El cuerpo femenino tiene una dimensión simbólica que potencia sus múltiples representaciones. Una de ellas se gritará por millones este sábado, Día Internacional de la Violencia contra la Mujer, cuando se reclame contra el fin de las violencias machistas como cada 25 de noviembre desde 1981, en conmemoración del asesinato de las hermanas Mirabal por orden del dictador dominicano Rafael Trujillo en 1960. Otras son artísticas y diversas: Ninfa y Mujeres ébano, por caso, son dos obras de danza que ponen en escena cuerpos femeninos que exploran, que aprenden, que sufren. Y que, desde los escenarios, luchan.

“Hablamos a través del cuerpo en tiempos donde el de la mujer está tan violentado. El cuerpo es la carne, es donde se manifiesta eso, y esa expresividad es el fuerte de la danza”, le explica al NO Bianca Lerner, directora de Ninfa. Y Vanesa Silva, de Mujeres ébano, agrega: “La resistencia y la lucha por la libertad son cosas que nos pasan cotidianamente a todas, y la danza es una forma de resistencia a estos tiempos turbulentos, desde el arte”. Ambas se apoyan en antiguas creencias para poner en escena mundos en los cuales los cuerpos son el lugar de inscripción de esas experiencias: las ninfas son divinidades de la mitología grecolatina y las orixás deidades africanas representantes de las energías de la naturaleza.

En Ninfa (jueves en ElKafka), cinco mujeres se abren a un mundo casi onírico y comienzan a experimentarlo, gozarlo y sufrirlo, con el ritmo organizando esa búsqueda (la coreógrafa es también percusionista) siempre a través del cuerpo individual o colectivo. “El cuerpo nos permite desarmar lo racional, salir de la narrativa lineal y conectarnos con algo más primitivo”, afirma la directora de esta obra que fue una de las ganadoras de la Bienal Arte Joven Buenos Aires. Por su parte, en Mujeres ébano (sábados en Actor’s Studio), Silva construye un puente entre la esclavitud de las africanas arrancadas de su tierra y las “nuevas esclavitudes” que someten a la humanidad: la trata, las adicciones y la situación de calle pero también el trabajo asalariado: “Estamos viviendo algo parecido sin necesidad de cadenas. Esas situaciones cotidianas las contamos con el cuerpo”.

La danza, aclaran ambas, aunque no es feminista de por sí, como otras disciplinas artísticas permite una mirada feminista sobre diversos temas y experiencias. Allí señalan la clave de sus propuestas: desde los escenarios pueden aportar a las luchas con contenidos y nuevas formas en el arte. “La danza es una forma de resistencia”, apuesta Silva. “Mujeres ébano es lucha y libertad de expresión, el trabajo colectivo de mujeres llenas de pasiones dispuestas a ser felices.”

Lerner, quién cerrará la jornada del sábado en la Manzana de las Luces con un círculo de tambores, se posiciona en contra de los extremos y los arquetipos dentro del movimiento y dice que el feminismo es “una paleta muy amplia, que está pasado por muchos tamices”. Y asegura que el arte, y la danza en particular, tienen cosas para aportar: “La danza está despierta, todas nosotras estamos despiertas, y es un discurso nuevo, un despertar a esta conciencia de la mujer en un lugar más digno”.

* Ninfa va los jueves a las 21 en ElKafka, Lambaré 866; y Mujeres Ébano los sábados a las 22 en Actor´s Studio, Av. Díaz Vélez 3842.

Ninfa