Norah Jones sólo quiere divertirse. De hecho, utiliza la palabra "diversión" 28 veces a lo largo de nuestra entrevista (sí, las conté). ¿Y quién puede culparla? Uno cree que, si alguien en la música se ha ganado el derecho a relajarse y disfrutar de lo que hace, ésa es Jones. La cantante y compositora de 44 años y voz suave como el terciopelo se convirtió en una veterana de la industria hace más de 20 años, tras irrumpir en escena en 2002 con su exitoso álbum debut Come Away with Me. El disco obtuvo el certificado de diamante, vendió más de 27 millones de copias en todo el mundo y le valió cinco premios Grammy. También catapultó a Jones, que entonces sólo tenía 22 años, de ser una música relativamente desconocida a convertirse en un nombre muy conocido. "Fueron unos años muy locos, una época muy extraña", reflexiona, en lo que de algún modo parece no reflejar del todo la época. "No estaba realmente preparada".

Jones estaba a la vanguardia de una cohorte de artistas solistas del nuevo siglo fáciles de escuchar, que fueron lanzados a la estratosfera por debuts increíblemente populares. Fue un período dominado por O de Damien Rice, Call Off the Search de Katie Melua, No Angel de Dido, Back to Bedlam de James Blunt. Esos discos marcaron una época: fueron la partitura musical de toda una década de cenas, y el telón de fondo sonoro de todas las películas y series de televisión emblemáticas.

Las canciones de Jones aparecen en todo tipo de películas -aunque con cierta palabrita siempre repetida en su título-, desde Sueño de amor hasta Realmente amor y Amor a segunda vista. El suave tañido de la guitarra, la batería y el bajo acústico de "Don't Know Why", junto con la voz íntima de Jones y su piano con toques de jazz, siguen evocando una nostalgia melancólica 22 años después. Para los artistas que protagonizaron este torbellino de fama repentina, fue casi imposible mantener un estrellato tan peculiarmente repentino. "Siento que nunca volví a alcanzar ese nivel de éxito", dice ella. "Pero me parecía bien. Era demasiado estresante".

¿Qué ha hecho desde su apogeo sin precedentes? Come Away with Me fue seguido de tres discos consecutivos que alcanzaron el disco de platino en los siete años siguientes -Feels Like Home, Not Too Late y The Fall-, mientras que la década de 2010 trajo otros tres. Estos últimos álbumes fueron admirados por la crítica, pero ninguno estuvo a la altura de sus éxitos anteriores, aunque ella ha hecho las paces con eso (después de todo, sólo hay un número limitado de bandas sonoras de comedias románticas en las que participar).

El hecho de que los focos brillaran tan cegadoramente sobre ella a una edad tan temprana también moldeó la relación de Jones con la fama (a pesar de que le venía de familia gracias a su difunto padre, el virtuoso del sitar Ravi Shankar). Da la impresión de que le resulta incómoda, incluso desagradable. "Hay que trabajar mucho para ser muy famoso y seguir siéndolo", dice. "No creo que eso sea agradable para mí. Llevo una vida bastante sencilla. Y lo aprecio; no me gustaría que estuviera más expuesta. Eso sería raro".

Cuando Jones saltó a la fama, era una época en la que estrellas del pop como Britney Spears y Christina Aguilera eran acosadas incesantemente por los paparazzi, y la prensa destrozaba cada uno de sus movimientos y atuendos. ¿Quizás esto también haya deformado su idea de la celebridad? "Habría sido horrible", dice sobre estar sometida a ese nivel de escrutinio. "Es tan perjudicial para la gente; me alegro de no haber estado en esa... ¿cómo se dice? ¿Corriente?"

Jones dice que se sintió "protegida" y "arropada" por el equipo que la rodeaba en la cima de su carrera, instalada "en un pequeño rincón de la industria musical que era más de mi agrado". Sin embargo, no se puede evitar pensar que el hecho de estar rodeada de historias de mujeres artistas que no tuvieron tanta suerte la llevó a ser extremadamente cautelosa a la hora de abrirse.

"Dejé de intentar alcanzar el mismo éxito", dice. "Aunque trabajé duro y estaba orgulloso de la música, las estrellas se alinearon de una manera que hizo que Come Away with Me se volviera una locura. No sabía cómo recrear aquello, así que no iba a intentarlo". Para Jones, el concepto de éxito es "raro": hace 500 años se definía como "encontrar comida". Hoy en día, son tus canciones las que escucha la mayoría del mundo angloparlante: "Es algo tan raro, extraño y moderno, que quizá sea un poco antinatural".

Su vida privada es sagrada y en gran medida está fuera de los límites; aunque Jones menciona de pasada a los dos hijos, de 10 y 7 años, que tiene con su marido, el tecladista Pete Remm, instintivamente sé que no debo pedirle más detalles. (Como me han dicho de antemano que no pregunte sobre su vida familiar o personal, me mantengo al margen de su anterior relación duradera con el bajista Lee Alexander en la cúspide de su fama, además de la reconciliación con su padre tras un largo período de distanciamiento).

Un ejemplo: durante nuestra charla por Zoom, Jones mantiene la cámara firmemente apagada. Aunque disfruto escuchando el suave timbre de su voz, agradable al oído incluso cuando simplemente habla, lamento el hecho de no poder ver sus expresiones faciales o esos grandes ojos castaños como palomas que se iluminan cuando habla de su nuevo álbum, Visions. Pero entiendo por qué se siente tan protegida. En la cima de su éxito, perdió la alegría de hacer música.

"Hubo un tiempo en el que estábamos muy ocupados haciendo entrevistas y yo no me divertía tocando música, porque cuando llegaba al programa estaba demasiado cansada", recuerda. "Y recuerdo un momento en el que me dije: 'Bueno, ¿qué estoy haciendo si este papel no es divertido? ¿Qué pasa aquí?' Definitivamente me quedé con eso como marcador: que sea divertido. La música debe ser divertida".

Aunque a Jones le gusta "divertirse", me pregunto si se divierte hablando conmigo. Aunque nunca se niega a responder una pregunta, sus respuestas se describirían mejor como "cautelosas". Cuando le pregunto con qué artista le gustaría trabajar, dice que "hay un montón de gente", pero se niega a dar nombres; cuando le pregunto qué carrera le habría gustado si no se hubiera dedicado a la música, responde que "ni idea".

Por eso, durante mucho tiempo, Jones se sintió reacia a utilizar las redes sociales: "No es natural en mí conectarme a Internet, y publicar mis pensamientos sobre el día o lo que está ocurriendo; no es así como me siento cómoda estando ahí fuera en el mundo", dice. Sin embargo, durante la pandemia encontró una forma de hacer que funcionara para ella y que le resultara natural, actuando para un público en línea a través de transmisiones en directo. "Sentí que por fin había encontrado mi camino en las redes sociales", afirma. "Tenía mucho sentido para mí. Hacer música, tocar canciones para la gente, es mi forma de entrar".

Aunque afirma no haber experimentado el lado oscuro de estar en línea - "Me sentí muy positiva, no tuve una tonelada de negatividad"-, admite que parte de esto se remonta a ese instinto de autoprotección que parece haber dictado la conversación hasta ahora. "No me fijo mucho en los comentarios, porque me da miedo. No querés que eso se meta en tu cabeza. Creo que es muy perjudicial para la gente".

Es evidente que una de las principales pasiones de Jones es la colaboración. Hablando de su último álbum, inspirado en las ideas que surgen en ese tiempo místico entre el sueño y la vigilia, habla con entusiasmo de su colaboración con el productor musical y compositor Leon Michels, con quien ya había trabajado en un álbum navideño. "Este disco fue muy diferente para mí porque nos pusimos a trabajar unas horas aquí y allá cada pocas semanas. No bloqueamos un período de tiempo, fue una especie de trabajo en curso durante un año y medio. Y fue muy divertido".

Otra vez esa palabra: hablar de hacer música con Michels es cuando más se utiliza, me doy cuenta. "Era una forma diferente de trabajar. Y fue agradable, porque no había ninguna presión inminente más que la de divertirse tocando música y nos divertimos mucho tocando música juntos. Cada vez que nos reuníamos, era muy divertido, ¿sabés?"

Este entusiasmo contagioso quizá sea la mejor demostración de por qué Jones ha sido tan prolífica a la hora de colaborar con otros artistas: sería difícil encontrar un músico de primera fila con el que no haya trabajado en las dos últimas décadas, desde Keith Richards a Foo Fighters o Ray Charles. ¿Quién es su favorito? "Creo que todas las personas con las que trabajé me ayudaron a dar forma a mi camino; siempre te inspirás en tus experiencias y en la gente que entra en tu vida, aunque sea por poco tiempo. Musicalmente, no es diferente". Pero si tuviera que elegir, ¿con una pistola en la cabeza...? "Hice una canción con Dolly Parton para los Country Music Awards. Quiero decir, eso es sin duda un sobresaliente - ¡fue increíble! Siento mucho amor y respeto por ella como artista y como persona. Como compositora es una locura, un unicornio loco que todos adoramos".

Mientras cuenta esta historia, Jones revela que sus hijos no terminan de comprender la importancia que tiene su madre. "Ayer estuvimos escuchando a Dolly y no les dije que había actuado con ella porque me daba vergüenza. No quería sorprenderlos demasiado". En un par de ocasiones los encontró escuchando sus viejos temas en el iPad, pero es raro. "Creo que es por curiosidad, pero no mucho. A veces lo escuchan si estoy revisando una mezcla, y comentan: 'Me gusta ésta, mamá, es linda'".

Su amor por la colaboración también la llevó a hacer un podcast, Norah Jones Is Playing Along, en el que se sienta con artistas entre los que han estado Rufus Wainwright, The National y Dave Grohl, para una sesión de improvisación musical y conversación. Inclinarse hacia esa dinámica de grupo fue decisivo para liberarla como compositora: "Me siento más inspirada para escribir que nunca", dice. "Ahora no importa lo vulnerable que sea, porque al fin y al cabo es una obra de arte. Y creo que mostrar las emociones... Ya no me da miedo".

Aunque en estos días Jones sea más feliz con una vida más tranquila y sencilla, está encantada de ver la nueva camada de mujeres poderosas que dominan actualmente la industria musical. En la edición de 2024 de los premios Grammy se hizo historia cuando las cinco nominadas a la mejor actuación pop en solitario fueron mujeres. En la reciente edición de los Brit Awards, la solista Raye arrasó y se llevó seis galardones, todo un record. "Las mujeres están dominando", afirma Jones. "Ahora mismo lo están haciendo de verdad". Pero no hay ningún atisbo de celos en su voz, ni el menor indicio de que quiera volver a tener el mismo éxito. Cuando le pregunto por sus grandes metas o sueños, ni siquiera menciona la música.

"Las cosas que realmente quiero hacer en el futuro tienen que ver con vacaciones que nunca he hecho", dice. "Me encantaría ir a un campamento de surf en Costa Rica. Me gustan las actividades físicas al aire libre. Creo que sería divertido". Otra vez esa palabra. Y agrega otra: feliz. "Sólo quiero ser feliz. Esa es realmente la definición de lo que quiero. Quiero que mi familia sea feliz, quiero ser feliz, quiero reír y disfrutar de mi día. Y si puedo tocar música, entonces soy muy feliz". Parece divertido.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.