Un hombre fue condenado ayer a 24 años de prisión por el asesinato de la estudiante de psicología y acróbata Melisa Tuffner, a quien atacó a golpes y puñaladas en una calle de Glew en 2015. Se trata de Oscar Orlando Sosa, de 41 años, alias El Buey o Sandro, quien fue condenado por el Tribunal Oral en lo Criminal 8 de Lomas de Zamora por el delito de “homicidio simple”.

Por unanimidad, los jueces Nicolás Amoroso, Gustavo Ramilo y Alejandro Garlata consideraron a Sosa autor del homicidio de la estudiante y le aplicaron 24 años de prisión, uno menos que lo que había solicitado en su alegato el fiscal del juicio, Pablo Pando. En tanto, la defensa oficial había pedido que el imputado, quien pidió no estar presente en la lectura del veredicto, fuera absuelto por falta de pruebas o, en forma subsidiaria, se lo condenara a ocho años.

El padre de la joven, Marcelo, manifestó su satisfacción por la condena, y dijo estar “muy agradecido con el fiscal, su equipo y todos los que acompañaron durante estos dos años de investigación”. “Quiero que ahora mi hija descanse en paz, vamos a seguir trabajando por la memoria de ella, ayudando a otras personas que pasan por lo mismo y les cuesta llegar a la Justicia, para que sepan todo lo que puede llegar a pasar en una causa judicial”, concluyó.

El fiscal Pando consideró que “a pesar de las pocas pruebas que se pudieron recolectar”, se obtuvo “un fallo ejemplar dentro de la línea de homicidio simple”. “Estamos muy contentos como fiscalía por el trabajo de los jueces, la ayuda que tuvimos de toda la familia y la comunidad de Temperley para que podamos llegar a la verdad y a esta condena”, expresó.

El crimen fue cometido la tarde del domingo 19 julio de 2015, cuando Sosa vio en la calle a Tuffner, de 22 años, y comenzó a perseguirla mientras ella se dirigía al centro cultural El Gringo Viejo, en Glew. La joven tenía previsto luego encontrarse con su familia en la cancha de Temperley. Nunca llegó. Los vecinos la encontraron tirada en la calle, agonizando. A poco de cumplirse el mes del asesinato, el 16 de agosto, El Buey –apodo que se ganó luego de que su mujer lo dejara por un amigo mientras él estaba preso por robar un almacén del barrio– fue a darle el pésame a Marcelo, el papá de Melisa. “Me había sorprendido que no hubiera venido antes. Es un pibe al que siempre le di una mano. También se ponía a conversar con Mel”, contó Tuffner.

Melisa fue trasladada a la Unidad de Pronta Atención (UPA) de la vecina Longchamps, donde se constató que tenía dos heridas punzocortantes profundas en la cabeza, una en la parte posterior y otra en la sien, y un corte en la cara, además de golpes. Los familiares tramitaron su traslado al Hospital Sirio Libanés,  de Villa Devoto, aunque la joven llegó allí con muerte cerebral y finalmente falleció a los tres días.

El fiscal señaló como prueba más relevante contra Sosa las imágenes de las cámaras de seguridad de un gimnasio y de una peluquería que captaron cuando el imputado perseguía a Melisa mientras miraba hacia los costados y trataba de esconderse. Si bien las cámaras no tomaron el ataque, se los ve doblar en una esquina y a cien metros de allí es donde la joven fue encontrada herida gravemente, sin que le hayan robado nada y sin signos de abuso. 

Después del hecho, Sosa se presentó en la comisaría y, si bien no hizo una confesión, los policías que lo recibieron ese día declararon que dijo: “Me vengo a entregar, sé que me están buscando. Mi alma es impura, sé por qué Dios me puso aquí”. El hombre se reconoció en los videos, pero aseguró que no había matado a Melisa y que ni se había dado cuenta de que la habían atacado porque él se había ido directamente a su casa.

Los peritajes psiquiátricos señalaron que Sosa tenía rasgos que podían llevar a “actos desviados a la norma y tendientes a la transgresión”. También coincidió el testimonio brindado por Debora Ayzaguer, una psicóloga de la oficina pericial de Lomas de Zamora, quien señaló que Sosa tiene “un discurso religioso” y utiliza la “imagen de Dios” como justificación de sus actos. Y el perito psiquiatra Carlos Guillermo Voss remarcó que Sosa “comprende la criminalidad de los actos” y descartó que pueda ser considerado inimputable.

Por otra parte, se valoraron los testimonios de familiares de la víctima que aseguraron que Sosa era una persona “aterradora” que provocaba “miedo” a las mujeres del barrio, incluso a Melisa. Una hermana de la víctima dijo que se sentía “acosada” por el sospechoso porque constantemente le decía cosas. Y una prima del acusado contó al tribunal que El Buey intentó abusar de su hija, le tapó la boca y le dijo que si hablaba iba a matar a sus padres.