En un recital de Alex Anwandter existen canciones para bailar y llorar, existen sentimientos que flotan y mueren, existe el fanatismo ciego y existe un deseo voraz que se escurre entre los cuerpos. El cantante, compositor y productor chileno es un maestro en el arte de transformar a la noche, mediante su música pop y su presencia escénica, en un territorio donde conviven el goce, la intensidad y el compromiso político con la disidencia. En los próximos días de septiembre regresa a la Argentina con una gira por Buenos Aires, Córdoba y La Plata. Sin álbum nuevo para presentar, pero con la furia que caracteriza a su sonido en vivo, existe la promesa de un recital inolvidable, con teloneros como Juana Rozas y varias sorpresas en camino.

Atento a las complejidades que atraviesan el territorio latinoamericano y crítico con los discursos queer funcionales al status quo, cada canción de Anwandter ofrece múltiples sentidos y posibles interpretaciones: dramas íntimos que revelan cómo la injusticia es una parte estructural del día a día, emociones y deseos que van más allá del amor romántico y las expectativas de la heteronorma, y la búsqueda musical como uno de los pocos combustibles disponibles para vivir. En conversación con SOY, dialogamos con el artista sobre la actualidad, su perspectiva del arte y sus expectativas con sus recitales en nuestro país.

Alex, en varias entrevistas mencionas el concepto Pinkwashing y ponés en duda la idea de comunidad dentro de la cultura LGBTIQ+. ¿Cómo es hoy en día tu posicionamiento al respecto?

Alex Anwandter: Supongo que ahora el problema más urgente es entender por qué están tan en alza los discursos de violencia y el fascismo. Le pongo una pausa a un reclamo del marketing LGTBQ, que a propósito, como consecuencia de todos esos discursos, por lo menos en Estados Unidos se está viendo mucho menos. Antes era vergonzosamente grueso: llegaba el primero de junio y era como la pasta de dientes gay. Todo era gay y ahora ya no. Por un lado es bueno porque se acaba como esa venta de la identidad, pero por otro lado es símbolo de otra cosa. A mí me gusta mucho la idea de comunidad, pero soy receloso de usar esta palabra porque veo muy poco de eso. Me parece que el mundo de hoy hace mucho énfasis en el individualismo y en otras nociones que están mucho más presentes, como de éxito, dinero y fama, y todo eso nos empuja a cada uno para su lado. Comunidad es un poco el opuesto, es priorizar a un grupo antes que a uno mismo.

 

 

Me gustaría consultarte sobre la capacidad del arte para combatir o afectar los discursos reaccionarios y los movimientos de derecha. ¿Pensás que el arte tiene ese poder de modificar la realidad?

AA: Son modelos de aproximación al arte a los que uno escoge suscribirse o no, pero no es cuantificable el efecto. Por ejemplo el modelo del arte como espejo o el modelo más brechtiano, del arte como un martillo que moldea la realidad. Supongo que me suscribo, en parte, a ambos, pero intento no pensar tanto al respecto. Me parece que algo lindo que tiene mi trabajo es justamente que no se puede medir cómo funciona y qué efectos tiene. Y de cierta manera eso ya en sí va en contra de cómo procede el mundo usualmente. Por ejemplo, me voy más al extremo, una de las cosas que a mí más me gusta o que más aprecio es la danza. Encuentro que es de las cosas que menos sirven. Quiero decir, con la música, por último, estás lavando los platos y la pones de fondo para escuchar, pero la danza sólo existe en un momento, si lo ves en video no sirve. Esto es muy hermoso, algo que no sirva. Si me gusta pensar en el arte como una especie de magia que nos ayuda a procesar lo que vivimos.

En tus videos y tus recitales, la danza está muy presente. ¿Cómo surge ese interés en incorporar el baile a tu propuesta musical?

AA: Soy bastante tímido en la vida civil y no me considero en absoluto un bailarín. Sí tomé unas clases, pero no mucho tiempo. Pero fueron las suficientes, y con alguien a quien considero un maestro, de esas personas que transmiten algo que excede al oficio mismo que te enseñan. Él me enseñó cómo comunicarse con el cuerpo. Esto es algo muy lindo y que no se desaprende nunca realmente. Me quedé con el gusto del cuerpo como una forma de expresión añadida a mi trabajo. Lo hago de la manera más intuitiva y amateur posible, pero se me hace muy entretenido y me parece que la gente lo disfruta también. También tiene que ver con ser la primera persona que baila en la fiesta, de alguna manera le estás dando permiso a todos para hacer lo mismo.

Actualmente existe en la escena queer muchos discursos que teorizan a la noche, que la piensan como un espacio de resistencia y refugio, una suerte de aparato político que construye un nuevo tipo de militancia. ¿Cómo lo ves?

AA: No es por llevar la contra a todos, igual soy bastante de llevar la contra. Me parece que ese tipo de discursos estuvieron muy en boga desde hace unos 15, 10 años atrás donde se empezó a hablar sobre la pista de baile como un territorio político, etc. Me parece que es una lectura válida, y por ahí es porque yo no soy en absoluto académico, pero no sé qué se traduce de esa lectura. Hay algo de autofelicitación en todo ese tipo de ejercicio también, y muchas veces es darle una profundidad a cosas que no necesariamente tienen que tener profundidad, y que muchas veces no la tienen. Es como un poco lo que te decía de la danza, como que no sirve de nada, y eso está muy bueno. Por ahí eso puede ser más político que una lectura como “súper política” que intenta sacarle el jugo a una piedra.

¿Cómo es tu relación con la noche?

AA: Durante bastante tiempo no salí mucho a bailar o a enloquecerme, pero últimamente lo estoy haciendo con más frecuencia. Y sí, también supongo porque por ahí mucho de lo que la noche provee ha sido satisfecho de otras maneras. Grindr es un atajo a esa red más fina de conexiones más reales que se puede dar en la noche. Durante mucho tiempo eso me pareció suficiente, pero se me hace que hay que volver a lo material, volver a personalizar un poco el asunto. Las fiestas hoy tratan mucho de ser mirados, funcionan como un espejo de las redes sociales. No son tanto un lugar donde uno va a hacer conexiones. Y mi aproximación a volver a las fiestas ha sido justamente lo otro: salir con amigos y disfrutar de mis conexiones ahí en el momento y que nada más me importe, o salir solo a buscar conexiones.

Alex, ¿qué podemos esperar de estos shows en Niceto Club?

AA: La verdad es que estoy muy entusiasmado. Me gusta mucho la energía de Niceto y la oportunidad de hacer una fiesta con el público, es por eso que lo escogimos en vez de buscar un espacio más grande, que es un poco la lógica más común. Priorizamos la vibra y la onda del lugar con el objetivo de poder enfocarme en la parte más energética de la música.

Agenda

Alex Anwandter se presentará el martes 16, el miércoles 17 y el jueves 18 de septiembre en Niceto Club, Buenos Aires. El viernes 19 de septiembre se presentará en el Studio Theatre de Córdoba. El domingo 21 de septiembre se presentará en Ciudad de Gato, La Plata.