En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, analizó lo que dejó una caliente sesión en la Cámara de Diputados, con un duro revés para el Gobierno de Javier Milei, que no puedo sostener el veto a dos leyes claves, y aseguró que, más allá del triunfo legislativo parcial, se debe poner el foco en que “los medios que hablan de acefalía y masajean a Schiaretti y maquillan a Villarruel”, ya que dos años más “es mucho tiempo si se observa el desastre consumado en veinte meses”.
El editorial de Víctor Hugo Morales
La celebración de la plaza, grito de pueblo, es lo mejor que nos podía pasar. Ayer, los brazos en alto eran el afiche de una alegría que se merecían las víctimas, Garrahan, maestros, profesores, y también los muchos más que fueron porque había que ir, porque nos gusta ser mejores que nosotros mismos y eso pasa cuando somos todos. Adentro los diputados habían vetado al veto, y desde la plaza surgió una felicidad estentórea y merecida.
Exactamente en ese momento la mafia de Clarín sacó un tuit anunciando que Cristina Fernández deberá pagar una suma altísima que el Estado pretende robarle. Acostumbrados a manejar a su gente, ofrecían una revancha a la bronca que tenían ellos y sus seguidores. Espert decía que toda la culpa de lo que sucedía en el Congreso era obra del kirchnerismo. Mirá qué reconocimiento. Nada mejor que ese tuit infame, con marca registrada.
Ahora le toca al Senado, pero dicen que la mano viene bien, que no hay demasiado margen para la sospecha en contrario. Así que de esto, podemos decir, se salió. Pero aún queda Milei por dos años y medio, y si lo convirtiesen en fusible, los medios que hablan de acefalía y masajean a Schiaretti y maquillan a Villarruel, por si acaso, lo que venga será peor. Es mucho tiempo si se observa el desastre consumado en veinte meses.
El horizonte de banderas avanzó atravesado por un sol de primavera. La solidaridad iba de lo más campante, mirando arriba. Es lindo caminar del brazo y codo a codo, mirarse con cualquiera y que sea un otro reconocible, cofrade, una sonrisa que se saluda mientras las voces y el bullicio eternizan la marcha, quedándose para siempre en el corazón. Los que luchan son eternos, porque mañana vendrán otros, si hoy seguimos empujando.
La victoria fue rotunda. Milei se quedó sin nada, cuando la vieron venir no valía la pena buscar algún Kueider. Los datos que pasó temprano el Menem más chico, el más bandido, eran lapidarios, así que Milei ya se había resignado a la frustración. Los diputados se aplaudieron, se abrazaron y el pueblo inició el retorno. Ir a la plaza por una causa noble invitó a un sueño reparador y cada cual fue el primer actor de una obra que salió perfecta.