Mientras numerosas voces representativas de un amplio arco ideológico, manifiestan abiertamente su preocupación respecto al incremento de la deuda pública, el Ministerio de Finanzas publicó los datos de la Deuda Pública, proporcionando indicadores que, si no se los analiza con atención, parecen contradecir esas declaraciones.

Un análisis más profundo de las cifras oficiales permite concluir que las alarmas no suenan en vano. La principal cuestión a tener en cuenta es que, según el Ministerio de Finanzas, al 31 de marzo de 2017, la Deuda Pública Bruta ascendió a 284.881 millones de dólares, 3,4 por ciento por encima del monto registrado a fines de 2016, y 18,4 por ciento superior al de diciembre de 2015. Por su parte, la Deuda Pública Externa (la contraída con residentes del exterior), alcanzó al 31 de marzo de 2017 los 97.400 millones de dólares, 53,2 por ciento más que la registrada a fines de 2015.

Aunque los datos muestran un crecimiento notable del endeudamiento público (principalmente del externo), los indicadores publicados reflejan una situación de “desendeudamiento relativo” respecto a fines de 2015, cuando el gobierno de Cambiemos asumió la responsabilidad de la política económica nacional. Las cifras son llamativas, ya que según el Ministerio de Finanzas el ratio Deuda Pública Bruta sobre Producto Interno Bruto, pasó de 53,5 por ciento en 2015 a 51,2 por ciento en el primer trimestre de 2017, y la deuda en moneda extranjera pasó de 37 por ciento en 2015 a 34,8 por ciento en el mismo período.

Con esta foto (la que por cierto están divulgando gran parte de los medios de comunicación), cualquiera podría decir que la Argentina ha mejorado su capacidad de repago de la deuda pública, y pensar, por lo tanto, que no hay de qué preocuparse si el gobierno sigue utilizando el endeudamiento público para financiar sus déficits y solventar la fuga de divisas. Aunque no existen abiertamente cuestionamiento a los datos oficiales, es importante destacar que esta situación dista mucho de la realidad y subestima la aguda crisis externa que presenta la Argentina.

Lejos de cualquier capricho ideológico, la realidad es que el peso de la Deuda Pública Bruta sobre el PIB no cayó porque el país canceló parte de su deuda, o porque logró producir una cantidad mayor de bienes y servicios finales, sino por el fenomenal salto que dio el PIB nominal entre fines de 2015 y marzo de 2017 producto de la inflación, y por las variaciones registradas en el tipo de cambio nominal durante el período.

Los datos oficiales despejan cualquier duda acerca de la subjetividad de las interpretaciones, puesto que el propio Indec ha informado que en 2016 el PIB se contrajo 2,2 por ciento. ¿Si el nuevo Indec no miente, cómo puede ser que frente a un aumento tan significativo de la Deuda Pública, concomitante con una caída el PIB, el ratio Deuda/PIB haya caído de esa forma? La respuesta está en que el mencionado ratio se calcula utilizando la estimación del PIB nominal, cifra que se vio fuertemente influenciado por la inflación post devaluación (de diciembre de 2015). Esta situación, sumada a la apreciación del peso registrada al momento de convertir a dólares el PIB nominal, elevan artificialmente el denominador del ratio, arrojando un indicador que subestima el problema y oculta la debilidad de un esquema basado en el financiamiento externo.

Al expresar esta situación en términos numéricos, se observa el problema estadístico con más claridad, puesto que aunque el PIB en términos reales acumula una caída cercana al 2 por ciento, entre el cuarto trimestre de 2015 y el primer trimestre de 2017, el PIB aumentó nominalmente un 39 por ciento (2.491.552 millones de pesos), y un 17,1 por ciento si se lo convierte a moneda extranjera (85.107 millones de dólares).

Por lo tanto,  o capcioso, habida cuenta del contexto inflacionario y la volatilidad observada en el tipo de cambio nominal. 

Omisión

Al respecto, cabe destacar que la mencionada publicación sobre Deuda Pública realizada por el Ministerio de Finanzas, no incluye ningún tipo de explicación sobre estos temas, y a juzgar por algunos artículos ya publicados, la omisión parece haber invitado a algunos medios a sacar conclusiones apresuradas y peligrosamente optimistas.

El análisis respecto a la evolución de la Deuda Pública Externa merece ser complementado con el indicador deuda/exportaciones, que refleja la capacidad de pago genuina que tiene la economía para atender sus compromisos de deuda, sin recurrir a las reservar o a nuevo endeudamiento. En 2015, la Deuda Pública Externa representó 1,12 veces las exportaciones totales de ese año, mientras que en 2016, el ratio ascendió a 1,6 veces, lo que significó un aumento del 43 por ciento.

En rigor de verdad, las alarmas sobre el endeudamiento externo argentino deben seguir sonando fuertemente 

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