“Un verdadero ritual compartido; una celebración de baile y catarsis colectiva que cambia el comienzo de semana; una gran rave orgánica”, definen los periodistas Humphrey Inzillo y Gabriel Plaza a lo largo del libro La Bomba de Tiempo. Ritual y ritmo (Atlántida). Después de una década de existencia del grupo, los autores se propusieron contar la historia de este fenómeno social y cultural que, según ellos, tiene pocos antecedentes en Buenos Aires y viene a saldar una deuda con las raíces africanas. “Parece que la gente estaba esperando el llamado. Era un estado de latencia en una ciudad que negó durante mucho tiempo sus tambores, una ciudad que, en el mismo tiempo en que se construyó de espaldas al Río de La Plata, también les dio la espalda a sus orígenes negros”, analizan los autores y resaltan que la experiencia de La Bomba construyó una comunión no solo con el público porteño, sino también con los extranjeros que visitan la ciudad.

La Bomba nació en 2006 a partir de una idea del percusionista Santiago Vázquez, inspirada en los ensayos abiertos de Olodum, el bloco de samba-reggae bahiano. Vázquez, entonces, quiso recrear una experiencia similar en Buenos Aires y encontró cobijo los lunes en Ciudad Cultural Konex. “El libro habla de cómo de la cabeza de Santiago surgió la visión de crear un grupo de este estilo que no existía en Buenos Aires, es decir, que convocara a la gente a generar un ritual de encuentro, social, cultural y, en algún punto, una comunidad musical propia”, explica Plaza sobre la génesis del libro. “Es un organismo vivo que se va transformando y creciendo con los años”, entiende el periodista y cuenta que el proceso de producción duró cuatro años.

Según los autores, se trata de una construcción colectiva que precisa de cada una de las individualidades: todos ocupan un lugar importante en el grupo. De hecho, Vázquez convocó a un seleccionado de percusionistas provenientes de diferentes extracciones musicales. En 2012, Vázquez se desvinculó del grupo y La Bomba consolidó el espíritu horizontal y participativo. El libro, que está acompañado por fotografías de las giras por ciudades del mundo, cuenta con un perfil detallado de cada uno de los músicos, un mapa de las familias de instrumentos que suenan en el grupo, una radiografía cultural e histórica del barrio del Abasto, voces de algunos de los 650 artistas invitados y una versión en inglés, entre otras perlitas que hacen a este fenómeno que ya fue visto por cinco millones de personas.