Cuando Rocío Restaino, publicista, hoy coordinadora de la colectiva Mujeres en Publicidad, subió a sus redes una foto de una ballena nadando en el medio del mar, nunca imaginó que ese posteo se iba a transformar en el libro colectivo Nadar en la manada, que pone sobre la mesa las violencias de géneros que atraviesan las trabajadoras de la industria publicitaria.

La ONG Mujeres en Publicidad (MEP) nació hace 5 años y reúne a mujeres publicistas de Argentina, América Latina y España. Su principal misión es crear un espacio en donde mujeres y diversidades del ámbito de la publicidad, la comunicación, el márketing y sectores afines, puedan promover perspectivas de géneros, diversidades y derechos humanos. Su finalidad es eliminar estereotipos dañinos de los contenidos que se desarrollan y difunden, pero también, la de crear espacios de trabajo equitativos, justos e inspiradores. “Que te dejen afuera de los proyectos, que te ninguneen en las fichas técnicas que son los lugares de reconocimiento, que te den para trabajar los guiones de tampones y no los demás, eso es violencia”, dice Florencia Luque, integrante de la colectiva y autora de uno de los escritos del libro.

Además de la escritura coral de este primer libro, Mujeres en Publicidad lleva adelante lo que ellas llaman rondas mensuales en las que van contando cómo se sienten en sus lugares y en qué están trabajando en las diferentes comisiones que integran. “Cuando empezamos a escribir, a todas nos daba miedo las represalias, teníamos temor de que nos trataran como exageradas, pero siempre tuvimos claro que la finalidad del libro no era el escrache sino que queríamos retratar una problemática transversal”, explica Mariela La Rocca, redactora creativa e integrante de MEP, también autora del libro y compiladora.

Así como el mundo de la publicidad se fue modificando acorde a los tiempos que corren, ellas se fueron dando cuenta que había violencias naturalizadas, chistes que no lo eran y situaciones que bordeaban el acoso. Gracias a las rondas y al ir escuchándose, pudieron detectar que todas habían sufrido situaciones de violencia en algún momento de sus vidas. “Antes de escribir mi relato, creía que no había pasado por ninguna situación así, pero me di cuenta de que el hecho de que te pongan sobrenombres, que te dejen afuera, que te agarren en un ascensor, o que te hagan chistes que socavan tu autoestima, es violencia”, detalla Flor.

El conocido techo de cristal también es violencia: “vos mirás los datos de la publicidad sobre porcentaje de liderazgo de mujeres en las industrias y somos menos del 20% en cargos directivos. Las mujeres no llegan a los lugares de liderazgo a veces porque se cansan, a veces porque les da miedo, a veces porque no les dan el lugar, a veces por las tareas de cuidado”.

Según las estadísticas, en las carreras de publicidad hay un porcentaje de estudiantes mucho más alto de mujeres que de varones, pero las mujeres que llegan a los puestos de liderazgo son mínimos. “Cuando ves las áreas donde las mujeres son líderes suelen ser las áreas de cuentas. A muchas de nosotras nos decían cómo teníamos que ir vestidas para agradar a los clientes y cuando venía un cliente de afuera lo tenías que acompañar de paseo”, explican.

Ni locas ni exageradas: las cifras hablan

Según una investigación realizada por Círculo de Creativas Argentina, MEP y la consultora Medio Mundo, sólo el 17,3% de las agencias tienen paridad de género en las áreas creativas en las que las mujeres representan más del 50% del departamento. El 75% de esas agencias son chicas, el 66% son independientes y sólo 3 agencias grandes tienen paridad de género, sobre un total de 28. Por si esto no alcanzara a demostrar la disparidad, el 2,7% de todas las mujeres que trabajan en publicidad alcanzan roles de máximo liderazgo. “Y ese 2,7% logró ser líder porque son dueñas de las agencias”, explica La Rocca: “es la eyección misma del sistema: ¿quéres liderar?, tenés que abrir tu propia agencia, como si eso fuera fácil, porque después tenés otra cuestión a vencer y es que los clientes quieren varones del otro lado, por eso tan pocas llegamos a ese lugar. Yo tenía una agencia con mi ex y hace 5 años abrí la mía. Te puedo asegurar que empezar de nuevo y retomar clientes es una tarea titánica porque todo está cercado. Me pasaba desde adentro, querían hombres, la palabra autorizada era de los hombres; imaginate después”.

Para Mujeres en Publicidad, poder llegar a sus compañeros varones también es un desafío. “Es una industria totalmente dominada por hombres: los jurados en su mayoría son varones, los directores de las agencias en su mayoría son hombres”, dicen y agregan: “Desde MEP tratamos de que esto no sea una conversación de mujeres solamente. Una vez hicimos una campaña en redes mostrando que en las tapas de algunas revistas había solo hombres y me llama uno de ellos y me dice qué hago, y le respondimos, podés decidir no salir. Al tiempo me llama y me dice, ‘me bajé de una tapa’. Son cambios muy pequeños pero que hacen tomar conciencia del mundo en el que vivimos”, dice Flor.

El deseo de las MEP es que el libro sirva como una toma de conciencia y para “que dejen de tratarnos de exageradas y de tildarnos de locas, para que se entienda que es una problemática y que hay que darla vuelta”.

Ante la consulta de si ha cambiado el mundo de la publicidad con la llegada al gobierno de Javier Milei, tanto La Rocca como Luque explican que hay compañías que bajaron sus campañas de géneros: “Pero esto es mundial, hay una regresión general no sólo de los discursos sino también de apoyo económico para las iniciativas que tenían que ver con géneros y diversidades”. El problema, según ellas, es que esta bajada de línea a nivel mundial hace que sus compañeros y jefes se relajen y se aflojen la corbata. Pero, por otro lado, MEP forma parte de la iniciativa de ONU Mujeres “Alianza sin estereotipos”, que trabaja específicamente en derribar estereotipos en la publicidad: “desde adentro cuidamos para que estos programas sigan existiendo”.

Si bien MEP nació en Argentina, la red creció tanto que ya tienen compañeras en otros lugares del mundo replicando la idea: en Barcelona están llevando adelante las rondas, en una iniciativa que se llama Cañas con colegas.

En palabras de Mariela La Rocca: “Nadar en la manada es la radiografía de un problema. Va más allá de las cifras y los datos fríos. Es la foto viva de la violencia, simbólica y machista, en los lugares de trabajo. El subtexto hostil que daña la autoestima y hasta logra torcer rumbos en el más absoluto silencio. No es catarsis. No. Es ponerle sonido. Es darle una forma concreta: la de un relato detrás del otro para que, apilados tengan peso. Para que quienes aún no pueden verlo, no tengan más alternativa”.

Las pueden encontrar en Instagram: @somosmep