Es 16 de agosto de 2025 en Buenos Aires y Milei da su discurso de recepción del premio Antorcha de la Libertad. En el auditorio, junto a Karina Milei, aplaude el aludido, José Luis Cordeiro, el profeta “inmortalista” menos conocido y más admirado por Javier Milei. Un seudocientífico de 63 años que afirma “que no vamos a morir, que viviremos para siempre”.
Se trata de un postulado que provoca en el presidente algo más que fascinación. No ahorra elogios para su “queridísimo amigo”, “inspirador” e “impresionante divulgador” del que no olvida una frase: “nosotros vamos a ver la muerte de la muerte”. Ambos se conocieron en la Universidad de Belgrano hace veinte años. En 2018 el mandatario argentino utilizaba Twitter, hoy X, para ensalzar con un “formidable” el ensayo: “La muerte de la muerte. La posibilidad científica de la inmortalidad física y su defensa moral”, del coautor Cordeiro. Está para leérselo de un tirón.
En 2019 el presidente acudía a la presentación del libro en Buenos Aires. Dentro de la variopinta ”internacional reaccionaria” se lo ve a Milei como un representante de la rama esotérica empeñada en seguir a gurús que prometen la vida eterna a través de la tecnología, fuera de toda explicación científica. Cordeiro es un pionero de ese esoterismo con revestimiento científico que va en auge y que responde a los mismos esquemas que el evangelismo adventista de Estados Unidos. Dentro de su misticismo filosófico está el de convertir físicamente a Milei en inmortal. De verdad ¿Qué le hemos hecho? ¿Por qué tanto castigo?
En la autoproclamada libertad guiando al pueblo ya no nos quedan certezas. Ahora se está discutiendo en exceso sobre el término genocidio. Muchos no lo quieren utilizar. Supongo que quien se niega a usarlo considera que lo de Gaza es una matanza de gente que casualmente pasaba por allí. Se quiere evitar el término por lo que conlleva pasar de las palabras a los hechos. Lo cierto es que se derrumba una certeza más del siglo XX: esto no iba a volver a pasar, y si por desgracia pasabano se iba a permitir. Entonces se h ace como que no está pasando.
También es muy cuestionada la certeza de que la Tierra es redonda. Javier Poves, ex jugador de fútbol, entrenador y dirigente ha saltado a la fama en España por sus ideas terraplanistas. “Es plana, sin ningún tipo de dudas”, certifica. Hace no tantos años si un futbolista se hubiera paseado por los estudios de TV predicando que la Tierra es plana, sin dudas, hubiera suscitado un apego casi maternal.
"Pobre chico", pensaríamos. "Como se ceban con él, que bastante tiene con lo suyo". Ya está, ya ha soltado su tontería, ya nos hemos reído un rato, dejen que se vaya a casa. Hoy ya no hace gracia. Dar minutos de tele y visibilizar a “celebridades” de este pelaje ha dejado de ser un simple ejercicio de crueldad en clave menor para devenir en un acto de complicidad con las fuerzas tenebrosas. Que nos lo digan a nosotros. Por cuántas rendijas se nos ha colado ese olor fétido de vendedores de crecepelo que sigue pegado en los sillones y las moquetas de las instituciones.
Riámonos de Poves. Seguro que funciona en los índices de audiencia y todo el mundo pasa un buen rato. A ver si seguimos la juerga cuando este exjugador de fútbol junte a unos cuantos millones de seguidores en una red social y se haga un “Milei” patrocinado por cuatro programas de televisión, a la espera de asaltar las instituciones. De terraplanistas está la Casa Blanca llena, y son capaces de aplanar el planeta a martillazos para que no le quiten la razón. En ello andan. Por cierto, el domingo se elige: mortal o inmortal, redondo o plano.
(*) Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón mundial 1979