En 1989, la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner, que duró 35 años en Paraguay, marcó el fin de uno de los regímenes autoritarios más largos del mundo, pero también el abandono de los archivos audiovisuales que habían consolidado su poder. Estas imágenes, creadas para celebrar el régimen, quedaron relegadas al olvido. Décadas más tarde, se ha recuperado en Paraguay y en el extranjero un tesoro de material inédito, como noticieros, emisiones de televisión pública, películas propagandísticas y documentos desclasificados, que revelan los mecanismos ocultos del poder detrás del régimen de Stroessner. Las imágenes paraguayas encontradas reflejan la construcción de un imaginario nacional y el culto al mandatario de facto. Los archivos extranjeros narran la Guerra Fría, las alianzas internacionales y el juego de poder que permitió prosperar a la dictadura, además de denunciar la propaganda y la opresión. 

Parte de este material se puede ver en Bajo las banderas, el sol, excelente opera prima del cineasta paraguayo Juanjo Pereira: desde la propaganda hasta las transmisiones internacionales, el film expone cómo los medios de comunicación moldearon el poder, controlaron la memoria y construyeron un legado que persiste hasta hoy. Y Pereira debuta de la mejor manera: su primer largometraje fue elegido para pelear por una candidatura en la categoría Mejor Documental en la próxima entrega de los Premios Oscar. Mientras tanto, se estrena en Buenos Aires este jueves en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín y, a partir del viernes 10, se podrá ver los viernes en el Malba.

Pereira escuchó de niño sobre el dictador Alfredo Stroessner, aunque reconoce que se hablaba muy poco, pero siempre el nombre rondaba en su entorno. A los 17 años, el joven se mudó a Buenos Aires para estudiar Diseño de Imagen y Sonido en la UBA. Y allí le sonó más la palabra "dictadura" cuando empezó a estudiar la historia de  la Argentina. Después hizo una suerte de puente con el sentido de las palabras "dictadura" y "derechos humanos". "La verdad que mi acercamiento hacia la historia de Paraguay fue desde acá", dice. La materia que más le gustaba en la Facultad era Historia del Cine. Y estudiando el cine paraguayo conoció la historia de su país. 

Pereira debuta como director con este notable trabajo sobre los tiempos oscuros del dictador que gobernó el país vecino desde el 15 de agosto de 1954 hasta el 3 de febrero de 1989. Pero no hizo un documental típico: no es del tipo "cabeza parlante", no hay entrevistas, ni voz en off. Armó el relato con un riguroso -por su valor histórico y cinematográfico- material de archivo que, a su modo, es similar al trabajo del argentino Ulises de la Orden en El Juicio, el monumental film sobre el juicio a las Juntas Militares de Videla, Massera y Agosti.

En un momento, Pereira había pensado en hacer una película sobre la historia de Paraguay. "Pero no se puede contar la historia de un país en una película. Dentro de todo el material que tenía, empecé a darme cuenta de qué era lo importante de lo que yo quería hablar o qué me estaba diciendo también el material: que el 80 por ciento de las cosas que encontré eran de la dictadura. Y eran inéditas. Eran cosas que yo nunca vi, cosas que le mostraba a los historiadores que nunca vieron", explica el director. Ahí empezó a tomar más forma Bajo las banderas, el sol

-El fin de la dictadura de Stroessner tuvo como correlato el abandono del archivo audiovisual. ¿Cómo fue tu trabajo para dar con semejante material?

-Empecé trabajando con una institución muy chiquita que se llama Asunción Audiovisual. Está en lo que sería la Manzana de las Luces de allá, que se llama La Manzana de la Rivera, un centro cultural muy lindo frente a la Casa de Gobierno. Y en ese lugar está Ray Armele: él ya había empezado a hacer este trabajo, a nivel nacional. El tenía algunas cosas que fue haciendo con otra gente más grande que yo. Y me contaban que no hubo por parte de la dictadura de Stroessner una ejecución de decir: "Vamos a destruir los materiales". Había un cuarto muy grande en los años '60 y se llenaba de latas y venía el gerente y decía: "Bueno, saquen todo a la calle porque no hay más lugar". No hubo una orden de decir: "Vamos a destruir los archivos de la fílmicos", fue un olvido. Algunas cosas las tiene gente privada, fanáticos de la dictadura. Asunción Audiovisual fue recuperando a través de campañas en redes sociales.

-Una vez pautado el trabajo de investigación, ¿cuáles fueron los criterios para ordenar todo el archivo audiovisual?

-Le hicimos muchas preguntas a la película, para entender qué película queríamos hacer. Por mucho tiempo era como que estaba cargando con una responsabilidad muy grande y pensé a quién me quería dirigir: ¿Es una película para todo el mundo, es una película de nicho, es una película película experimental? ¿Qué quiero hacer? También pasaba por tantos mercados y hablaba de un proyecto que no existía, era solamente una idea. En un momento tuve que tomar la decisión y decir: "Esto va a ser así". Dejar de dar vueltas en círculos y en propuestas de otras personas también. Al fin y cabo, es una película, no es un film educacional. O es un film educacional en una parte, pero no en su totalidad ¿Qué queremos contar? La dictadura. ¿Cómo la vamos a contar? Sin voz en off. ¿Por qué? Porque yo quiero que los archivos hablen entre sí. Había una fuerza ahí que para mí era más importante que decir: "Stroessner llegó al poder". No quería contratar un locutor. No quería eso. Otra cosa que fue muy importante también es que decidimos que iba a ser una película cronológica, porque era una historia que nosotros conocíamos mucho, pero el mundo no. Inclusive acá en la Argentina había mucha gente que no sabía lo que pasó en nuestro país. Y, a partir de eso, fue encauzarnos dentro de una narrativa clásica con tintes de experimental.

-¿Viste El Juicio, de Ulises de la Orden? ¿Encontraste semejanzas?

-Encuentro algo, sí, pero son distintos archivos. Pero sí, él se quedó en los gestos también. Fue la primera vez que vi una película así, y que pensé que era una película para verla en sala con público argentino. No puedes verla en sala con público alemán o lo que sea. Yo la vi acá en el Malba y fue durísimo. Hay ciertas cosas que el porteño o argentino común ya saben de la dictadura argentina, pero yo no. Para mí fue un golpe. Y ahora está pasando lo mismo en Paraguay con mi documental. Estrenamos en salas hace dos semanas y fue otra cosa. Yo vi la peli en otros lados, pero verla ahí fue muy distinto.

-¿Muchos materiales producidos y utilizados por el gobierno militar fueron destruidos ?

-No hubo una orden militar de borrar ese material, fue desidia. Se producía como acá se hizo Sucesos argentinos. Se hacía uno por semana más o menos. De hecho, se llamaba Sucesos paraguayos. Eso se produjo desde los de los '60 hasta el '74 más o menos, pero no hay una empresa, no hay nadie que diga dónde están los registros. La gente que vivió esa época y algunos investigadores cuentan que se produjo por 15 años, más o menos, un noticiero por semana. Y solamente se encontró un rollo. Es una locura. Lo encontró este equipo de Asunción Audiovisual por medio de las redes sociales. Yo creo que es el 1 por ciento de las cosas que están perdidas en Paraguay. Si te pones a hacer una tarea titánica de ir casa por casa, vas a encontrar cosas.

-Trabajaste con 120 horas, ¿no?

-Un poquito más o menos, por ahí.

-Este material inédito de noticieros, emisiones en la televisión pública, películas propagandísticas y documentos desclasificados, ¿los utilizaste porque revelan mecanismos ocultos del poder del régimen?

-Sí. También pensaba que nosotros decidimos trabajar con las imágenes del poder. Lo mismo que hizo Ulises de la Orden. Mostró la cara del poder, del terror. Nosotros no encontramos archivos de la guerrilla, por ejemplo. Existió guerrilla en Paraguay, pero no encontramos ese material. Ese fue el gran ejercicio: defragmentar la imagen del poder.  Durante el proceso también pensábamos que esta película no tenía que ser una película de los años '70, '80, que sintieras que estés allá. Es una película que sí te cuenta de esa época, pero de una manera que sentís muy presente.

-¿Creés que parte de ese material con el que trabajaste refleja la apropiación del pasado para adoctrinar y la construcción de un imaginario nacional?

-Sí, totalmente. De hecho, la película que yo quería hacer era mucho más compleja. El hito más importante del Paraguay no es la dictadura, es la guerra de la Triple Alianza. Va a ser por siempre y para siempre. Es el hito fundacional de un país, la destrucción de un país en su totalidad. Y esto está totalmente ligado con la dictadura. El imaginario militar de Paraguay nace de la guerra, del héroe de la guerra, el héroe mártir, los niños mártires. El Día del Niño en Paraguay es el día de la última batalla de la guerra de la Triple Alianza, cuando mandaron a los niños al frente. Stroessner y su equipo armaron todo un sistema, que el libro Paraguay. una guerra total explica muy bien: cómo utilizaron los valores de la guerra de la Triple Alianza en su favor para poner dentro del imaginario paraguayo "el hombre soldado". Durante el gobierno de Stroessner se erigieron varias obras monumentales recordando batallas. Se restauró un barco que se hundió en tal parte. En cada pueblo había algo de la guerra de la Triple Alianza. Había una obsesión, que no era menor. Como que decían: "Vamos a volver a ser ese pueblo guerrero", que es un pueblo que ya no existe, que fue aniquilado en 1870. Pero lo utilizaron a su favor en el audiovisual, en las escuelas... Las escuelas tenían libros para niños donde siempre había un niño soldado. Nosotros podemos ver en la película muchos niños soldados. Y, de hecho, empezamos a ver niños que se vuelven soldados o forman parte del Partido Colorado. Hay toda una herencia que el gobierno de Stroessner potenció, lo llevó a su máxima expresión.

-¿Buscaste mostrar también con algunos materiales la complicidad internacional?

-Eso fue un descubrimiento en el proceso. También viene de la mano de dar a luz un poco estos archivos de otros países que guardan cosas. La prensa francesa es el mayor ejemplo: es la que más denuncia en la película, pero al mismo tiempo Pompidou lo recibió en su casa presidencial. Es como la contradicción internacional. Y siempre se habla o se piensa que un país como Paraguay, un país chiquito, no tiene influencia a nivel internacional, pero miré todos los personajes que escondió y protegió. Y claramente Paraguay fue la base del Plan Cóndor. Argentina tuvo el mayor impacto en el Plan Cóndor, pero la parte operacional fue en Paraguay.

-¿Por qué los descendientes de los líderes del régimen siguen gobernando?

-Porque en Paraguay durante la dictadura fue la división de tierras más desigual del mundo. Los mismos terratenientes siguen teniendo el mismo poder. Por ende, son las mismas familias; los mismos de siempre. No cambió el poder. Lo único que cambió fue que los militares se fueron. Pero no cambió el poder. No pasó lo mismo que pasó acá. Acá la Junta Militar se fue y vino un gobierno democrático. Allá se fueron los militares, pero siguió el mismo gobierno. Allá no era una dictadura militar, era una dictadura cívico-militar.

-¿Por qué Paraguay no hizo un ejercicio de memoria?

-Porque justamente siguió el mismo partido que nunca hizo un mea culpa. De hecho, hoy existe una placa de Stroessner dentro del partido. Cada tanto se lo nombra por ahí, se festeja su cumpleaños en un barrio, que se llamaba Barrio 3 de noviembre, el cumpleaños de Stroessner. Un club de fútbol se llama 3 de noviembre. Y ahí se festeja el cumpleaños de Stroessner todos los años. Me parece que debería estar prohibido. Lo que pasa es que Stroessner no fue como Videla. Él no fue un militar que tomó el poder e impuso ley dura. Fue un militar acompañado por un partido que fue elegido democráticamente cada cinco años, con elecciones fraudulentas. La historia lo nombra como una dictadura, pero en los papeles no es una dictadura. Es súper complejo entender ese proceso. No hubo una ejercicio de memoria tampoco porque parte de la sociedad se exilió. Luego, eso sí, se quedaron varias personas e hicieron el Informe final de los derechos humanos, que está en la película. Todo el grupo forense argentino formó parte de ese proceso: en el reconocimiento de cuerpos en Paraguay fue fundamental la presencia del Equipo Argentino de Antropología Forense. También varios artistas empezaron a hacer más cosas en los '90. Está el Museo de la Memoria, está el Archivo del Terror, organismos que no son menores. El tema es que no hay un plan del Ministerio de Educación de decir: "Vamos a habitar estos espacios". Hay ciertos colegios progres que tienen experiencias y les dicen a los alumnos de 13 años "Vamos a recorrer el Archivo del terror". Pero no hay un plan sistemático del gobierno para decir: "El Archivo del terror existe, hay que nombrarlo en la escuela". El Archivo del terror es algo que Argentina no lo tiene. Y es de un valor inmenso.