Horacio Garello, un policía retirado que llegó a juicio acusado de haber matado por la espalda a Jonathan Rojas después de disparar ocho veces, fue absuelto por el Tribunal Oral 16, por dos votos contra uno. Aunque los fundamentos se entregarán el 23 de noviembre, el pedido de tres años por parte del fiscal del juicio durante los alegatos marcó el techo del criterio. De ahí a la emoción violenta hay sólo un hilo. Garello baleó a Rojas cuando éste, con un compañero, asaltó al ex policía el 7 de mayo de 2016. Luego de forcejear, subieron al auto del ex policía y lo robaron. Garello, sacó su arma y disparó ocho veces. Una de las balas atravesó la espalda de Rojas y le provocó la muerte.

Según se probó durante el juicio, el 7 de mayo de 2016 cerca de las 8, Garello se encontraba en su auto Renault Symbol sobre la calle Pumacahua al 1400, de Parque Chacabuco, y –según su relato– vio a dos hombres que se le acercaban por Avelino Díaz. Según dijo, ambos estaban armados –lo que no se constató en el juicio– y le exigieron que bajara del auto, tras lo cual se habría producido un forcejeo primero con uno de los jóvenes y luego con el segundo, aunque ya detrás del vehículo.

En ese momento, uno de los asaltantes se subió al auto y le dijo a su compañero que hiciera lo mismo.

Luego, encendieron el vehículo y hasta ese momento el imputado, que no había sacado su arma, desenfundó su pistola y dio la voz de alto, identificándose como policía.

Según se dio por acreditado, Garello efectuó ocho disparos mientras el auto escapaba, primero desde la vereda y después desde la calle, y de esos balazos, siete impactaron en el vehículo: cuatro en el baúl, dos en la luneta y uno en el techo.

Poco después, el auto fue encontrado a unas cinco cuadras, dentro del barrio Rivadavia I del Bajo Flores, con Rojas ya fallecido dentro. 

De acuerdo a lo que se pudo establecer en la causa, uno de los disparos que ingresaron por la luneta impactó en la espalda de Rojas, que estaba sentado en el lugar de acompañante y sufrió una hemorragia interna y externa que derivó en su muerte. Para el fiscal Fernando Fiszer, “la situación de peligro la generó el imputado y decidió disparar ocho veces en defensa de su vehículo” y no para proteger su vida. Dijo que “no había motivo para que atacara, no hay disparos a la rueda o para obstaculizar la marcha del auto” y destacó que “tampoco hubo agresión por parte de los integrantes del vehículo por lo que su vida no corría peligro”. Pero también sostuvo que Garello estaba bajo un nivel de “exaltación y angustia” que lo hizo ceder parcialmente en ciertos frenos inhibitorios y provocó una disminución en la capacidad de control. Pidió tres años.

Del tribunal, Inés Cantisani y Hugo Decaria, votaron por la absolución, mientras que la jueza Cristina Bértola entendió que debía ser condenado por la misma figura por la que llegó a juicio, “homicidio por exceso en la legítima defensa”.