El presidente de China, Xi Jinping, brindó hoy la bienvenida a su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, con una especial recepción en el antiguo palacio imperial de Beijing, en una muestra de la buena sintonía actual entre las dos grandes potencias, que se pondrá a prueba mañana cuando aborden la crisis norcoreana y la relación comercial.

Trump llegó en visita oficial a China, tercera escala de su primera gira asiática, tras su paso por Japón y Corea del Sur, donde consolidó el compromiso de ambos países para hacer frente a la amenaza norcoreana en busca de una solución diplomática para la desnuclearización de Pyongyang, sin bajar las banderas de la opción militar. El desafío del presidente norteamericano será ratificar el apoyo a esta postura de China, histórico aliado y sostén de Corea del Norte, mientras a la vez intenta equilibrar una balanza comercial en la que el gigante asiático muestra un superávit millonario en su favor respecto de Washington. 

La parte china no reparó en esfuerzos para brindarle a Trump un “plus añadido” a su visita oficial. Fuentes conocedoras señalaron que China ha ejercido su máxima influencia para que la visita no se vea torpedeada por el lanzamiento de un misil norcoreano o una prueba nuclear de ese país.  Trump confía en que Xi lo apoye para así conseguir “la presión máxima” sobre el líder norcoreano,  Kim Jong-un. China ya hace “mucho más que en el pasado”, dijo un funcionario que acompaña a Trump. De todas formas, consideró que pese a las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, sigue existiendo actividad comercial en la frontera entre China y Corea del Norte, así como conexiones comerciales que para Washington no deberían existir. 

Estados Unidos, no obstante, mantiene la puerta de las negociaciones abiertas. Para ello Corea del Norte tiene que “reducir las amenazas, poner fin a la provocación y dar pasos serios hacia una desnuclearización”, dijo un funcionario al enumerar las condiciones de Estados Unidos. 

 Xi dio una bienvenida muy poco habitual al mandatario estadounidense en la Ciudad Prohibida, correspondiendo la recepción que el magnate republicano dio al líder chino el pasado mes de abril en su lujosa mansión de Mar-a-Lago, en Florida. Poco después de que el Air Force One llegara al aeropuerto de Beijing procedente de la base aérea surcoreana de Osan, Trump y su esposa, Melania, subieron al Cadillac presidencial blindado y viajaron al palacio situado al norte de la Plaza de Tiananmen seguidos por una comitiva de casi un centenar de vehículos.

Xi y su esposa, Peng Liyuan, una famosa soprano en su país, recibieron a los Trump a la entrada del Salón de los Tesoros, en el palacio del siglo XV que hasta 1911 fue residencia y sede de gobierno de los emperadores Ming y Qing. Los dos mandatarios y sus esposas compartieron una tradicional taza de té y Trump enseñó a Xi, con su teléfono móvil, un video de su nieta Arabella Kushner recitando en chino mandarín. Xi alabó las habilidades de la niña e indicó que merecía la máxima nota de sus profesores.

Tras el té, las dos parejas recorrieron la Ciudad Prohibida, un monumento de 9999 habitaciones, según la leyenda, que cada día visitan decenas de miles de turistas, pero que estaba vacío para la ocasión por motivos de seguridad. Más tarde, en el llamado Salón del Cultivo Mental, los presidentes y primeras damas asistieron a un espectáculo de ópera tradicional china, previo a la cena de gala que, también en un ambiente íntimo, ofreció Xi a Trump, como culminación de una primera jornada destinada a tejer lazos de amistad personal antes de tratar los asuntos espinosos que abordarán mañana.

Xi y Trump se volverán a encontrar en el Gran Palacio del Pueblo, sede del Legislativo, en la reunión de trabajo que mañana mantendrán las dos delegaciones, donde se espera que ambos países firmen importantes acuerdos comerciales como continuidad del plan de cooperación económica de 100 días que ambos líderes acordaron en abril pasado.

Dicho plan ya significó el regreso de la carne de res de Estados Unidos al mercado chino tras 14 años y el alivio de las restricciones políticas sobre las exportaciones de gas natural licuado estadounidense a China, reseñó la agencia Xinhua. Como aperitivo, el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, y el viceprimer ministro chino para Comercio, Wang Yang, presidieron hoy la firma de 19 acuerdos empresariales en los ámbitos de aviación, biotecnología e inteligencia artificial, por valor de 9.000 millones de dólares, informaron ayer medios locales.

Mañana se firmarán más acuerdos, dijo Ross, citado por la agencia de noticias local China News, y señaló el objetivo de Washington de reducir el fuerte déficit comercial con Beijing. Yang completó: “Esto es sólo para calentar. Lo mejor viene mañana”. Las autoridades chinas publicaron ayer los datos de comercio exterior del gigante asiático durante los 10 primeros meses del año, que muestran que China registró un superávit con EE.UU. en el comercio de bienes por valor de 233.000 millones de dólares, con un incremento del 8% sobre el mismo período del año anterior.

Trump hizo del déficit comercial de su país con China uno de los ejes de su campaña electoral del año pasado, y aunque ha moderado mucho su retórica contra el gigante asiático, llegó a Beijing acompañado de ejecutivos de una treintena de grandes empresas dispuesto a mejorar esa balanza comercial.