“Los jóvenes de hoy en día ya no tienen ideología / sólo piensan en las drogas, en el sexo y en orgías. Los jóvenes de hoy en día ya no distinguen el mal del bien”, cantan Jorge Maronna y Carlos López Puccio en Los jóvenes de hoy en día, el rap pegadizo que presentó en 2012 el histórico grupo humorístico y musical Les Luthiers; y que resume, en apenas un par de estrofas, los dos grandes discursos que caen sobre la juventud. Por un lado, el reto ante lo que se presume como falta de valores e intereses. Por otro, hacia el final de la misma canción, el otro gran discurso, el del hedonismo veloz y el disfrute como máxima ambición: “No hay derecho a que la pasen tan bien”, cierran, agotados, Maronna y López Puccio.

Con 80 años, el filósofo francés Alain Badiou sacó en 2017 un libro en base a unas conferencias que dio para jóvenes a los que llama “La verdadera vida” y a la que define como la verdadera pregunta filosófica desde los albores de la Humanidad: ¿qué es una verdadera vida, aquella que realmente valga la pena como colectivo humano? Badiou dice que esos dos grandes discursos contradictorios –el de ser felices ahora, enfrentado al de construir un futuro esforzado a largo plazo– moldean la juventud desde hace miles de años. Ante eso, propone un comentario, lejos de una lección a los jóvenes: que aún es preciso cambiar el mundo para dotarlo de sentido, romper las desigualdades sociales y vivir en comunidad.

Durante 2017, la juventud argentina vio cómo los discursos contradictorios emergían ante sus ojos. A la juventud se le achaca ser irresponsable por tomar escuelas públicas cuando no pueden decidir sobre la educación, por no interesarse por el futuro o por hacerlo desde un modo diferente a lo que el poder de turno juzga correcto. Y, a la vez, se le propone como proyecto de vida la docilidad: aceptar la pasantía, aceptar la doctrina de seguridad que los apunta para disciplinarlos y aceptar que lloverá el beneficio a partir del esfuerzo. Ya lo dijo el Presidente: es tiempo de esforzarse.

Qué clase de proyecto es éste, se preguntaron los pibes que tomaron más de 20 escuelas en Buenos Aires. Qué clase de proyecto ofrece esta sociedad con un 45 por ciento de desempleo entre jóvenes y casi la mitad de ellos bajo la línea de la pobreza. Hay tres juventudes, entonces: los que pueden disfrutar, los que pueden pensarse a futuro y los otros. ¿Qué clase de vida es ésta?