La ultraderecha tiene una extraña obsesión frente a la pedofilia: denuncia sus presuntas redes mediante teorías conspirativas y, sin pruebas definitivas ni comprobables sobre sus acusaciones, obtiene en cambio crecientes beneficios políticos y una enorme repercusión mediática.
Según el historiador británico Norman Cohn, las conspiraciones centradas en la vulnerabilidad infantil no son nuevas y pueden ser rast“libelos de sangre”