En Argentina no es habitual que una persona filtre. No es práctica habitual que una persona publique documentos secretos, o los comparta con periodistas. Pero no es que no haya filtraciones.

Tenemos nuestros Ecoleaks del biólogo argentino Esteban Servat, por ejemplo. “Hasta abril de 2018, nunca había oído hablar de Esteban Servat”, dice un artículo sobre él del periodista Christopher Ketcham publicado en febrero de 2019 en la plataforma ecologista de la empresa de indumentaria estadounidense Patagonia, patagonia.com.

“Me escribió para decirme que había leído un artículo mío en el Daily Beast que proponía la creación de un WikiLeaks ambientalista, y quería que supiera que realmente lo había hecho . 'Me inspiró su llamado a la acción'", escribió Servat. "Con un pequeño grupo de científicos y ambientalistas, creé EcoLeaks". Su propósito, dijo, era poner a disposición del público materiales suprimidos o censurados sobre daños y delitos ambientales en todo el mundo. En primer lugar: el estudio de Mendoza. Servat había trabajado casi una década en empresas biotecnológicas de Silicon Valley, desarrollando vacunas y reactivos de diagnóstico en laboratorios de inmunología. Sus empleadores defendían objetivos nobles para mejorar la salud humana, pero Servat concluyó que ‘el único objetivo era maximizar las ganancias’. Silicon Valley, me dijo, estaba ‘plagado de humanoides y tecnócratas carentes de cualquier sentido de responsabilidad social, comunidad y, en muchos casos, de cultura y de pensamiento genuino’”.


Servat volvió a Mendoza en 2009, compró una granja, creó una comuna agrícola, fundó una empresa de biotecnología y cinco años más tarde filtró un documento en una página de Facebook. Que se sepa, solo él sabe quién le filtró el documento. El periodista Ketcham describe a ese filtrador como “un informante (de Servat) dentro del gobierno del presidente Mauricio Macri”. He hablado muchas veces con Servat, nunca le pregunté. El documento filtrado es un informe de impacto ambiental realizado por el Departamento de Irrigación de Mendoza, en el que señalaba que a pocos meses de comenzada la actividad del fracking en la provincia, la empresa El Trébol SA, ya había contaminado las napas de agua. El estudio reveló que la contaminación del acuífero con hidrocarburos alcanzaba niveles de entre 4 y 7 veces más altos que lo aceptable, pese a que el gobierno provincial había asegurado que no había habido daño ambiental. “El organismo ha realizado ya tres campañas de monitoreo para evaluar la calidad del acuífero subterráneo y los resultados obtenidos hasta el momento no evidencian ningún tipo de alteración de ese acuífero como consecuencia de dicha actividad de extracción de hidrocarburos no convencional”, había dicho el gobernador Alfredo Cornejo.

La reacción no tardó en llegar, escribió Ketcham . “Decenas de miles de personas, furiosas porque su gobierno les había mentido, se congregaron en las calles de las principales ciudades de la provincia. Algunos bloquearon las carreteras. La policía respondió con violencia, como ya lo había hecho en la provincia de Neuquén, gaseando y golpeando a los manifestantes. Esto desató protestas masivas, con más de 80.000 firmas recolectadas para apoyar legislación antifracking y la creación de siete proyectos de ley en el Congreso argentino. El grupo de Facebook MendozaSinFracking creció a casi 43.000 miembros, convirtiéndose en el mayor grupo ambiental de Argentina en ese momento”.

Servat y otros dos miembros del grupo enfrentaron cargos penales de parte del intendente de la ciudad de General Alvear, donde había desarrollado su aldea ecológica. El activista y periodista sufrió presiones judiciales para nombrar al filtrador pero se negó. Tras recibir amenazas de muerte se exilió en Berlín. En 2021, junto a la plataforma Extinction Rebelion, EcoLeaks filtró un informe sobre Fracking en Irlanda del Norte llamado el Hatch Regeneris Report, que había encargado el Departamento de Economía de ese país, y que advertía sobre una variedad de riesgos que traería el fracking a Irlanda del Norte. En 2021, dentro de la campaña internacional #CollapseTotal, más de veinte ambientalistas tomaron la sede central de la petrolera Total en Dinamarca y durante esa acción Servat confrontó directamente con el CEO Martin Rune Pedersen, acusándolo de delitos ambientales en los países del Sur Global. EcoLeaks sigue activo en una página de Facebook con ese nombre y diez mil seguidores

Argentina tuvo su Gorraleaks y Gorraleaks 2.0, dos filtraciones masivas de datos: la primera, del Ministerio de Seguridad de la Nación en 2017 y la segunda, de la Policía Federal, la Policía de la Ciudad de Buenos Aires y la Prefectura Naval en 2019. Involucraron la publicación de aproximadamente 700 GB de información confidencial en la deep web, con los enlaces disponibles en las redes sociales Twitter (hoy X) y Telegram, incluyendo nombres de agentes encubiertos, datos bancarios, huellas digitales, escuchas telefónicas, sumarios policiales, actas de allanamiento y declaraciones de testigos relacionadas con casos de narcotráfico y trata de personas . Las filtraciones incluyeron además el hackeo a la cuenta Twitter de la ministra Patricia Bullrich y la cuenta oficial de Twitter de la Prefectura, desde donde se publicaron las fichas de los entonces jefe y subjefe de la Policía Federal, Néstor Roncaglia y Mabel Franco, con foto, número de documento y caja de retiro.

En un grupo de Telegram de Gorraleaks un hacker identificado como “S” afirmó ser el autor del hackeo . Dijo que lo hizo para exponer las vulnerabilidades en los sistemas de seguridad informática del ministerio y de las fuerzas de seguridad, criticando la falta de ciberseguridad en organismos estatales y el impulso al voto electrónico. “Están invitados a unirse a nuestra causa en contra de la ineptitud en materia de seguridad de este país”, escribió . También se manifestó a través del humor político: entre el material filtrado incluyó una imagen del canal de televisión que suelen ver los personajes de Los Simpson (KBBL-TV), con una leyenda en la pantalla que dice “dificultades técnicas” y la imagen de un operador, botella en mano, con la cara de Patricia Bullrich .

En octubre de 2019 el periodista y experto en seguridad informática Javier Smaldone fue detenido brevemente y su domicilio allanado, acusado de estar vinculado a Gorraleaks por retuitear información relacionada al caso. Sin embargo, no se presentaron pruebas concretas contra él y fue liberado horas después . La causa judicial por Gorraleaks 2 .0 fue archivada en noviembre de 2021 y cinco acusados, incluido Smaldone, fueron sobreseídos . En 2020, la Agencia de Acceso a la Información Pública sancionó a la Policía Federal por no proteger adecuadamente los datos sensibles expuestos en las filtraciones . En enero de 2024 la Policía Federal detuvo en Córdoba a un hacker acusado de acceder al correo de Bullrich en 2017. Sin dar un nombre, así lo informó un comunicado del Ministerio de Seguridad: “El hacker conocido en la web como ‘Libero’ fue arrestado en un domicilio del Barrio Juniors de la ciudad de Córdoba ayer por la tarde . Tenía una gran cantidad de dinero, dos autos alta gama, y numerosos elementos de computación con los cuales se presume que realizaba sus delitos . Entre las pertenencias del informático, había una máscara de ‘Guy Fawkes’, conocida por ser la del personaje del cómic y película V de Venganza e identificada con el movimiento hacktivista Anonymous. El delincuente era buscado desde 2017 por haber vulnerado la seguridad de la cuenta de Twitter (ahora ‘X’) de la ministra Bullrich y datos del personal de la PFA”.

Lo interesante o llamativo de Gorraleaks no fue la información filtrada. Los archivos, las escuchas, los sumarios y documentos publicados en el navegador Tor de la deep web, no revelaron grandes casos de corrupción, ni violaciones a los derechos humanos, ni alguna operación hasta entonces desconocida . Nada que ameritara atención mediática. Lo cual no quiere decir que no lo hubiera, claro . Pero no se publicó. ¿Por qué? Fueron muy pocos los periodistas con acceso al material, las descargas eran muy lentas y duraban poco tiempo, los audios eran de mala calidad, la policía fue agresiva al arrestar a cinco personas sin pruebas, según el juez . Por lo que fuere, más allá de una descripción general del contenido, los archivos no generaron noticias de interés público

O sea, la información no fue la noticia. La noticia fue la filtración. El medio fue el mensaje, tal como anticipó el siglo pasado el filósofo canadiense Marshall McLuhan.

En efecto, la filtración de Gorraleaks generó un impacto mediático importante. La noticia apareció en los principales portales de noticias del país, incluyendo Clarín, La Nación, Infobae, Página/12 e Izquierda Diario. Pero esos medios no destacaron lo que decían los archivos, destacaron cómo circuló la información. Cómo se filtró semejante información, incluyendo datos de víctimas y testigos, y el peligro que eso representa. Es la filtración misma la que cuenta la historia. Una historia de alarmante inseguridad en los mismísimos órganos encargados de proveer de seguridad a la población. Parece un contrasentido. O una invitación al narco, al crimen organizado y a los ladrones de guante blanco para que averigüen gratis todo lo que necesitan saber de la policía, desde sus identidades reservadas hasta sus domicilios. ¿Por qué somos tan vulnerables? ¿Por qué es tan fácil hackear a la policía? En un país en el que no podemos resolver el atentado de la AMIA, Gorraleaks nos interpela.