–¿Qué opina sobre la situación actual de Milagro Sala?

–Milagro es la presa política por excelencia, donde la arbitrariedad clasista, sexista y racista alcanza su máxima expresión. La prisión de Milagro y la clonación infinita de procesos a que se la somete, es el hecho que más debería avergonzar a todos, oculto tras eso que se llama ahora “fake news” y “lawfare”, como si necesitásemos anglicismos para reiterar los once principios de Göebbels. Mienten descaradamente y muestran filmaciones que corresponden a otras cosas: piscinas públicas, no de alfombras, las muestran como personales, dinero retirado para pagar jornales como si fuese robado, salarios cobrados en el banco como si fuese plata escondida, etc. No tienen límite. Y todo esa mentira del monopolio mediático en complicidad con un poder judicial manipulado por un gobernador, en condiciones que constitucionalmente son sobradas para intervenir federalmente la provincia, por no respetar el sistema republicano de gobierno. 

–¿Cuál es la perspectiva desde el plano jurídico?

–Desde lo jurídico, no me cabe duda que habría que intervenir la provincia o al menos su poder judicial, aunque sé que no lo harán, obviamente. Entre otras cosas, deberían hacerlo porque hay ahora más motivos: el gobernador de Jujuy, mediante sus empleados judiciales, se alza contra la propia Corte Suprema. Ya no interesa tanto lo que haya decidido la Corte Interamericana, pues internamente la Corte Suprema ha dicho que debe cumplirse lo decidido, y no lo cumple. Milagro no está en su casa, sino en una cárcel montada para ella sola. Morales y sus empleados se ríen de la Corte Suprema argentina, se mofan de sus decisiones, la ridiculizan ante todo el mundo. Aquí mando yo dice el gobernador, y no sólo no manda nadie de afuera del país, sino que tampoco manda la Corte Suprema nacional. Nunca en nuestra historia ha pasado esto, nunca un gobernador ridiculizó a una Corte Suprema. Y lo más insólito es que la propia Corte lo tolera en silencio. Por más que sea la Corte del 2x1, esto no es más que otra muestra de la degradación institucional que vivimos. Sinceramente, es penoso ver como se resquebraja y se va derrumbando el Estado de derecho que tanto costó construir a lo largo de las últimas décadas. Era frágil, faltó impulso para construir un Estado de derecho más fuerte, en la próxima, cuando esta pesadilla acabe, será la tarea prioritaria, tengamos esto presente para el futuro.