Las olas que rompen en las costas crean una espuma muy delicada compuesta por muchísimas burbujas que estallan y quedan en el aire como minúsuculas partículas que, con un viento o una brisa intensa pueden volar hacia otras orillas y aterrizar como burbujas en otras costas. Una teoría inventada sobre las burbujas o una forma de describir como se vive con otres a partir de que Pilar Arrese intenta explicar que es lo que pasa con la banda Kumbia Queers desde hace 17 años: “Las burbujas se van conectando y una vez que empieza no para y eso nos mantuvo felices todo este tiempo”. “¡No para!”, le gritan desde el otro lado del salón en donde están ultimando los detalles de la muestra "Paraíso Tropipunk”, una celebración de la existencia de Kumbia Queers.

 ¿Cómo es ser felíz y darse cuenta? Una pregunta que en tiempos de extrema crueldad parecería desintegrarse como la espuma en la orilla. Las Kumbia tienen una respuesta y por eso decidieron montar este recorte personal y colectivo de su historia: discos, amigxs, afiches, remeras, objetos artísticos realizados por fans, acciones políticas, inspiración para otres, marchas, shows con bandas punkis, cumbieras y conversatorios queers.

“Para nosotras paradisíaco tiene que ver con la felicidad, con lo colectivo, con el equipo. A partir de que empezamos a tocar juntas nuestras vidas cambiaron, no es que llegamos al paraíso sino que lo vamos construyendo. No es un lugar de llegada sino hacer el paraíso donde sea que estés” dice Juana Chang, agarrada siempre a una carcajada escurridiza, la misma que aparece cada vez que sube al escenario con una maraca en cada mano y agita las burbujas militantes para que bailen sus canciones.

Kumbia Queers tocando en Paradiso, Amsterdam

¿Puede una banda ser una forma de vida? Ellas dicen que sí. Y no solo eso, vivir con otres es una apuesta aún más grande, es hacer de la banda refugio y salvación. En el medio hubo enfermedades, muerte, divorcios y conflictos. La dirección es muy precisa, ellas van a entrelazarse  con las luchas que en un principio estaban vinculadas a las identidades sexogenéricas y luego se fueron enredando en las  múltiples zonas de militancia transfeminista local. 

Estuvieron en marchas del Orgullo, en Encuentros Plurinacionales, para denunciar el extractivismo, en movidas antipunitivistas y un largo etcétera. Su territorio y escenario no está solo alojado en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano, también se meten campo traviesa y además hacen de la geografía casi una integrante más de la banda: los viajes son medulares. “En los viajes a veces pasa que a una le dan ganas de quedarse y eso está muy bien. Por ejemplo ahora Flor (Linyera) está en España y cada vez que vamos tenemos que pagar un pasaje menos” dice Pilar y agrega “Está bueno que se vayan quedando en lugares, por ejemplo que Pat (Pietrafesa) se haya ido a vivir a traslasierra nos hace viajar más seguido a Córdoba".

Todo comenzó algún tiempo atrás

En 2007, la banda punk She Devils tenía su centro de operaciones en Villa Urquiza, allí estaban organizando una nueva edición del Festival Belladona, un espacio de encuentro para que minas puedan presentar sus obras y conocerse. La mexicana Ali Gua Gua -parte de la banda durante años-  tiró la primera piedra: “Basta de rock, quiero hacer una banda de cumbia”. Pilar Arrese, Patricia Pietrafesa, Inés Laurencena y Juana Chang se embarcaron en lo que en ese momento fue un experimento: “Seis locas punk and rollers aburridas del rock actual deciden autoexplotar su lado kumbianchero y queer, haciendo canciones de chicas para chicas.” Así se presentaban en aquel momento en la página web que tenían en el sitio MySpace

Desborde, desopilancia y contracultura. Vienen del punk, son multietarias -hay niñes en la banda y niñes fans-, son una banda de fiesta y protesta que sabe que las cosas pueden estar mejor y entonces ahí van, con la fiesta y el porro debajo del brazo.


Orgullo, pogo y encuentro

En ese mismo 2007, Mauricio Macri y Gabriela Michetti ganaban las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires con un 45.62% en primera vuelta y un casi 60% en segunda. La Comisión Organizadora de la Marcha sacaba  un comunicado informando que “ese año, por primera vez, funcionarios de la Ciudad de Buenos Aires nos han adelantado que no contaremos con los instrumentos que son nuestros y que deberían estar a nuestra disposición, como lo están para otras marchas y movilizaciones. Esta decisión impedirá que la Marcha del Orgullo cuente con recursos imprescindibles para su normal desarrollo”. Sería ese el primer año que las Kumbia Queers participaran de una Marcha del Orgullo en Buenos Aires.

Bajo la consigna "Nuestro festejo es reclamo: Igualdad. Libertad. Diversidad", más de 30 mil personas marcharon de Plaza de Mayo hasta el Congreso. El acto de cierre fue conducido por Daisy May Queen y el periodista Osvaldo Bazán en la versión más oficial de una celebración que siempre tuvo su lado B. Ahí estaban las Kumbia, con la banda recién salida del horno.

Pero no fue la primera vez que tocaron en una Marcha del Orgullo, ese mismo año pero en junio, miles de personas se juntaban en el Zócalo -la cuarta plaza más grande del mundo– para la Marcha del Orgullo Gay en Ciudad de México: “Estábamos arriba del escenario y abajo estaba Tenochtitlán (la capital del imperio azteca). Imaginate lo que es estar tocando ahí” recuerd Pilar.

La ofrenda ya estaba lanzada a los vientos, las Kumbia Queers serían esa banda que, -como dicen ellas en la invitación a ParaísoTropipunk-  es "la más inquieta, la que más fechas hizo en menos tiempo, la que tocó en la mayor cantidad de marchas del orgullo LGTTBIQ+ , la que más participó de charlas en universidades, la que tocó en más casas okupas y en la calle. La banda pionera en hacer de la identidad sexogenérica una bandera de lucha. La mas copiada y menos citada”.

Pilar Pilar Arrese, Patricia Pietrafesa, Juana Chang, Flor Linyera y Inés Laurencena . Foto: Lina Etchesuri

En el menjunje de recuerdos está también el primer Encuentro Nacional de Mujeres de 2016, se subieron al escenario "orgullosamente torta" en Rosario. Ya con el macrismo consolidado en la presidencia de la Nación y el feminismo en la cresta de la ola: “El pico fue una, dos, ultraviolenta, la versión de Los violadores” contaba allá por noviembre de 2016 Pat Pietrafesa para dar los pormenores de lo que fue un Encuentro Nacional de Mujeres -aún se llamaba así- inolvidable: “Muchas nos dijeron que fue el primer pogo de su vida, donde pudieron saltar, bailar y disfrutar sintiéndose seguras. Amamos ser la música de muchxs de lxs rebeldes. Por eso lo viví intensamente, avivó un fuego en mí. Los talleres, las juntadas en las plazas, la energía increíble que se vibraba en esa marcha de cuadras y cuadras. Los grupos comando encapuchadxs estampando consignas. Los grafitis, pegatinas, carteles con las consignas más imaginativas que vi en mi vida”

Cautivar corazones y caderas

Hacer bailar es lo que rige el artilugio de sus shows, en un teatro, un estadio, en la calle o en una marcha: “Bailen burbujas militantes” es el conjuro que se forma apenas comienzan los primeros acordes de alguna canción. Guste o no la cumbia, la banda cautiva caderas. El cancionero cumbianchero punk va desde la frescura de La Isla con Chicas (que se hizo viral cuando apenas empezaba Youtube), una versión en cumbia y de tonalidad lésbica de La Isla Bonita de Madonna, pasando por la “Motochorra” roba corazones hasta el convite al pogo de “Gascón” pasando por los granos apocalípticos de “Médano” o el himno de Feriado Nacional. El recorrido por las canciones es aventura y baile, y lo lindo es que se puede escuchar una canción de las Kumbia Queers por primera vez y preguntar con sorpresa:  ¿Esta canción tiene 15 años? ¿Dónde estaba yo? ¿Por qué no las conocí antes?

A lo largo de estos 17 años, la playlist de Kumbia Queers es una Love Song con su fans y con una comunidad con la que practican una complicidad que resulta vital: “Por lo que nos dicen, a mucha gente le hace bien y siente alivio y felicidad en nuestros recitales. Para nosotras grabar un disco o un video nos ha dado energía para seguir adelante. Nos ha salvado de situaciones muy negativas” dice Pilar. Tal vez la vitalidad que produce ese quehacer cotidiano tenga que ver con haber elegido una forma en la que producir música  va desde vender medias en una gira para costear la comida, cargar los equipos siempre, estampar sus remeras y replicar esa forma entre amigues. Ni voluntarismo ni sacrificio, es pensar que de a muchxs es más divertido y que con otrxs es mejor: “Tenemos muchos amigos que nos han ayudado con la artística de la banda y que hoy también están involucrados en la muestra. Somos un colectivo que suma a sus amigos y los pone a trabajar” (risas)

A bailar que se acaba el mundo

"La ultraderecha es siniestra y la sexualidad es algo que siempre quieren tener agarrada y gobernada. La transversalidad que tienen los transfeminismos hacen que todos los frentes que tiene abiertos la ultraderecha te duelan y te golpeen. Puede ser por la sexualidad, el negacionismo, el extractivismo, la educación. Nosotras explotamos por el lado musical” dice Juana y también confiesa que no se esperaba el grado de crueldad que tiene este gobierno. ¿Antídotos? “Juntarse las personas que creemos que el mundo puede ser mejor que este” dicen. Cuando piensan en las palabras de esos mundos aparecen como flotando en el aire “inclusión” “justicia” “belleza” “amistad” “compañerismo” “sensible” “creativo”, las enumeran una cada una, como si fuera un juego o la letra de una canción compuesta entre pelos parados y calzas floreadas.

Elegir una canción de las Kumbia para cantar o bailar es en sí una forma de resistencia, hurgar por los discos o componer una Playlist en Spotify se ha convertido en un ritual en el cada vez más amplificado mundo queer. No se trata de una cuestión identitaria sino de una forma de vida que se le escurre tanto a la corrección política como a la cis normatividad.

Yo quería hacer una canción de protesta

pero la verdad es que estoy puesta.

Perdoname amiga si me pongo molesta,

es que la verdad hoy estoy puesta.

La cosa no es con vos, es que la realidad me cuesta,

me siento mejor cuando estoy puesta.

Yo quería hacer una canción de protesta,

ya fue, me escabio y que explote la fiesta.

Que explote la fiesta es parte de la alquimia y de la historia de esta banda: “Esa burbuja que nos mantuvo felices todos estos años” ¿Se sale? ¿Se entra? ¿Explota?: “No hace falta salir de la burbuja, se puede ir agrandando” dice Pilar y sigue montando la muestra que empezó ayer y que estará en el local Para Vos Norma Mia (Darwin 891) durante todo abril.