"Recibo cachetazos todos los días, pero no importa, yo sigo capacitando a mujeres para que se independicen y salgan a manejar solas. Para que te des una idea, tengo chicas que el marido no les quiere enseñar, chicas que vienen a escondidas porque el marido no tiene que saber. De todo. Una vez vino uno y trajo a la señora y me dijo "a ver si le podés enseñar a esta, la verdad vas a necesitar un garrote, yo no le puedo enseñar, viste, porque es bruta", así me decía, adelante toda la gente. Yo lo quería acogotar. Obviamente la señora ya tiene su licencia y anda para todos lados", afirma Rosy, la orgullosa dueña de Solo chicas al volante inclusivo, una academia de autoescuela de Lomas de Zamora que descubrió hace tres años su vocación: enseñarle a manejar a quienes el mundo trata de impedirselo. 

Su nombre es Rosa Rojas, aunque todos la conocen como "Rosy". Docente de formación, en 2021 trabajaba en algunas escuelas pero las horas no le alcanzaban. Fue así que decidió comenzar a hacer viajes mediante aplicaciones como Uber para ganar un dinero extra. Hasta que se asustó. "Me asustaron", afirma sobre la situación de que un pasajero le quiera robar. "Fue ahí que me armé un Instagram solo de viajes para mujeres. Como tengo dos hijas jovencitas me empecé a contactar con todas sus amigas, con las mamás de las amigas. Y se empezó a correr la voz", afirma. 

La pequeña oficina de Rosy.

Fue entonces que una de sus pasajeras le pidió que le enseñara a manejar. Se negó durante seis meses hasta que finalmente aceptó, aunque sin cobrarle, por sentir que no estaba preparada. Pero la chica aprendió, rindió y aprobó, y quedó tan satisfecha que comenzó a publicitarla casi contra la voluntad de Rosy. El entusiasmo era tal que no pudo ignorar la dirección que estaba tomando su labor. Tenía una responsabilidad con las mujeres. 

"Pero yo quería saber si estaba haciendo las cosas bien, no hacerlo así nomás. Aprender y enseñar a manejar es mucha responsabilidad. Es como manejar un arma si uno lo usa mal", afirma. Fue así que se capacitó con Vilma Azcurra, la primera mujer fundadora de una auto escuela en Argentina. Ella la encaminó por el camino correcto, y llegaron los autos doble comando y la habilitación. Hoy, a tres años de su fundación, más de 500 alumnas pasaron por su escuela

"Es increíble la cantidad de mujeres que necesitan aprender a manejar para independizarse, para no estar dependiendo del marido, de un remis, del colectivo", afirma Rosy. Según un informe de la Agencia Nacional de Seguridad Vialidad de 2023, sólo el 28 por ciento de las licencias de conducir emitidas a nivel nacional pertenecen a mujeres. El 72 por ciento, casi tres de cada cuatro permisos, corresponden a varones.

Al preguntarle por la razón de que haya muchas mujeres que no se animan a manejar o sacar el registro sentencia: "porque la mayoría de los que enseñan son hombres". "A las mujeres les termina enseñando alguien de la familia y se terminan gritando, y en las autoescuelas muy pocas de las capacitadoras son mujeres. Hay un montón de mujeres que tienen su licencia, que la sacaron y no manejan por miedo. También hay chicas que vinieron a mi escuela después de tener muy malas experiencias en otras. Que un instructor para explicarles les toca la pierna, que otro las busca por redes sociales para invitarlas a tomar algo. Muchas vienen acobardadas de otros lugares. Son muchas las variables", sostiene. 

Hoy, Solo chicas al volante tiene un 95% de instructoras mujeres. Pero no enseñan solo a chicas, sino que su postura inclusiva los (o las) fue llevando más allá. "Enseñamos a quien sea. En nuestra escuela de manejo vas a aprender todo lo que necesitas, con toda la paciencia que te mereces a la hora de aprender", afirma su página web.

Los autos de la escuela contienen una leyenda.

Un día llegó una pareja de chicos gays que no los habían aceptado en otra escuela. "Fueron a consultar y cuando los vieron los miraron de arriba abajo y le dijeron no hay turno. Nayara, una chica trans que capacité, la asustó un camionero. Le pegó el camión porque a ella se le paró el auto, se asustó y el tipo le empezó a decir cosas que no puedo repetir. Cómo se puede ser tan cruel. La gente llega y me cuenta esas historias y cómo no los voy a capacitar, si viene alguien con la necesidad de aprender, estamos abiertos a todos", afirma. 

Así fue como Solo chicas al volante se convirtió en Solo chicas inclusivo, donde terminaron enseñandole hasta a un chico con visión monocular y a un papá que su hija manejaba y tenía vergüenza de aprender. Todos son bienvenidos en la escuela de Rosy. Aunque no todo es risas. 

Si uno revisa las redes, encontrará más de un comentario cuestionando o corrigiendo sus técnicas. "Justo hoy a la mañana tengo a uno en Instagram bombardeandome una publicación de una clase de estacionamiento diciendo que lo hago mal, que así no es, que no se puede. Siempre hay un machirulo ahí tirando palos porque somos todas chicas", afirma, harta pero despreocupada por la normalidad de la situación. 

Según Rosy, todos los días algún hombre, conocido o desconocido, intenta enseñarle a manejar, o a enseñarle a enseñar a manejar. Aunque afirma que no es en todos los casos. "No son todos así. En el lugar donde hacemos estacionamiento sale el dueño de la casa y a todas las aplaude, les dice, "vamos, chicas, vamos, que así aprendimos todos, vamos que van de diez". Me las alienta a todas", dice. 

Los alumnos rescatan su pedagogía y paciencia a la hora de explicar. Así como llenas de comentarios de hombres que corrigen, también está plagado de comentarios de ex alumnos que no paran de recomendar sus clases, sobre todo a quienes más les cuesta animarse. 

Actualmente, Solo chicas inclusivo cuenta con sus autos habilitados como coche escuela, pero no posee una agencia, sólo tiene una pequeña oficina donde recibe a las alumnas. Ese sería el deseo de Rosy, que siempre está pensando en ir un paso más allá por sus chicas. Después de tener una actividad especial con una persona que se especializaba en coaching, decidió estudiar psicología para encarar mejor el proceso de contacto con sus clientes.

"No me importa terminar la carrera, sino disfrutarla y aprender para tener más herramientas que llevarle a los alumnos a la hora de agarrar el volante. Tampoco me importa ganar más plata o hacerlos pasar el examen, yo necesito dormir tranquila que a la que le enseñé va a enfrentarse a una situación y poder resolverla", sentencia terminante.

Con la mira puesta en conseguir un espacio físico donde sus alumnes puedan estudiar, Rosy continúa ejerciendo la labor docente de una forma que nunca había imaginado. A pesar de seguir dando clases tradicionales en escuela, afirma que del trabajo y del auto "no me bajo más". Quien desee aprender en Solo chicas inclusivo puede solicitar un turno en su página web, o contactándolos en sus redes sociales.