Desde Tafí Viejo, Tucumán.

Arte y vida cotidiana: Rodolfo Bulacio hacía grabados con la cara de Moria Casán y de su abuela, o intervenía el retrato del casamiento de sus padres para después llamarlo “Nací para ti”. Hablaba de Warhol, Almodóvar y Palito Ortega, y trasladaba mucho de esa pompa kitsch a las paredes de su departamento simil cebra, al sillón del peluche del living y las margaritas de plástico que cubrían su heladera. Con horas volcadas a las manualidades, con los colores pasteles como de peluquería, los más precarios modos de producción (trabajar con lo que se encuentra y caminar en búsqueda de telas de descarte) y técnicas en otros tiempos consideradas menores y domésticas, Rodo bordaba lentejuelas y piedras de bijou sobre terciopelo, mucho más cerca de los carnavales que de la Academia, que hoy estudia su legado. Así veneraba y se burlaba en un mismo gesto de la industria de la moda, del matrimonio y de la argentinidad. En 1995 en plena convertibilidad pintó “One Rodo”, conocido también como “Rodólar”, el óleo de un billete en cuyo centro no hay ni un Roca ni un animalito sino su propia cara adornada con -de nuevo- margaritas. 

Ese mismo año, para su cumpleaños, quiso ser novia y organizó un casamiento a todo trapo con un increíble vestido diseñado por él. Sus amigos del colectivo Tenor Grasso estaban ahí: como marido, Sergio Gatica, Jorge Lobato Coronel era el padrino, y la madrina, Claudia Martínez. Cumplió con todos los rituales: tiró el ramo, llegó en un auto con moño, los invitados lo escoltaron en una caravana de vehículos por el centro de San Miguel, su mamá les hizo la torta. La performance se llamó “Mucha karakatanga en la coctelera” y los tórtolos se fueron a sacar las fotos en el reloj del Parque 9 de Julio, donde tradicionalmente posan las novias de San Miguel. 

“Rodólar” (1995)

Algo nuevo, algo viejo, algo prestado, algo pop, algo desubicado. La novia, como se estila, era el broche de oro de los desfiles en pasarelas montadas en galpones alquilados, clubes de barrio y hasta el Jockey Club. El bolero “Lo mismo que a usted” anunciaba su llegada. Podía tratarse de un vestido de tul lleno de pegatinas sobre la tela y la cara de la novia, otro con un armazón de dama antigua para darle volumen -de hierro, tan pesado que dejaba marcadas las caderas-, u otro de capas de hule transparente (“La rumbera de kristal”). 

La grasa efervescente

“A partir de cierto momento se empezó a complicar porque todos queríamos ser la novia del desfile. Lo resolvimos muy fácil, armamos una performance en la que todos íbamos de novia y se terminó”. Jorge Lobato Coronel recuerda las épocas en las que en San Miguel nadie se arriesgaba a programar una inauguración o estreno el mismo día y a la misma hora que un desfile de Tenor Grasso por su imbatible convocatoria. Tanto, que hasta el diario más leído de Tucumán -La Gaceta- si quería hacerle el favor a algún evento amigo tenía que mentir: “se comenta que en medio de tal evento podría haber un desfile sorpresa de Tenor Grasso. ¡Inventaban!. La vara era doble porque después el mismo diario se quejaba de que nuestros shows eran de mal gusto por ‘exceso de transformismo’. Nos trataban de superfluos pero la verdad es que hablábamos de temas políticos constantemente. Fuimos de los primeros de hablar de VIH. Fue en la escena tucumana un momento de efervescencia en el que peluqueros, contorsionistas, músico de jazz, escenógrafos, conceptuales, maquilladoras trabajábamos juntos”. En 1995 Antonio Bussi, interventor golpista de la provincia entre 1976 y 1978, el mismo general que no hacía tanto había secuestrado, torturado y dirigido los centros de exterminio de la provincia, volvía al poder. Esta vez lo habían votado. “Era tal la sensación de que teníamos en frente una broma macabra. Eso generó unión y de pronto prácticamente toda la escena del arte de Tucumán estaba unida, colaboraba, se hacía preguntas similares sobre el arte y la política, planteaba estrategias comunes, resoluciones con pocos recursos pero con solidaridad”, dice Marcos Acevedo, que supo ser performer de Tenor Grasso y hoy es Secretario de Cultura de Tafí Viejo. Lo dice desde la Casa de la Cultura de esa ciudad, en donde hace algunas semanas se montó la muestra homenaje “Ro(do)mance”, con vestidos, objetos, grabados y videos, curada por Jorge Gutiérrez y Jorge Lobato Coronel. 

“Nací para ti”

“Nos conocíamos todos de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán. Empezamos a querer romper con el esquematismo que te enseñaban: dibujo, pintura, grabado”. Empezaron a incorporar ideas de arte como fiesta, acontecimiento, modelos gordos como el personaje “Vaquillona argentina” (y véase también la obra “Es horroroso no contratar una gorda”), modelos trans (“para una estética que todavía no terminábamos de nombrar de esos modos”), “en combinación con el pop, la moda, las corporalidades por fuera de la regla, que hoy es algo que se ve pero andá a hacerlo en Tucumán a principios de 1990”, dice Jorge. 

El asesinato de Rodolfo Bulacio, para muchos el alma de Tenor Grasso, un crimen de odio cometido en 1997, marcó la etapa final del colectivo. “Y todavía hay que estar corrigiendo a la gente cuando lo recuerda diciendo ‘ay me acuerdo cuando murió tan jovencito’. No se murió, señora, fue un asesinato. Algo tan trágico, tan brutal que se ve que la gente de Tucumán no logró incorporar. Después de ese funeral masivo algo se fue desinflando en Tenor Grasso, algo de ese espíritu de ser-festivos-aun-en-la-desgracia se quebró, y empezamos a desarrollar carreras por separado”. Hoy Tenor Grasso se enseña en esa misma facultad como uno de los grandes eslabones neopop de la historia de arte argentino. 

“Pajaritos en la cabeza”, diseño exhibido durante un desfile de Tenor Grasso.

Años después del espectacular casamiento-performance de Rodo, Jorge Lobato Coronel se encontró la foto de aquella novia en la vidriera de una casa de fotos: “¿Viste que esos locales, hasta hace unos años por lo menos, ponían las mejores novias en la vidriera? Se ve que alguno de los fotógrafos que esa noche andaban dando vueltas por el Parque donde Rodo fue a posar sacó ese negativo, lo imprimió y lo expuso en la vitrina del local y ahí quedó. Obvio que la compré en cuanto la vi”.l


La página de Facebook Tenor Grasso reúne imágenes y videos de archivo de Rodolfo Bulacio y del colectivo.