GOOD BOY 6 puntos

(Estados Unidos, 2025)

Dirección y guion: Ben Leonberg.

Duración: 72 minutos.

Intérpretes: Indy, Shane Jensen, Arielle Friedman, Larry Fessenden, Stuart Rudin, Anya Krawcheck.

Estreno en salas de cine.

Así como hace treinta y pico de años El mariachi fue “la película que costó 7000 dólares” y poco tiempo después el Dogma 95 danés promocionaba su sello con las particularidades del caso –apenas dos ejemplos de preciso marketing encubierto–, Good Boy viene anunciándose como “el film de terror protagonizado por un perro”. En ningún caso lo antedicho implica un juicio de valor estético, pero señala hacia un gancho publicitario nada menor. El largometraje ultra independiente de Ben Leonberg, realizador debutante que además de escribir el guion fungió como director de fotografía y montajista, efectivamente tiene como protagonista a un animal de cuatro patas que ladra y mueve la cola. Y genuino, ciento por ciento de carne y hueso, nada de animación digital o IA. De hecho, Indy, que ese es el nombre del can tanto en la ficción como en la vida real, es la mascota del director, un pichicho de raza retriever de Nueva Escocia muy fotogénico y, sin duda, obediente. La estrella de un relato sobrenatural narrado exclusivamente desde su punto de vista.

El precario estado de salud de su amo, un joven que acaba de atravesar una tragedia familiar, lo empuja por alguna razón a mudarse a una casa de campo aislada, en medio de un bosque, el mismo lugar donde recientemente falleció su abuelo (y el perro de este). A poco de llegar resulta evidente para Indy, aunque no así para su dueño, que el lugar está habitado por una entidad extraña y ominosa. Cosas de los perros, que pueden oler y sentir presencias que los seres humanos ni siquiera intuimos. Así, luego de algunos ruidos inexplicables, la imagen de una sombra incrustada en la pared anticipa la posibilidad de que comiencen a ocurrir cosas horrendas. Leonberg no abandona casi nunca a su protagonista, cuya “capacidad actoral” permite la empatía inmediata sin que, afortunadamente, el perro entre en la zona del antropomorfismo entrañable o heroico. El perro hace simplemente lo que harían muchos congéneres en su misma situación: intentar proteger al humano que lo alimentó y crio con cariño durante años.

A pesar de sus escasos 72 minutos de duración, por momentos Good Boy se siente como un corto llevado a un metraje algo extenso, sensación que se evidencia en particular durante la repetición de circunstancias. Pero en sus mejores momentos la historia logra transformar un simple espacio cotidiano en un infierno con varios círculos: el pobre Indy baja y sube las escaleras como loco, intentando descifrar en su mente perruna qué está ocurriendo y qué podría suceder de no interferir en los acontecimientos. Una simple cadena atada a un poste o una puerta cerrada se convierten en motores del suspenso, que llega a su clímax cuando el peligro hacia el humano es inminente. Así se la lea de forma literal, como un relato de casa embrujada, o bien como metáfora de cuestiones tan trágicas como inevitables, Good Boy es un pequeño, relativamente rendidor y, desde luego, original ejercicio en el terreno del cine fantástico.