Había una vez un hombre al que llamaremos “B”. El señor B era un conductor de buques de flota mercante, un argentino de bien que recién pudo jubilarse en el año 1983. Fue tan magro lo que percibió al final de su carrera el señor B, que al momento de jubilarse hizo como pudo para sostener su vida y la de los suyos, y así durante años. Porque mientras manejaba barcos vivía más o menos bien. Pero en un momento B se dio cuenta que la situación se tornaba insostenible.

Eso ocurrió en la década del '90, cuando el gobierno nacional no actualizaba las jubilaciones debidamente. Entonces B conoció a una abogada que lo ayudó a armar una demanda contra las ANSES, y así se presentó ante los tribunales sosteniendo que con la ley de Solidaridad Previsional de la época, no le alcanzaba para sufragar sus gastos mínimos.

La demanda judicial del jubilado B atravesó un largo derrotero legal, lleno de sinuosos laberintos, unos jueces le hicieron lugar, pero otros jueces de otra instancia le dijeron que no. Pero B y su abogada eran insistentes, hasta que un día llegaron a la cúspide de la justicia. Allí la Corte les dio la razón. Esos jueces además dijeron que era deber del Poder Legislativo reglamentar la garantía de movilidad jubilatoria, fijando un índice de actualización razonable. B pudo entonces ver satisfecha su demanda, pero solo en parte, porque más tarde no se fijó ningún indice, por lo que tuvieron que volver al laberinto y así de nuevo a la Corte; ya enfermo y con sus 74 años B logró al fin lo que buscaba. Actualizar su jubilación en un 80%.

El hombre que llamamos B fue ni más ni menos que el jubilado Adolfo Valentín Badaro, y esta es su historia. Que es la historia de un hombre mayor de a pié, un anciano dispuesto a darlo todo por lograr un poco de justicia.

El Fallo “Badaro” es de 2006 y su repetición (Badaro 2) es de 2007. La historia es igual a la que Franz Kafka cuenta en el cuento “Ante la ley”, una especie de reescritura a la argentina del cuento, a través de la jurisprudencia. Pues la Corte ha colocado su apellido para identificar un estándar, que no es otro que el de la “actualización justa” de las pensiones y jubilaciones.

Pero la cosa no termina allí. Porque en homenaje a “Badaro”, miles de jubilados de este país, jubilados que vivían con la mínima, luego de 2006 comenzaron a iniciar sus presentaciones judiciales contra ANSES, siguiendo los pasos en el laberinto que B había atravesado durante años para lograr un triunfo. Pero el entonces Defensor del Pueblo de la Nación, el abogado Eduardo Mondino, en nombre de todos ellos, se dio cuenta de la importancia de promover una acción que se extendiera a todos, sin tener que pasar por el derrotero de Badaro.

Es decir, Mondino vio que todos eran Badaro y que la Corte debía extender, a través de su legitimación, los efectos a todos los jubilados del país. Y así lo hizo.

Defensor del Pueblo

Vengo a contar toda esta historia porque, en estos días, después de 15 años, una Comisión Bicameral del Congreso se encuentra por elegir una terna para definir el cargo de Defensor del Pueblo de la Nación. Y porque la Corte Suprema hace algunos meses cerró la causa del jubilado, ordenando a la vez al Congreso elija un Defensor.

Entonces, lo que el caso Badaro demuestra y a la vez es ilustrativo, es acerca de la importancia y proyección que tiene la figura del Defensor del Pueblo. Su misión constitucional desde el punto de vista social, y el impacto que provoca con sus acciones legales, evitando un camino fragmentado y sinuoso de miles de demandas judiciales que se pierden en los tiempos de la burocracia, con el desgaste que eso significa para personas mayores de edad.

¿Cuántos “Badaros” hay hoy en la Argentina que no estamos viendo? Creo que demasiados. Lo que está ocurriendo con los jubilados en este país es grave. Incluye además el maltrato y crueldad en las protestas en la vía pública. En este preciso momento se repiten las historias, como si ellos no hubieran existido. Como si B se borrara del mapa.

De la mano de los triunfos electorales, se vienen reformas previsionales que buscarán reducir y ajustar los haberes de los que menos perciben. Por lo que será necesario retomar la senda de los buenos precedentes y que la Defensoría vuelva a asumir de nuevo una representación general del problema.

*Candidato preseleccionado al cargo de Defensor del Pueblo de la Nación