Con dedicación, calma y paciencia zen, algo poco habitual en estos días, el cantante, compositor y productor Juanito el Cantor construyó las nueve canciones que integran su tercer disco solista, El afán de darle vueltas (2025), que presentará este viernes 20 de junio a las 20 en Cultural Thames (Thames 1426). Un disco que llega once años después de El sueño de las ballenas (2014), pero en el medio fue coleccionando canciones, dejándolas macerar, y publicó obras con bandas como La Nube Mágica y Defórmica, además de producir discos de Lucy Patané, Paula Maffia, Lucio Mantel, Ainda y Gustavo Cordera, entre otros. “El contexto actual le propone a los artistas ser generadores de contenido: todo el tiempo tenés que estar compartiendo algo nuevo o sino pareciera que desaparecés del mapa... ¡Igual desaparecés del mapa! Porque está saturado. Entonces, quiero tomarme esa libertad de compartir en la medida que sienta que realmente llegó el momento. Mientras tanto, yo sigo todo el tiempo en acción”, dice el músico de zona oeste.
El cantautor y productor de Castelar viene recopilando canciones hace más de diez años. Algunas son previas a El sueño de las ballenas, pero no habían entrado allí. “Gran parte de los temas los vengo tocando bastante. La más antigua es 'Flotar'; el otro día encontré un demo que era de marzo de 2008. 'La música' también es un tema de ese tiempo. La más nueva probablemente sea 'Aldea San Cosme', que es de 2021”, precisa Juan Ignacio Serrano, según su DNI. “Trabajo bastante así: todo el tiempo estoy componiendo y tengo temas que ahora están en 'las inferiores'. Porque también siento que se van asentando las composiciones, pero sobre todo las interpretaciones. Me gusta la idea de que el tema se gane su lugar pasando ciertos filtros de tiempo, porque a veces hay un enamoramiento del tema nuevo. Pero cuando pasa el tiempo y sigue estando ahí es porque se ganó un lugar. Es uno de los beneficios que quiero aprovechar de ser un músico independiente: no necesito estar todo el tiempo publicando”.
Hay una idea central, filosófica y conceptual que atraviesa el disco y tiene que ver con el título. “El afán de darle vueltas es otra manera de referirse a lo que Herzog llamó ‘La conquista de lo inútil’. Es eso que los artistas perseguimos obsesivamente y no responde a una lógica de productividad. El arte, aún inútil, nos resulta indispensable para hallar sentido y salud en un mundo corroído por la voracidad desenfrenada del consumo”, sostiene el músico. “El arte es un reino gobernado por el capricho. Es un grito de niño que como adultos nos guía hacía el maravilloso estado de la contemplación”, dice. De alguna manera, también, es una respuesta o reacción a la hegemonía cultural reinante: no todo en esta vida se rige por la lógica del mercado; también es valioso lo que no genera ganancias inmediatas. La belleza, el saber, el arte, el conocimiento.
“Me costó mucho llegar al título del disco. Pero en la selección de canciones empecé a encontrar este concepto que tenía que ver sobre todo con este pilar de hablar acerca del quehacer artístico, pero también el quehacer hoy con mi edad, con tres hijas y una familia”, cuenta el artista. “Aparece la pregunta sobre cómo es seguir siendo un artista hoy. Cuando empezamos en esto, en la adolescencia, somos un montón, pero después es difícil sostenerse económicamente en la vida adulta. Y muchos soldados caen en esa batalla, algunos dejan de hacer música o lo hacen de manera accesoria. Yo considero un triunfo enorme sostenerme con la música. Justamente este 'afán de darle vueltas' a algo que es inútil por definición, por más de que las utilidades puedan a aparecer después, como vender discos o entradas. Pero es como sostener un trabajo alrededor de la fe prácticamente: una obra es algo intangible. Los músicos podemos estar años terminando una canción a la que le faltaba una palabra. Me genera mucha satisfacción zambullirme en esa obsesión y fascinación por lo intangible”.
-En una canción, "Con tu libertad", decís: "Te ves tan bonito con tu libertad", ¿No habla de este presente político, no?
-Esta canción es anterior (a este gobierno), la hice hace varios años. No voy a permitir que se roben esa palabra. Las canciones son como cartas de tarot que van cambiando de sentido todo el tiempo, segundo a segundo, según quién las lee. Y ahí aparece también la fascinación por una palabra. Es una batalla en este momento, una interpelación.
-Y en "La música", reflexionás: "La música no tiene precio"…
-Sí, habla sobre la música, pero también sobre el arte en general. Hay algo entre el equilibrio de estar cumpliendo metas y también no olvidarse que le dedicamos la energía y el tiempo a algo que nos llena, como la música. La familia, los amigos, los afectos y la música son mis pilares. Le dan un sentido genuino a mi vida. Esa canción es una especie de recordatorio de mí mismo.
El disco, en líneas generales, tiene un carácter cálido, reflexivo, por momentos íntimo y testimonial, como ocurre en “Aldea San Cosme”, un aire de milonga con elementos de música celta. El afán de darle vueltas es también una propuesta para pensar las cosas desde otro lugar y hacer una pausa. “El disco tiene que ver con un momento de mi vida, por eso elegí que quedaran estas canciones. El que soy hoy terminó de tomar la decisión de cuáles quedaban”, resalta. “Me gustó la idea de hacer un disco muy íntimo. También tiene mucho sentido porque casi trabajé solo. Pasé en limpio muchas cuestiones personales y bajé algunas ideas que me venían dando vueltas hace muchos años”. De todos modos, en vivo el cantautor estará acompañado por una súper banda integrada por Rodrigo Carazo (bajo), Licina Picón (piano), Marín Pien (guitarra) y Nicolás Soares Netto (percusión).
-¿Y hay lugar para este tipo de canción en Buenos Aires?
-Sí, yo creo que sí. En Buenos Aires hay lugar para todo. A diferentes escalas, obviamente. Siento que lo que hago tiene algo más de nicho. Pero me sorprende todo el tiempo que me escribe gente y me hablan del disco, de cada una de las canciones. Y eso me hace dar cuenta que cuando hacemos obras que no son normativas hay mucha gente agradecida y esperando este tipo de música. Yo agradezco también cuando me llegan discos así. Por eso hay que desconfiar mucho de la idea de que algo te guste o no, porque a veces lo que nos gusta a primera escucha es porque se parece a algo que ya nos gustó, en general. Entonces, que te lleve un tiempo que te guste algo está bueno. Me pasó con Artaud (1973), de Pescado Rabioso, que me empezó a gustar después de varias escuchas y me cambió la vida, se volvió un pilar de mi discografía.