El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, analizó en su editorial por la 750 qué hay detrás de la polémica declaración del ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, quien reveló que el Presidente Javier Milei "gemía" de entusiasmo cuando le mostró el plan de desregulación. “Siente como si se le hubiera ofrecido una raya de alguna merca y estalla de placer”, dijo sobre la inimaginable escena de crueldad.

El editorial de Víctor Hugo Morales

Federico Sturzenegger contó cómo reaccionó Milei cuando le contó por primera vez su propuesta legislativa para reformar el Estado. Dice que Milei se entusiasmó tanto que gemía como si estuviera teniendo sexo.

Un rugido profundo sacado desde un esternón que vibra, un sonido gutural –esto va por mi cuenta– que a veces es sonido de fondo de una película de Hulk.

Estaba verde Milei, verde dólar. Tomando de las cornisas al Estado. Lo mordía, le pasaba la lengua por las paredes y lo derrumbaba poco a poco. Se entregaba el Estado.

No dio detalles Sturzenegger, pero al parecer la actitud de Milei fue como en las películas cuando entran por primera vez a la habitación y se quitan la ropa mutuamente y no esperan a llegar al lecho de tal exitación que tienen.

Si cuesta entender cómo lo hacen tan fácil en las películas, es fácil imaginar a Milei entrando con los edificios del Estado en brazos, desnudándolos mientras va caminando y patea la puerta.

En el pasillo ya se va despojando de pudor. Y las palabras de Sturzenegger excitándolo lo van poniendo más loco. Sturzenegger le susurra, paladea el placer, sabe conducir el apetito extraño de Milei.

Le dicen, bajas diez mil empleados por día, y eso suena a quitarle la ropa. Después los cerrás para siempre, le dice, lascivo, Sturzenegger, y Milei siente como si se le hubiera ofrecido una raya de alguna merca y estalla de placer.

Vos tranquilo, le dice Sturze, los que miran están fascinados. Sienten que participan, swingers en suspenso, que gozan con la satisfacción de Milei. Sturzenegger se asoma y le promete que la semana que viene hay más.

Y Milei cree escuchar la palabra Garrahan y se revuelca de placer. Sturzenegger, ahora con un guiño, le dice INTI, INTA, Vialidad, y ahí la película manifiesta toda su obscenidad y, como un Marqués de Sade, Milei ve en el sufrimiento de las víctimas el apogeo libertino de su cerebro libertario. Es el dolor lo que colma el placer de Milei.

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