Los cientos de alumnos que pasan por su cátedra en la Universidad de Buenos Aires saben de su calidad docente. Desde que hace unos años abrió las puertas de su casa para dar un taller especialísimo de ocho encuentros de procesos creativos y seguimiento de proyectos para grupos interdisciplinarios, otros pudieron experimentar su entrega.   

Hablamos de la joyera Francisca Kweitel, titular en Diseño de Accesorios de la  Cátedra Kweitel-Kohon, FADU-UBA y creadora del simposio sobre joyería contemporánea “En construcción”, que este año decidió sacar a la calle los resultados de sus alumnos en una versión pop up en la galería Panal, para que pudieran mostrarlos y vender (Jean Jaures 361) el jueves 15 y el sábado 17 de diciembre.

Un recorte que muestra la heterogeneidad resultante del taller de seguimiento de proyectos donde 19 participantes –Alejandra Agusti, Ana Hirsch, Ángeles Castro Corbat, Catalina Villola, Dana Alessi, Fernanda Semino, Florentina Rodríguez Traverso, Isabel Martínez de Hoz, Laura Gilardenghi, Laura Leyt, Lucía Chain, Madelaine Ekserciyan, Maite Uribarri, Mariana Laplume, María Burundarena, Mía Soifer, Micaela Mornaghi, Pamela Vitale y Vera Somlo– exhibirán y venderán sus objetos, textiles, joyas y fotografías.

“Proyecto 8 es un pequeño experimento de arte y diseño itinerante. Experimento, porque es el primer pop up del taller, donde se mostrarán y venderán los trabajos resultantes. Itinerante porque no tiene un espacio determinado ni tampoco, un grupo específico de participantes. Arte y diseño porque son las disciplinas que se atraviesan.

Durante estos encuentros se proponen ejercicios cortos, intercambios, debates, poner las manos en la masa, verse desde afuera, hacer, virar, jugar, mover, buscar y generar desde adentro. Cada uno desde su lugar. Compartir la experiencia hace que las cosas afloren”, adelanta Kweitel.

“Llegan sin saber a qué vienen, simplemente confían en que algo bueno sucederá.  Cinco o seis personas que no saben nada unas de otras se van conociendo rápidamente con cada intenso encuentro. Cada semana, tras cerrar la puerta de calle al despedirlos, dejan ver cómo crece su relación con los encuentros, se ve un abrazo, se escucha una ayuda, dos que se van juntas para un lado, dos para otro..., continúa. La hoja en blanco no es un problema. Para mí, un inmenso desafío. Proponerles un juego, no dejar que calculen o que quieran algo en particular. Averiguar, casi mágicamente, sobre lo que trabajarán sucede cuando deciden que mejor, es dejarse llevar. Y sí, depende de cada uno, de cuánto tienen ganas de involucrarse, de cuánto están dispuestos a trabajar en ello, de cuánto se pueden dejar llevar, de cuán profundo quieren buscar. Pero si permanecen, más tarde o más temprano aparece. Y ahí está, presente, frente a un final irremediable”. Sólo ocho encuentros y un camino largo para seguir recorriendo.

¿Algunos ejemplos? La colección de broches de pelo de vaca cosidos con dibujos de tazas de Agusti;  los textiles estampados con ilustraciones propias de Soifer; las joyas en cerámica de Hirsch, los objetos también en cerámica de Castro Corbat o las joyas en vinilo y metal calado con textos ilegibles de Semino, las de Martínez de Hoz en papel, la de plástico reciclado de Leyt o las de plásticos fundidos de Ekserciyan,  entre otros.

 

–¿Hace cuánto haces estos talleres? 

–Empecé en el 2013 fuera de casa y desde el 2014 trabajo en casa, cosa que me encanta. Me gusta recibir a la gente en la intimidad de mi hogar y ellos perciben esa ofrenda y lo devuelven con especias.

–¿Por qué esta vez decidiste sacar los resultados a la calle?

–Para empezar admiro muchísimo los procesos, la entrega y el intercambio al que se entregan los participantes. Los resultados nunca dejan de sorprenderme y eso me da aún más alegría y entusiasmo por hacer más. Creo que los trabajos que emergen en tan poco tiempo son verdaderamente magníficos. Veo la inmensa capacidad que tienen todas estas personas poniendo las manos en la masa y gestando estos increíbles trabajos y la misma intensidad en la dificultad de mostrarlos y comercializarlos. Es un mal común. No es que yo sea una buena vendedora, para nada, pero sí puedo con la gestión y quiero ayudar a que se vean, muevan y salgan de la burbuja.

–¿Cuáles son las condiciones para participar, ser diseñador, artista?

–Este es el texto que enseño a la hora de intentar poner en palabras lo que propone el taller. Pero es cierto que, suceden muchas más cosas que son difíciles de definir o estropearían la magia de atreverse a lo desconocido. Este taller de ocho encuentros y un grupo muy pequeño propone ejercicios cortos, intercambio, debate, poner las manos en la masa, verse desde afuera, hacer, virar, jugar, mover, airear, buscar y generar desde adentro. Sea lo que sea que hagas, joyería, collage, cerámica, arte, diseño o artesanía o sólo las ganas de empezar algo nuevo. Compartir la experiencia hace que las cosas afloren. El taller propone siempre la misma experiencia, indefectiblemente diferente cuantas veces se haga... encontrar la punta del ovillo, devanar, construir.  Son siete encuentros para descubrir y desarrollar un proyecto, compartir, meternos en el trabajo del otro, reflexionar y hacer. Y un último para mostrar lo que se asomó, entre todo el grupo. Es importante que puedan estar presentes en todos los encuentros y puedan trabajar para ellos, ya que es poco tiempo y la participación del grupo como tal, es fundamental. No es para una disciplina, no es de arte, ni de diseño, ni de artesanía. Es, para los que verdaderamente tienen ganas de bucear dentro y trabajar mucho. Eso sí.

–¿Qué es lo que más aprecian del proceso?

–Atesoro muchos bellos testimonios. Si tuviera que resumirlos sería el poder del azar, la experimentación, el respeto, el colectivo, el valor del proceso y el tiempo. El hacer por puro placer.