El general César Milani fue procesado ayer por enriquecimiento ilícito a raíz de la compra de una casa en La Horqueta, en San Isidro. El militar argumentó que compró la vivienda con un préstamo de 200 mil dólares que le dio un amigo, el también militar Eduardo Barreiro, un veterano de Malvinas que está imputado en causas de lesa humanidad. En una extensa resolución de 500 páginas, el juez federal Daniel Rafecas sostiene que se trató de una maniobra y que el préstamo no existió. Por ejemplo, Milani supuestamente le dio a Barreiro un departamento de la calle Moldes, en Belgrano, a cambio del préstamo, pero desde 2010 Barreiro no presenta declaraciones de bienes ni de ganancias, por lo que no figura ni el dinero prestado ni el departamento. Una vez que se vendió el inmueble de Belgrano, Milani dice que Barreiro se quedó con el dinero, pero eso no se condice –según el juez– con el acta realizada ante escribano. Fuentes cercanas al general reiteraron ayer a este diario que la compra de la casa se hizo con el préstamo de Barreiro, aunque admitieron que no se declaró porque fue “un préstamo entre amigos, muy habitual entre ambos”.

Milani compró la casa de La Horqueta en 2010 en 1.500.000 pesos. Pero como todo su patrimonio rondaba 1.300.000 pesos debía explicar cómo hizo para concretar la compra. En el expediente se presentó lo que se llama un mutuo, es decir un préstamo de Barreiro a Milani a cambio del departamento que Milani dejaría en la calle Moldes para luego mudarse a La Horqueta. “Yo necesitaba el dinero hasta vender el departamento. Barreiro me había prestado dinero 20 veces y yo le preste a él otras 20 veces en los 45 años que nos conocemos”, argumentó Milani. Lo que dice Rafecas es que para justificar el dinero de la compra, Barreiro y Milani suscribieron un préstamo con fecha anterior, diciembre de 2009, pero que ese préstamo nunca existió. A tal punto que ninguno de los dos declararon ni el préstamo ni el traspaso del departamento de la calle Moldes. 

Milani argumenta que toda la transacción se hizo como él dice: Barreiro le dio los 200.000 dólares y se quedó con el inmueble de Belgrano. El tema es que ese departamento después se vendió a una mujer, María Santulián, y supuestamente con eso quedaba devuelto el préstamo. Sobre eso sí se hizo un acta ante escribano, pero el escribano puso en el texto que presenció el movimiento de dinero, cuando en verdad no debía moverse ni un dólar, porque Barreiro recuperó la plata vendiéndole a Santulián. Para Rafecas otra evidencia contra Milani fue que su defensa ofreció a la escribana como testigo, pero después retiró ese ofrecimiento. 

En su momento, Milani dijo que toda la transacción se hizo porque le faltaba el efectivo necesario, pero que su capacidad de compra estaba demostrada ya que heredó propiedades de su padre, ex intendente y referente peronista de Cosquín. César Milani padre fue, además, un próspero constructor. 

Sin embargo, para Rafecas las cuentas no cerraron. Ni Milani ni Barreiro inscribieron el préstamo en sus declaraciones juradas, ni Barreiro dio cuenta de que el departamento de la calle Moldes le pertenecía. En el escrito, el juez también deja entrever que el valor de la casa de San Isidro era mayor que el declarado, a lo que se suman las idas y vueltas con la declaración de la escribana. En la defensa de Milani adelantaban ayer que apelarán la decisión de Rafecas antes del fin de semana.