita junto a las madres de los cinco por “haber resistido en este espacio de muerte y destrucción”. 

El que más pudo convertir la tristeza en combustible fue Pérez Roisinblit. Visitó varias veces el ex centro clandestino así que lo camina suelto. De tanto en tanto, reunió al público para darle datos, explicarle cosas. Por momentos, fue un guía más. Uno especializado. “Sigo viniendo porque es necesario, porque ayuda a que los nietos no seamos algo abstracto, para que se entienda que lo que nos pasó a nosotros le pasó a toda la sociedad”, explicó.

La visita comenzó por uno de los salones donde desemboca la entrada principal del ex Casino de Oficiales, uno de los espacios de uso exclusivo de los marinos. Mezclados entre la gente, los nietos vieron la introducción audiovisual a la visita guiada que pone en contexto histórico, social, político y económico los hechos el horror que allí tuvo lugar. Sandoval Fontana dejó escapar una carcajada irónica cuando vio una imagen de jerarcas de la Iglesia Católica y la borró cuando se leyó la frase “Terror es no saber de dónde viene el miedo” proyectada en la pared. Recorrió los pasillos de la segunda sala de “contexto” en silencio, prestando atención a cada cartel, a cada explicación. De tanto en tanto, dejaba que su mirada se escapara hacia el techo. Fue su primera visita al lugar donde nació y dónde estuvo secuestrada su mamá, que permanece desaparecida. 

La de Castro Rubel también. Había recorrido el ex Casino cuando estaba en plena construcción el museo. Ayer la compañía de los otros nietos le sirvió de apoyo. “Envidio a Guillermo”, bromeó en el sótano. Fue el único momento en el que se largó a “hablar”: “Tengo más preguntas que respuestas. Me cuesta venir, pero a la vez siempre tuve ganas. Es el lugar donde yo estuve con mi mamá”, resumió. 

Entre las dudas de Castro Rubel figura el lugar donde estaba situada la enfermería dentro del sótano, espacio donde él y Guillermo nacieron. Alfredo Ayala, “Mantecol” en sus días montoneros, uno de los sobrevivientes de la ESMA que presenció la visita de los nietos, los ayudó a ubicarla. También la ex fiscal del tercer juicio que se está desarrollando por los crímenes allí cometidos, Mercedes Soiza Reilly, aportó lo suyo. El relato es colectivo, siempre. 

El tercer piso del casino fue el más movilizador para los nietos. Allí sucedieron varios de los nacimientos de bebés en cautiverio que luego fueron apropiados. En una de ellas, un panel de acrílico muestra el pañuelo que la mamá de Rosenfeld le dejó de recuerdo a la sobreviviente Graciela Daleo, que la acompañó durante su cautiverio, que supo del nacimiento y de la entrega de Sebastián a otra familia y que se lo devolvió al nieto una vez que recuperó su identidad. Pérez Roisinblit se paró en la puerta del cuarto donde estuvo su mamá secuestrada los días antes de que él naciera, un espacio mínimo donde solo entraba un camastro y el techo del edificio, a dos aguas, aprieta el aire. “Es el lugar que más me conecta con mi historia. Imagínense el calor que haría acá en pleno noviembre, imagínense el calor que habrá sentido mi mamá, embarazada a punto de parir”, mencionó, y aprovechó para denunciar que Jorge Magnacco, el genocida obstetra que dirigió la mayoría de los nacimientos en la ESMA, entre ellos el suyo, pidió el beneficio del 2x1 y fue filmado violando su arresto domiciliario.

La visita culminó en el Dorado, el lugar de reunión de los jefes de tareas. Allí, entre risas reparadoras y las sensación de haber superado un desafío, algunos de los nietos dieron un cierre al recorrido. Castro Rubel recordó a Santiago Maldonado y habló por todos: “Todos nos hemos sentido tocados” por su desaparición forzada y el hallazgo de su cuerpo. “La historia se puede volver a repetir”, advirtió. “El peligro es que nos dejemos de hacer preguntas, que nos quedemos con certezas sin hacernos preguntas”, concluyó Rosenfeld.