“Música catamarqueña, hacedora de encuentros para la música y el arte feminista. Intérprete vocal, arregladora y pianista de música latinoamericana popular”, Belén Parma, como tantas mujeres músicas del país, proyecta su cauce musical como una revolución: el acto político de una mujer que toca un instrumento.

Produjo y grabó, durante el 2017, su primer disco junto al músico Ricardo Bujaldón. Es integrante del Movimiento Margaritas, Mujeres Músicas, y partícipe de la comisión organizadora del festival. Convocada para participar en Sala Zitarrosa: Ciclo “Ellaz” en Montevideo y “Nosotras movemos el mundo 2021” en el CCK.

¿Cómo y cuándo comienza tu relación con la música?

Mi relación con la música comienza desde la infancia, desde ser acunada por mi madre, mi abuela, mi bisabuela. Tres mujeres que siempre estaban cantándome canciones españolas. Mi bisabuela cantaba zarzuelas, jotas o chotis mientras hacía los quehaceres del hogar. Siempre había mucha reunión familiar con canto. Tíos cantores con repertorio de rock nacional o folklore. Curiosamente cuando yo nací mi papá al tiempo compró dos guitarras y un bombo. No sé qué se imaginó de mí... jaja.

¿Cuándo decidís asumir la música como un modo de vida?

Ya en la adolescencia yo sentía un fuerte vínculo con la música, pero en ése momento la música estaba en mi vida cotidiana como un hobbie. Yo me pasaba muchas horas del día con la guitarra y en el conservatorio. A la vez hacía danzas clásicas y había una pianista que tocaba en vivo, eso también era un gran estímulo constante. Asumirla como modo de vida, o tomar conciencia de que era una forma de vida fue de grande, después de los 30. La música siempre estuvo pero después me fui a estudiar a Córdoba, porque había que estudiar una cerrera que te diera el sustento. La música no era una carrera... en ese momento me dediqué mucho a poder recibirme rápido. Apenas me recibí quedé embarazada; tuve tres hijos. Un día fui a la casa paterna, y mi papá sacó el teclado con el que yo tocaba y eso me abrió un canal. Me entró una energía muy fuerte. Y a partir de ahí comencé a preparar mi repertorio, buscar dónde tocar... lo cual fue muy difícil como madre de tres, esposa, profesora y trabajadora del Estado.

¿Qué vino primero, el folklore u otro género?

En cuanto a géneros musicales siento que no hubo uno que haya sido el primero. Yo escuchaba las zarzuelas y las sevillanas y los chotis en el cotidiano de mis abuelas, cocinando. En las guitarreadas mis tíos hacían música de rock nacional y también Noches de Catamarca, Patios de la casa vieja, Zamba del grillo. En mi casa había mucha música, desde la colección de los Beatles, Sui Géneris, Serú, Dúo Salteño, Los Chalchaleros. Todo eso fue parte de los inicios. En mi adolescencia disfrutaba mucho de las guitarreadas en general, así que el repertorio del folklore se hizo cada vez más basto. A la vez yo estudiaba piano y música clásica.

¿Quiénes fueron tus referentes?

Mis grandes referentes son además Violeta Parra, María Elena Walsh, Spinetta, Charly García, Fito Páez, el Cuchi Leguizamón, Carnota, Fandermole, Juan Quinteros son muchos para nombrarles, tengo etapas en las que voy y vengo de uno u otro de todo eso me voy nutriendo.

¿A quiénes recordás como maestras o maestros?

Mis primeras maestras en la música fueron Gabriela Da’Prá y Verónica Ocampo, profesoras de piano del conservatorio Mario Zambonini. En mi búsqueda de acompañamiento con el piano quien más influencia tuvo fue Ana Robles, después del programa de desarrollo musical que hubo en Catamarca con el maestro Marcelo Rodríguez Schilla. También aprendí mucho de Ricardo Bujaldón cuando compartimos música juntos.

¿Estás redefiniendo tu creación dentro la música?

Estoy tratando de redefinir que es la música para mí. Y hoy tengo claro que la música es un medio precioso para tener la vida tan bonita que tengo. Para mí la música no es ser famosa o presentarme en la Fiesta del Poncho y que eso sea mi principal meta, o poder llegar a tocar en el CCK. Le estoy infinitamente agradecida a la música por todas las cosas hermosas que me suceden. Los vínculos, los lugares que voy conociendo, ese es el rol que le quiero dar hoy en mi vida a la música.

¿Cómo vivís tu experiencia como compositora?

Todo el tiempo estoy creando en la música, porque si bien siempre he tocado folclore y amo el folclore latinoamericano, a la hora de componer estoy metiendo todo lo que tengo, o lo que va surgiendo por el canal que se abre cuando uno empieza a crear. Hay gente que me pregunta “pero vos que hacés”, y la verdad que es una incomodidad porque yo hago la música que me surge hacer, con todo el bagaje de los géneros aprendidos. Siempre tratando de decir algo, llevar un mensaje, expresar cosas que siento. En escenarios como el del Poncho para mí es muy importante hacer presencia como música mujer y decir cosas que nadie dice.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Estoy intentando retomar Cesalpinia, que es un proyecto con canciones propias con formación de trío. Quiero retomarlo con canciones propias. Tengo la idea de irme al interior y activar cuestiones culturales. Además, tengo un repertorio hermoso que estoy llevando a los lugares donde me invitan como Belén Parma, solista, y que me da mucho placer porque siempre termino acompañada de amigas músicas. 

¿Qué opinión te cabe acerca del momento que vive la cultura del país?

La situación de la cultura hoy me entristece, por esa grieta que cada vez se hace más grande porque el mensaje que se da a través de los medios hegemónicos y de la dirigencia del país es que la cultura es un lujo, y el que tiene plata va y paga la entrada para ver la Sinfónica del Colón o Coldplay, como si solo eso fuera la cultura: un bien de lujo. O que solamente los que se lo merecen y venden, son los que llegan. Cuando la cultura o ser artista es un oficio, no hace falta ser famoso. Eso se es. Que la gestión quite las herramientas fundamentales para que la cultura exista es un error. Mandan un mensaje maléfico de que la cultura le quita la plata al país. Yo he podido grabar disco, hacer giras o prensa gracias a los fomentos, que funcionan porque son concursos. Vos tenés que rendir antecedentes. Ahora no sé qué vamos a hacer. Es todo muy triste.