Argentina enfrenta una situación cada vez más incierta. Se trata de un panorama que va a contramano del relato del Gobierno, que intenta instalar la idea del camino hacia la estabilidad y los equilibrios macroeconómicos. Una forma de verlo es con el resultado de los datos de la economía real en marzo, los cuales muestran un escenario desolador para el mercado interno.

El último informe de la Consultora 1816 resumió el resultado de algunos indicadores tempranos de actividad económica. Señala que las caídas fueron más abruptas que las de febrero y que la economía está lejos de plantear un escenario de recuperación en forma de V. En todo caso, podría haber un sendero en forma de “pipa de Nike” hacia adelante.

En detalle, el mes pasado hubo una caída del 43 por ciento de los despachos de cemento, del 40 por ciento del índice Construya, del 36 por ciento de los patentamientos de auto, del 29 por ciento en la producción de vehículos, del 24 por ciento en los préstamos (medidos en términos reales) y del 12 por ciento de las ventas minoristas. La atmósfera productiva es desgarradora.

Extremos

Otra manera de mostrar los desajustes que enfrenta la economía argentina es a partir del nuevo esquema de precios relativos. El país volvió a sorprender con su capacidad de pasar de un extremo a otro y no tener puntos medios. Dejó de ser una de las economías más baratas de la región (medida en dólares financieros) y empieza a ser cada vez más cara en dólares.

En uno de los últimos artículos del blog de Domingo Cavallo aparecieron algunos datos duros que permiten visualizar este punto. Una canasta de consumo en Estados Unidos en dólares cuesta prácticamente lo mismo que una canasta de consumo equivalente en la Argentina. Hasta finales del año pasado, esta relación era muy distinta. La canasta local no llegaba a representar ni el 40 por ciento del precio de la canasta norteamericana.

La situación parece imposible de sostenerse en el tiempo considerando que los salarios locales son varias veces más bajos que los que se pagan en Estados Unidos. La apreciación del tipo de cambio no sólo no se reflejó en una mejora de los ingresos de la población sino que empezó a provocar otros desequilibrios. Desde argentinos que colapsan pasos fronterizos para ir a buscar productos a mejor precio en Chile hasta nuevos problemas financieros.

La semana pasada, el equipo económico festejó que estaba generando una caída abrupta de los agregados monetarios, con una política ultra contractiva, absorbiendo pesos principalmente a través de la colocación de bonos Bopreal para importadores. Pero cuando se miran de cerca los resultados, aparecen otra vez elementos que amplifican la incertidumbre.

Por ejemplo, los pasivos monetarios medidos en dólares tuvieron un fuerte salto. La tasa de interés es negativa en términos reales, pero los stocks de pesos subieron sustancialmente en moneda dura. Puesto en otras palabras: ¿qué va a pasar cuando intenten abrir los controles cambiarios? Este dólar de 1000 pesos parece tener el boleto picado para los próximos meses.

En definitiva, el Gobierno puede contar un relato de inflación que desacelera, acciones que suben, bonos que recuperan paridad y riesgo país que se modera. También puede ofrecer apretones de mano con empresarios multimillonarios como Elon Musk y decir que está en el camino correcto. Pero más temprano que tarde el bolsillo pesa más que cualquier foto y los desajustes que van en aumento son un caldo que puede entrar en ebullición sin aviso.