"Esto es una masacre; el clima es tremendo”, resume un trabajador cuyo nombre no se puede publicar. El miércoles a la noche, en la previa del fin de semana extralargo, 120 trabajadores de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM) fueron despedidos por mails en los que se les informó que sus contratos no serían renovados a partir del 1° de abril. Los correos fueron enviados por la directora de la BNMM, Susana Soto Pérez, “en entusiasta cumplimiento de las directivas enviadas por la ministra Sandra Pettovello”, plantea el comunicado de ATE Biblioteca Nacional en el que advierten que “no sobran trabajadorxs”. A poco más de cien días de iniciado el gobierno de Javier Milei, “el conjunto de la clase trabajadora está sufriendo un brutal ajuste que implica una abrumadora transferencia de ingresos en beneficio de las minorías empresarias”.

La Biblioteca Nacional Mariano Moreno cuenta con tres sedes y tenía 915 trabajadores antes de los despidos. La institución tiene un Museo del Libro y de la Lengua Horacio González; la Escuela de Bibliotecarios, centros de documentación e investigación dedicados a los pueblos originarios, la historieta, la literatura infantil, la cultura afro, la novela policial, el psicoanálisis y a la figura de Jorge Luis Borges; un programa de Derechos Humanos, programa de radio, una editorial y becas de investigación. Los despidos afectaron a todas las áreas; pero hay una especial saña hacia el Museo del Libro y de la Lengua Horacio González, nombrado así por el escritor y sociólogo que lo creó y que dirigió la Biblioteca del 2005 al 2015. “No saben qué carajo hacer con el Museo, no lo entienden, y encima se llama Horacio González”, resume otro trabajador y agrega que el temor es que haya una segunda lista de despidos, “una segunda limpieza”.

Los despidos fueron “al voleo”, coinciden varios consultados por Página/12; había trabajadoras con mucha antigüedad, incluso algunas con edad de jubilarse; otros que habían entrado en la gestión del exdirector, el escritor Juan Sasturain. “Esto es un desastre para el empleo público, porque es un profundo vaciamiento del Estado, y en particular para la Biblioteca Nacional”, dice Diego Martínez delegado de ATE en la BNMM y confirma que el próximo miércoles 3 de abril, el primer día hábil luego del feriado extralargo, se realizará una asamblea para programar acciones concretas en búsqueda de la reincorporación de los trabajadores despedidos.

Una trabajadora cuenta que es mejor no dar nombres porque ahora se abre una instancia de negociación, como pasó durante el macrismo en marzo del 2016, antes de que asumiera el escritor Alberto Manguel, cuando la Biblioteca Nacional estaba a cargo de Elsa Barber. Entonces echaron a a 250, pero se consiguió reincorporar a 90. La diferencia hace ocho años es que la Biblioteca estaba en la órbita del entonces ministerio de Cultura; hoy depende del ministerio de Capital Humano.

“No podés descubrir una lógica del tipo ‘quisieron castigar a un sector en particular por cuestiones ideológicas’. El temor que tenemos es que haya una segunda lista y que no nos salvemos ninguno”, confiesa la trabajadora. “No hay un proyecto para la Biblioteca porque esta mujer (Susana Soto Pérez) es una bibliotecóloga que respetó todos los cargos; continúan el director de Cultura, Guillermo David; el director de Administración, Roberto Arno y la auditora Alicia Lamas. Cuando vino el macrismo, uno podía estar de acuerdo o no, pero había un proyecto cultural. Vino Manguel con Ezequiel Martínez y desarrollaron otras actividades, dejaron de hacer determinadas cosas que Manguel no quería, como por ejemplo editar libros, pero había un proyecto cultural. Ahora no hay ninguno; los directores de las distintas áreas siguen estando cada uno en su lugar. Eso es llamativo”, analiza.

Otro trabajador, con mucha antigüedad, reflexiona sobre el accionar de Soto Pérez, la segunda mujer en dirigir la Biblioteca Nacional. “Esta mujer grande, que tiene como 75 pirulos y se había jubilado, la convocaron para esto, y en ese sentido es corajuda y brava; tiene un carácter jodido y no atiende a casi nadie si no tiene un cargo jerárquico. Ella vino a quemar las naves; no es como el caso de Javier Torre en el Fondo Nacional de las Artes, que cuando le dijeron que tenía que echar gente se fue. Ella sabe bien a qué viene; la lista final de los 120 despedidos tiene el gancho de ella. El ministerio de Capital Humano no sabe una mierda de nosotros, no tiene ni noción de nuestra existencia, no sabe que es la Biblioteca Nacional”.

Esta semana circuló una carta pública en defensa de la BNMM, titulada “La memoria está en peligro”, en la que se destaca las múltiples actividades de la Biblioteca, “una entidad que con sus producciones y patrimonio disponibles custodia la historia, nos narra como pueblo, genera cultura y fortalece la soberanía argentina”. La firmaron más de 19.000 escritores, artistas, investigadores, intelectuales, docentes y estudiantes, entre los que se destacan Beatriz Sarlo, Cecilia Roth, Felipe Pigna, Claudia Piñeiro, Ángel Cappa, Daniel Divinsky, Guillermo Martínez, Maristella Svampa, Horacio Altuna y Dolores Reyes, entre otros. “Un país sin cultura es otro modo, complementario a las políticas económicas, de condenar a sus habitantes al hambre”, concluye la carta.