Mientras ya circula en la plataforma Change.org una petición contra la reforma de la Ley de Salud Mental, al grito de que dicha reforma “lesiona los derechos de las personas con enfermedad mental y a sus relaciones familiares”, Macarena Sabin Paz, resume para SOY: “Si se firma este proyecto de decreto reglamentario puede ser grave porque pone en jaque algunos aspectos centrales. Cambia la definición de salud mental, ya no como un proceso determinado por un montón de factores sino que reorienta la cosa hacia el lugar más biologicista. El ámbito donde solamente el poder médico tiene posibilidad de ejercer el control. Habla de hospitales especializados en salud mental, que para nosotros siguen reproduciendo el estigma de la segregación. Habilita el aislamiento, cuando el equipo tratante lo considere, empeorando las posibilidades de resolver cualquier padecimiento”.  

¿Ves alguna posibilidad de que esto derive en algún momento, como sucedió en Brasil donde un juez propuso la aprobación de las terapias de reorientación sexual? 

-Del texto que circuló no podría desprenderse nada de eso, lo que seguramente pasa, y esto es una opinión personal, es que hay una tendencia a la patologización de conductas consideradas por fuera de lo esperable. Algo común a un montón de cuestiones no solo con la orientación sexual, sino, por ejemplo, con los trastornos de conducta. Un niño que anteriormente era el revoltoso del grado, ahora va a tener un asistente personal en el aula o muy probablemente termine medicalizado. Estamos yendo hacia una patologización de la diversidad en cualquiera de sus formas y de la mano de los actuales representantes del Ministerio de Salud aún más, porque tienen una visión que desconoce que la salud es la suma de varios factores, de los cuales el biológico es apenas uno más. 

¿Quiénes están en mayor estado de vulnerabilidad ante este tipo de políticas públicas? 

-En tanto y en cuanto se reducen las garantías y volvemos a sistemas de encierro, personas que tienen un lugar para ser vulneradas, muy posiblemente lo sean más. Si vamos a pensar cual es la situación de las mujeres es de las peores: ligaduras tubarias forzosas, madres que son separadas de sus hijxs por considerarlas locas, mujeres infantilizadas por parte de los trabajadores de esas áreas. Y las personas trans y travestis lo son todavía más. Personas que han hecho elecciones diferentes o responden a la diversidad de género y no tienen posibilidades de consultas médicas como deberían. Personas que no pueden elegir en qué salas dormir porque todos los psiquiátricos se dividen en salas de mujeres y varones. Hay un montón de cuestiones que no son ni respetadas ni visibilizadas, y se siguen agregando vulneraciones. 

¿En qué consiste la Ley Nacional de Salud Mental que se sancionó en 2010 y que se estaría intentando modificar?

-Es una ley modelo de la región que tiene como principio la desmanicomialización. Por primera vez se ubica a todas las personas con padecimiento mental como sujetos de derecho, algo que ahora parece normal, pero no lo era. Quienes quedaban encerradxs en un manicomio perdían no solo su derecho a la libertad ambulatoria sino sus derechos ciudadanos. Se le iniciaban dos expedientes uno que regulaba la internación y otro de incapacidad, una restricción a la capacidad jurídica. Derecho de manejar dinero, contractuar cualquier cuestión de por vida. Con la ley, estas personas adquirieron el derecho de contar con un abogado defensor; si la persona fue internada involuntariamente tiene derecho a oponerse. La internación para nosotrxs es el último eslabón, porque es un tratamiento muy restrictivo.

¿Por qué creés que aparece esta necesidad de modificarla?

-Esta ley genera resistencias porque cuestiona el poder médico hegemónico, el hospital como el único lugar donde atender un padecimiento, a la psiquiatría como a la única disciplina para intervenir sobre estos temas y la medicación como castigo. Lugares de acumulación de poder médico y de los laboratorios que se dan en los psiquiátricos hace más de doscientos años en nuestro país. Lo que el texto de modificación dice sobre los abogados defensores de los pacientes, es que, y esto es grave, no deben inmiscuirse en las decisiones del equipo tratante. Pero la persona tiene derecho a cuestionar su tratamiento a través de un abogado defensor. Hasta ahora el órgano de revisión vela por la implementación de la ley, y este nuevo texto se arroga la facultad de decidir un presidente dentro del ámbito de revisión - hasta aquí funciona como defensa autónoma, independiente de lo que tiene que monitorear. Ahora sería el poder ejecutivo controlándose a sí mismo.

¿Qué quiere decir que, de aprobarse el decreto, una persona podría ser declarada incapaz en contradicción con las disposiciones del Código Civil?

-Antes nadie se preguntaba, cuando una persona se internaba, si realmente estaba reducida su capacidad jurídica. Inmediatamente se iniciaba la restricción de la insania. La persona ya no era una ciudadana. El nuevo código civil supone que todas las personas son capaces y para aquellas que no estén en condiciones de llevar adelante algunos actos de su vida, el juez dictamina un apoyo acerca de los puntos que necesite, a modo de una ropa a medida. Ese apoyo lo elige la persona: lo que yo no puedo hacer es tal cosa. Esto cambia la figura del curador. La persona puede ser nombrada incapaz sólo si los apoyos son insuficientes y no llegua a manifestar su voluntad a partir de todos los métodos disponibles, como en una situación de coma. Un paso enorme que ubica a la Argentina en mejor posición respecto de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de las Naciones Unidas. La convención dice que las personas aunque tengan una discapacidad son jurídicamente capaces. El código civil recepta ese mandato, y no elimina la figura de la discapacidad, pero la deja solamente para una excepcionalidad bastante chicas.

El proyecto hace referencia a dos conceptos bastante vagos como el “arte médico” y “métodos científicos”. Juntos son sostenes de una verticalidad médica cuasi oracular…

-Exacto. Es una regresión a la lógica médicocéntrica. Para el método científico una conclusión tendría que poder universalizarse sino no sería científica. Eso asume que las otras disciplinas no tienen voz legítima. Los campos disciplinares hay que cuestionarlos, sino parece que el único que puede hablar de la psicofarmacología es el psiquiatra o el psicólogo de piscología, sin embargo hoy cuando uno habla de interdisciplina habla de poder generar un saber común donde yo, como parte de un equipo tratante, puedo opinar sobre por ejemplo, una persona sometida a dosis elevadas de psicofármacos, porque veo que su sistema en general está deprimido. La medicación en el psiquiátrico es utilizada para que las personas no molesten.