El Banco Central subió al 27,75 por ciento anual la tasa de interés en operaciones con entidades financieras. Ese ajuste fue otra alteración del nivel de un instrumento clave de la política monetaria, que exige estabilidad para orientar las expectativas de los agentes económicos. Un Banco Central administrado con mínimos criterios de prudencia y profesionalismo no modifica tantas veces el rumbo de la tasa de interés en menos de dos años de gestión. Esos cambios son la manifestación del fracaso oficial en bajar la inflación. No es un resultado inesperado porque la mayoría de los economistas de diferentes vertientes ideológicas afirma que utilizar la tasa de interés para domar los precios en la economía argentina es una decisión equivocada. Lo sorprendente es que el titular de la autoridad monetaria, Federico Sturzenegger, respaldado por el presidente Mauricio Macri hasta convertirlo en el hombre fuerte del área económica, insista con una estrategia que se muestra fallida. No sólo ha incumplido las metas de inflación 2016 y 2017, sino que, en una economía dolarizada y con inercia inflacionaria, Sturzenegger ha arrojado al gobierno de Cambiemos hacia la trampa de la tasa de interés. Cualquier movimiento que los militantes del fundamentalismo ortodoxo del BC realicen de la variable principal de la política monetaria tendrá impacto inflacionario.

A la secuencia de los cinco movimientos de la tasa de interés detallada en esta columna el 16 de abril de este año, se sumó ahora el sexto: 

1. El 15 de diciembre de 2015, el Banco Central subió la tasa de 29 a 38 por ciento anual.

2. El 22 de diciembre de 2015, empezó una reducción gradual. Ese día la fijó en 36 por ciento y después siguió bajándola hasta el 31,1 por ciento el 23 de febrero de 2016.

3. El 1° de marzo de 2016, volvió a subirla al 37 por ciento y el 8 de marzo la colocó en 38 por ciento, nivel que mantuvo hasta el 26 de abril.

4. El 3 de mayo comenzó a bajarla de nuevo. Ese día la marcó en 37,5 por ciento y siguió reduciéndola hasta 24,75 por ciento el 29 de noviembre, rendimiento que se mantuvo hasta el 10 de abril de este año.

5. El 11 de abril anunció una nueva suba de la tasa al definirla en 26,25 por ciento anual.

6. El último movimiento, por ahora, fue el 24 de octubre, cuando la tasa de pases fue ajustada en 150 puntos básicos, para ubicarse en 27,75 por ciento anual.

Metas de inflación 

El Banco Central también impulsó la suba de la tasa de interés en las operaciones de Lebac en el mercado secundario hasta el 28 por ciento anual, a la vez que modificó la forma de computar los encajes (el dinero que los bancos deben inmovilizar) para alentar una suba de la tasa de los depósitos y los créditos. Es una reafirmación de la estrategia de utilizar la tasa para bajar la inflación. 

La autoridad monetaria ha definido que su gestión será guiada por las metas de inflación. Es el marco conceptual de la ortodoxia que se caracteriza por anunciar oficialmente cuál es el objetivo para uno o varios períodos consecutivos, indicando que una inflación baja y estable es el fin primordial de la política monetaria. Define teórica e ideológica que la inflación es un fenómeno exclusivamente monetario. Cuando aparecen desvíos en la meta predeterminada, el Banco Central tiene que intervenir modificando la tasa de interés. De ese modo pretende actuar sobre la demanda agregada para aliviar la presión sobre los precios, afectando la oferta monetaria al restringir la cantidad de dinero en circulación. La absorción de ese dinero es realizado mediante las Lebac a una tasa elevada. Esos rendimientos atractivos derivan en que las colocaciones especulativas en pesos vayan ganando espacio en la decisión de los inversores, incluyendo al pequeño y mediano ahorrista en plazos fijos que mudan su dinero a las Lebac. 

La política monetaria queda limitada de esa manera a cumplir un objetivo excluyente (la inflación) sin importar el costo económico en términos de endeudamiento, empleo y actividad. El Banco Central cerrará su segundo año consecutivo fallando con su meta de inflación: en 2016, los límites inferior y superior eran de 20 y 25 por ciento, y los aumentos de precios promedio fueron 41 por ciento, y en 2017 el rango establecido fue de 12 a 17 por ciento, y la inflación se ubicará cerca del 24 por ciento. 

Las diferencias entre las metas y la realidad son más que desvíos. Muestran la inconsistencia teórica y práctica del ejercicio de una política monetaria ortodoxa. Para el año próximo, la proyección de inflación planteada por el Central es de 8 al 12 por ciento. La mayoría de las consultoras de la city estima que alcanzar esa meta será más difícil que correr descalzos guanacos. 

Preguntas

¿No cumplir con las metas de inflación impacta negativamente en la reputación del Banco Central?

-Establecer metas de inflación imposibles de alcanzar debería afectar su credibilidad. Este es uno de los principales postulados de esa estrategia monetaria. Pero la conducción del BC pudo hasta el momento eludir los cuestionamientos.

¿Por qué los desvíos groseros entre las metas fijadas por el Banco Central y los índices de inflación de 2016 y 2017 no debilitan la gestión de Struzenegger?

-Por dos razones: 

1. Al fijar una tasa de interés elevada está regalando inmensas ganancias especulativas al mundo de las finanzas. Bancos y grandes inversores no van a frustrar el festín especulativo criticando las manos que les dan de comer un banquete. 

2. Definir metas de inflación irrealistas por ser tan bajas orienta la negociación paritaria también a la baja. El establishment y sus consultores bien pagados no cuestionarán una política que es funcional para reducir el salario real de los trabajadores. Así fue en 2016, con una caída del 6 al 8 por ciento, según diferentes estudios privados, y habrá que esperar la evaluación final de este año para determinar cómo quedará el salario real, teniendo en cuenta el shock inflacionario que el gobierno ha empezado a implementar en el último trimestre.

La inflación no baja, el salario real se ha deteriorado, el patrimonio de la entidad monetaria se debilita y la especulación financiera se expande. ¿Por qué el Banco Central insiste con la estrategia de subir la tasa de interés?

-Porque las anteojeras ideológicas de la ortodoxia le señala que es el único camino para reducir la inflación, puesto que considera que enfrenta un fenómeno exclusivamente monetario. Sin embargo, así sólo fomenta la especulación con el festival de las Lebac, afectando la inversión productiva y, por lo tanto, el empleo y la actividad en general. Además provoca un incremento del déficit de sus cuentas por los mayores pagos de intereses derivados del endeudamiento con las Lebac. 

¿Qué otro motivo no explicitado tiene el BC para subir la tasa de interés?

-Para controlar el tipo de cambio. Es un objetivo que lo ha conseguido a un costo altísimo con la renta fabulosa entregada por las Lebac porque ha motivado de ese modo un fuerte ingreso de dólares, billetes que sirven para evitar un salto de la paridad al tiempo que mantiene tranquilas a la fieras dolarizadoras. 

Aquí aparece la trampa de la tasa de interés: 

¿Qué pasaría si baja la tasa de interés?

-En la lógica monetarista, subiría la inflación. Aunque no fuera así, y ha quedado en evidencia en 22 meses del gobierno de Macri que la suba de precios no responde exclusivamente a un fenómeno monetario, los agentes económicos reaccionarían en ese sentido.

¿Cuál es el riesgo principal de la baja de la tasa de interés? 

-La disminución de la renta especulativa en pesos en un contexto inflacionario sería la orden de largada para comprar dólares en una intensidad aún mayor que la que existe ahora. Esa mayor presión en el mercado cambiario derivaría en un salto de la paridad. Se sabe que las devaluaciones en la economía argentina tienen impacto inflacionario.

La trampa de la tasa de interés es visible. Definir tasas elevadas para bajar la inflación y controlar a la vez el tipo de cambio tiene el siguiente saldo: no logra domar a los precios, alimenta una inmensa bicicleta financiera y acumula cada vez mayor presión en el mercado cambiario. Y si la tasa disminuyera, el efecto sería un shock inflacionario por la disparada del tipo de de cambio. 

Con esta ruinosa política monetaria, para la economía porque no sirve para domar la inflación y para las finanzas del Banco Central porque el déficit cuasi fiscal es explosivo, Sturzenegger y su equipo pueden estar tranquilos porque su tránsito en un área económica sensible será recordado.

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