En su libro Gobernar es poblar: ¿Paternidad responsable o fornicación asistida?, de 2010 (https://isfdnsfatima.files.wordpress.com/2012/03/albino-gobernar-es-poblar.pdf), Albino intentó sistematizar su perspectiva. Erradicar la desnutrición, escribió, es “inviable sin políticas de Estado; y, dentro de estas políticas, una de ellas debe ser la promoción de conductas sexuales saludables, que contribuyan a revertir los desmanes y perversiones violentas y afrodisíacas que forman parte del marco sociocultural de la desnutrición. Y el concepto clave para diseñar esta política es educación sexual. Pero con lo dicho no pretendo promover o avalar cualquier tipo de educación sexual, sino aquella (...) jamás discrimina en base a criterios arbitrarios y eugenésicos que insolentemente establecen quiénes son personas dignas de nacer (o no), o quiénes tienen derecho a engendrar hijos (o, en su defecto, ser mutilados)”.

En algo menos de un centenar de páginas salpicadas de referencias de autoridad al Newman, Teresa de Calcuta, Perón y el cardenal Copello, entre otros, el médico advirtió que, en relación a las familias en las que hay niños desnutridos, la educación es un “arma clave”. Con ella, deben “ser combatidas” conductas dañinas: “Impudor; Promiscuidad; Pornografía; Autoerotismo; Incesto; Sexo contra natura; Violación; Pedofilia; Anticoncepción; Aborto; Infidelidad; Concubinato”. Señaló también que uno de los pilares para combatir la desnutrición es “vivir la castidad y contrarrestar el autoerotismo”. Eso, enumeró, “exige tener cuidado con los desbordes en las bebidas; evitar las dogas; moderar el uso de los medicamentos; proteger el descanso; no escuchar música de altos decibeles: genera tensiones con familiares y vecinos, daña el sistema neurológico y produce hipoacusia precoz; etc.”.