Si bien a comienzos de cada año la atención teatral pareciera estar puesta, fundamentalmente, en las plazas vacacionales como Mar del Plata o Carlos Paz, también es cierto que no conviene quitar la atención de lo que sucede en Buenos Aires, al menos por dos motivos fuertes: el primero es que en épocas de crisis como la actual muchos son los potenciales espectadores que se quedan en el área metropolitana; el segundo, algo más a largo plazo, es que las tendencias de enero y parte de febrero pueden condicionar o al menos dar algún indicio de lo que será el rendimiento anual en la actividad. Tampoco hay que analizar la temporada de forma aislada, sin ponerla en contexto con sus antecesoras y, por qué no, con las que vendrán. En este caso, antes de cualquier enumeración de estrenos y reposiciones en la cartelera, hay que señalar que el 2017 marcó un empate (pero no más que eso) con respecto al 2015, superando –no era muy difícil– al pésimo 2016 que vivió la actividad en todos sus circuitos. La pregunta, entonces, asoma pronto: ¿qué posibilidades tendrá el teatro de superarse en 2018, teniendo en cuenta la crisis en todos los sectores?

Coinciden en su opinión los representantes del teatro comercial y el del circuito independiente: “Son épocas difíciles”. Así resume Sebastián Blutrach, presidente de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (Aadet) y concuerda con él Liliana Weiner, presidenta de la Asociación Argentina Del Teatro Independiente (Artei), quien se asume “algo negativa” y “muy preocupada”. Este año fue mejor que el 2016 para ambos circuitos –el que vive de la taquilla y el que no puede apoyarse por completo en ese sustento– pero no tan bueno como los últimos años antes del macrismo, en los que era común ver salas llenas y funciones agotadas. Así, algo unió a los exponentes de uno y otro circuito: la lucha por mantener el precio de las entradas pese a los tarifazos en las salas y la creatividad a la hora de diseñar estrategias y promociones que pudieran atraer a los espectadores.

En Calle Corrientes y alrededores, la cartelera estuvo copada el año pasado por grandes figuras “como hacía veinte años no había”, según dice Blutrach a PáginaI12. “Este año no van a estar estas propuestas ni estas figuras, así que hay que ver qué pasa”, señala. En este circuito, de todos modos, esta primera quincena habrá algunos estrenos que por presencia de actores de prestigio o por la conocida calidad de su equipo de dirección o dramaturgia, permiten pensar que van a funcionar. Es el caso de El test (con Jorge Suárez, Carlos Belloso, Viviana Saccone y María Zubiri y dirección de Daniel Veronese en el Multiteatro), ¿Qué hacemos con Walter? (también en ese teatro, con dirección de Juan José Campanella, autoría de Emanuel Diez y un elenco que conforman Miguel Ángel Rodríguez, Campi, Karina K y Victoria Almeida) y Entonces la noche (en La Plaza, con Cecilia Roth y Dolores Fonzi, dirección de Martín Flores Cárdenas).

En este circuito –que tendrá su entrada promedio cerca de los 500 pesos sin descuentos– también habrá algunas reposiciones interesantes como la siempre infalible TocToc, que ya va por su séptima temporada; Tarascones, la celebrada pieza de Gonzalo Demaría con dirección de Ciro Zorzoli, que volverá al Teatro Picadero, y El Loco y la camisa, del lomense Nelson Valente, que se verá en la misma sala. Y, como viene sucediendo hace algunos años también, habrá una suerte de explosión de espectáculos de teatro musical, con los estrenos de Falsettos (con el debut como director de Diego Ramos) y Hermanos de Sangre, con Julia Zenko, además de varios reestrenos. 

El circuito independiente también tendrá bastante movimiento pese a que generalmente enero es un mes de receso para sus exponentes y salas, que aprovechan el descanso para hacer refacciones en sus espacios o diseñar las programaciones que tendrán durante el año. Bernardo Cappa estrenará No dejes nunca de mirarme por favor, en el Camarín de la Musas; Carlos La Casa y Daniel Cúparo harán lo propio con Sucursal, en el Chacareran y Los tutores, ganadora del concurso Contar 4; Gilda Bona en dirección y Selva Palomino en autoría pondrán en escena La sagradita, también en el Camarín; e Iban Beltrán estrenará Lear, entre otras propuestas para la segunda quincena de enero. En este circuito, que también tendrá reposiciones, la entrada promedio estará 250 pesos, también sin descuentos. Sólo que aquí el grueso de las propuestas arrancará en febrero, que empezará a lo grande con el reestreno de Terrenal, clásica obra de Mauricio Kartun. Ese mes, además, será un mes de festivales, con grandes propuestas en el C. C. de la Cooperación (con sus “Festivales de verano”) y Timbre 4, que tendrá la sexta edición del Festival Temporada Alta en Buenos Aires (TABA).

En cuanto al teatro oficial, el comienzo de temporada se mueve con la reposición de La terquedad,  obra de Rafael Spregelburd que volverá al Cervantes; Arde brillante en los bosques de la noche, de Mariano Pensotti, en el Teatro Sarmiento, y algún que otro estreno como el de Dulce pájaro de juventud, de Tennesse Williams, en versión de Oscar Barney Finn, que arrancará el año del Centro Cultural 25 de mayo. En este circuito, los directores de los teatros estatales reportaron excelentes números en 2017, a contramano de la actividad privada. Habrá que ver de dónde salen los números y si logran mantenerse. 

“Me parece que viene una temporada menos fuerte. Ojalá me equivoque, pero en el teatro está pasando lo mismo que en otros sectores de la economía, que es que cuando hay crisis hay concentración de los más poderosos, de los que tienen más capacidad de concretar acuerdos comerciales y publicitarios con las grandes corporaciones, que son los que terminan cooptando al público”, opina Blutrach. “Lo que vemos es que hay salas que siempre estaban llenas y con mucha programación, y ahora están abriendo convocatorias para llenar espacio con espectáculos. Hay menos proyectos, la actividad está baja”, agrega Weiner.