A sala llena, en el auditorio de la Biblioteca del Congreso nacional, el Centro Cultural Caras y Caretas entregó los Premios Democracia 2017, un reconocimiento que viene entregando desde 2009 a las figuras del año que promueven desde sus disciplinas los valores democráticos, de pluralismo y solidaridad. Durante la apertura del evento, la directora de la institución, la periodista María Seoane, sostuvo que el premio trata de la memoria y la historia “que son kriptonita para ciertos diseños políticos que asolan la región y la Argentina”, y remarcó que “la defensa de la Constitución tiene que ser nuestro lema político central en esta etapa porque sin violar la Constitución no pueden destruir el país”.

Pasadas las 19, los conductores de la premiación Gisela Marziotta y Eduardo Caimi abrieron el evento dando paso a un video con el saludo de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, quien no pudo estar presente, que pidió “no aflojar en la lucha” y valoró que el galardón se entregue “al que lo merece y no al que conviene”.

Después, fue el turno de los diputados Héctor Recalde y Teresa García. Recalde explicó que con su compañera de bancada había propuesto que “se declare de interés cultural el premio, y nos quedamos cortos porque tendría que ser cultural e institucional, por el valor de la democracia que ustedes ensalzan y que hoy está en crisis”.

Por su parte, García recordó que la biblioteca donde se estaban por entregar las distinciones “tomó la decisión hace un año y medio de que entrara el que estaba afuera, porque cuando el estado se retira de la cosa pública y fundamentalmente del ámbito de la cultura es cuando pedacitos del Estado como éste los tiene que recoger. Esta biblioteca cobijó la muestra de los 40 años de las Madres (de Plaza de Mayo) que habían sacado de otro lugar y también cobijó a Milagro Sala”, recordó.

Ayer, en la sala Leonardo Favio, cuando se cumplía un aniversario de su muerte, los aplausos abrían y cerraban cada intervención mientras se respiraba un aire de familia. 

El titular del Suterh y cabeza de la Fundación Octubre, Víctor Santa María, fue el último orador antes de la entrega: “En democracia se puede soñar con una patria mas justa e igualitaria, la democracia se construye todos los días con un Estado de derecho amplio, cuando no se violan lo derechos de los trabajadores, cuando no hay presos políticos como Milagro Sala. Se construye con diversidad de voces. Y para que esas voces existan se necesita discutir una política de pauta publicitaria, para que la pauta también sea distribuida democráticamente, y no como pasa hoy que se intenta acallar con la regulación. Este premio representa esa diversidad”, señaló.

Después sí, llegó el turno de los galardones. Y la primera en subir al escenario, mientras un video proyectaba escenas de la primera ganadora durante su tarea laboral, como lo haría con cada uno de los premiados, fue la bióloga y multipremiada Andrea Gamarnik, quien dirige el Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Leloir y es investigadora del CONICET. 

“Es un premio muy especial porque he recibido premios por hacer ciencia, pero este premio no es solo por hacer ciencia sino por cómo lo hacemos, por qué lo hacemos y dónde lo hacemos”, dijo la investigadora, y alertó que “tendríamos que estar duplicando la inversión en ciencia y técnica, y sin embargo en 2017 hubo una reducción porque hay un proyecto político de achicamiento de la ciencia. Por eso los científicos estamos movilizados”, recordó.

A su turno, Marta Dillon en representación del Colectivo Ni Una Menos agradeció por recibir el premio “en la categoría Derechos Humanos y no de género, no porque nos avergüence, somos feministas y reivindicamos el feminismo como una ética política que dice que todos los cuerpos cuentan, que todas les existencias cuentan y Ni Una Menos es un enorme grito de indignación, de poner el basta en la calle, una manera de reescribir el Nunca Más, en relación a los cuerpos del colectivo LGTB, sobre todo pensando en las próxima generaciones”.

Las idas y venidas al escenario continuaron entre aplausos cada vez más sostenidos por un sentimiento común de estar entre pares, sin tener que explicar de qué van las cosas. Cerca de las nueve de la noche, con todos los ganadores sobre el escenario y a la orden de whisky sonrieron para el flash final.

Roberto Baradel.