@lacopecope ya era popular en las redes sociales antes de que su avatar se volviera, esta semana, trending topic víctima del machitroll, de comentarios anónimos de haters, blanco de la ciberviolencia de género. Esta nativa digital y mujer multitask escribe aguafuertes generacionales en Tumblr (lia-copello.tumblr.com) y cuelga viñetas en la fan page de Facebook de su alter ego, La Cope. También tiene un programa de radio y es standapera. Su humor embandera el código de la generación de historietistas que hoy se impone, como Ofelia, Camila Camila y La volátil.

“Me bloquearon la cuenta por 24 horas. Cuando volví a entrar estaba como si nada, pero habían sacado los posts del lunes”, cuenta Lía Copello a Las12. Ese lunes había posteado 42 screenshots de los insultos recibidos por inbox luego de publicar una viñeta de las suyas, una más, que hablaba de sentarse en el cordón de la vereda a tomar una birra como gran-plan-gran para la primera cita. Copello inició, sin saber que se llamaba así, un “Alerta Machitroll”, una forma de escrachar los comportamientos violentos hacia las mujeres en la red. “Fueron días re difíciles, todavía estoy vulnerable, como que sigo esperando más agresiones. Todo empezó con memes que al principio me resultaron graciosos, yo siempre jodo con el tema de la birra. Pero de golpe escalaron a un nivel terrible de violencia, incluso cambiaron textos de mis dibujos por otros discriminatorios, misóginos. Eso fue lo que subí el lunes al Facebook. Como que se desató una bronca masiva y contenida de gente a la que quizás no le gusta lo que hago pero ni siquiera descalificaron mi trabajo sino a mí: que soy una cheta, que soy una hippie con Osde que seguro no se sienta a tomar cerveza en la vereda. ¿Eso qué tendrá que ver? Otro me dijo ojalá que muera alguien que amás. 

También hay casos faro a nivel regional, como el de Catalina Ruiz Navarro, periodista mexicana a la que cada día le escriben puta en su Twitter. Ella explica que si se lo dijesen en la calle, por ejemplo, tendría chances de reaccionar o verle la cara al agresor. Ana Paula Freitas, periodista brasileña, hizo una nota sobre gamers que tuvo

repercusión; luego los protagonistas de su reportaje (mayoría varones) se organizaron en foros y comenzaron a acosarla: le mandaron cajas con caca, imprimieron remeras con su foto y la leyenda te vamos a matar.

Estos casos son parte del mapa que traza la Campaña Dominemos la Tecnología. “Muchas veces el abuso está dirigido a comunicadoras, periodistas, blogueras. Estas amenazas suelen provocar autocensura o que ellas decidan salir de esas plataformas”, detalla Florencia Goldman, una de las referentes de esta acción en marcha desde hace

casi 10 años. En los primeros tiempos las ciberviolencias de género estaban vinculadas a las relaciones íntimas y nuevas formas de control. En los últimos 3 años, en cambio, se registran cada vez más casos como el de La Cope. En alianza con la Fundación Carisma de Colombia, se creó la página Alerta Machitroll donde brindan estrategias sobre cómo reaccionar ante el nuevo fenómeno: hacer siempre captura de pantalla, ¿contestar o no?, si agreden a un colectivo contestar “en enjambre” (todas juntas, ¡ya!), recordar que Internet es la caja de resonancia de los discursos de odio, que amamos la web semántica pero hay plataformas como Facebook que se preocupan más por censurar posts feministas que por limitar la misoginia. “Después de todo -subraya Goldman-, Facebook fue creada por Zuckberger para vengarse de una ex novia.”

Lía Copello reconoce que este episodio le sirvió de vidriera, y que la cantidad de mensajes buena onda que aun ni terminó de leer “me devolvieron la fe en la humanidad”. Muchos de esos textos apoyaban la moción de brindar con una birrita y más: “¡Que llueva cerveza”, alguien exaltó.