En marzo del año pasado, Virus tocó por primera vez en el Luna Park. Aunque el inconsciente colectivo daba por hecho que la banda actuó ahí con Federico Moura en vida, es lógico que a estas alturas tanta data acumulada en el disco rígido provoque la confusión con el estadio Obras Sanitarias. En ese otro templo del rock argentino los platenses no sólo lograron la consagración, sino que también grabaron su primer disco en directo: Vivo (1986). Antes de poner el cuerpo y el bocho en acción, una vez más, los tres integrantes de la formación original anunciaron que ese show en Bouchard y Corrientes formaría parte de su nueva gira. Sin embargo, no quedó muy claro si se trataba de una despedida o de la celebración de los 40 años de su creación.

Durante esa presentación, que tuvo como antecedente un puñado de recitales en 2022 tras siete años de ostracismo, esta nueva encarnación de Virus repasó su cancionero a través de dos bloques sin un relato aparente. Más allá de alternar hits con clásicos, más alguna rareza desempolvada. Es por eso que su historia saltaba en el tiempo constantemente. Si en el primer segmento el invitado fue Manuel Moretti (para hacer “Me puedo programar”), en el segundo estuvo Benito Cerati (cantó “El probador”). También invocaron a su eterno frontman en un par de ocasiones. A través de las pantallas, apelando al recurso del featuring que legó la música urbana, Federico interpretó “Dicha feliz” y “Hay que salir del agujero interior”.

Un mes más tarde, comenzaron a afinar la propuesta de show y de repertorio. Esto sucedía al mismo tiempo que Marcelo Moura se repartía el rol vocal con Julio Moura, quien demostró que no sólo es un gran violero, sino que también sabe meterse en la piel de esas historias que versan sobre transgresión, provocación, erotismo y desenfreno. Tan atemporales como vigentes. Luego de apelar por el método heurístico (ese que profesa el “ensayo y error”), Virus redobló la apuesta y se subió al tren de la masividad al poner a la venta las entradas de su primer Movistar Arena. En la vía pública que circuló por Buenos Aires, se podía leer además que esa única función serviría para registrar su nuevo disco en vivo.

Lo advirtió de vuelta Marcelo, poco luego de haber comenzado el show en la lluviosa noche del viernes último. Esta vez tuvieron de invitado a Fernando Samalea en el bandoneón, en “Superficies de placer”, aunque la dinámica de recital que venían mostrando se mantuvo. Después de que los músicos que los acompañan aparecieran por el escenario (Ariel Naón en bajo, teclados y coros, Patricio Fontana en teclados, y Agustín Ferro en guitarra y coros), irrumpió el baterista Mario Serra, seguido por Julio y Marcelo Moura. El primer bloque arrancó con “Hombre plástico”, tema incluido en su primer álbum, Wadu Wadu. Entonces Marcelo le cedió la voz cantante a Julio para que se hiciera cargo de “Ausencia”.

En medio de ese toma y daca surgió “Tomo lo que encuentro”, protagonizando el primer arrebato emocional de un estadio colmado. Mientras que “Dame una señal” incitó el “olé, olé” inicial, así como el único pasaje del show en el que esa muchedumbre acompañó la nostalgia con las luces de sus celulares. A continuación, “Amor o acuerdo” allanó el camino para un tridente de temazos: “Destino circular”, “En mi garage” (levantó a la gente de sus asientos) y “El banquete”, oda a la ironía parida en la Guerra de Malvinas. Si bien esa canción los tildó de frívolos, Roberto Jacoby, el cerebro detrás de las letras de la banda, consiguió lo que incluso hoy muy pocos artistas nacionales pueden lograr: hacerse con el arte del desconcierto.

Pese a que Julio intensificó ese new wave con su viola, esta vuelta de Virus respeta, al menos en lo musical, temas que de por sí son perfectos. Y eso incluso lo sostuvieron en un popurrí del que destacaron “Se zarpó” y “Bandas chantas arañan la nada”. Tras un breve interludio, el grupo regresó con Federico cantando en la pantalla el sublime techno pop “Encuentro en el río musical”, que tuvo como secuaces estéticos a “Sin disfraz” y “Amor descartable”, donde los tres Moura juntaron voces. El frenesí lo desató “Imágenes paganas”, preludio de un raid de hits conformado por “Hay que salir del agujero interior” y Wadu wadu”. Cuando “Pronta entrega” iniciaba el bis, de entre el público un hombre dijo con añoranza: “Qué buena época”.