Hice un gol ese día? ¿Hice un gol con la camiseta de Ferro? ¡No lo puedo creer!

Pedro Larraquy no es un jugador cualquiera en la historia de Vélez. Hasta que Fabián Cubero superó su marca el 7 de octubre de 2012, era el futbolista con más partidos en el club: 457. La V en el pecho marcó casi toda su carrera, con la última temporada como excepción; porque se retiró en San Lorenzo, cuando la rivalidad entre ambos equipos no era la que se fomentó en los últimos años. Y, sin embargo, hizo un gol que no recuerda con la camiseta del equipo némesis del Fortín.

Larraquy se sorprende con su participación directa en la goleada 5 a 1 sobre Platense del 16 de septiembre de 1977. Recuerda para Enganche que sí, que esa vez jugaron un tiempo con la camiseta del clásico rival y otros detalles, como el silencio de los hinchas cuando los vieron salir así vestidos al campo de juego: “En el túnel escuchábamos los gritos, pero cuando asomaron los primeros cinco o seis muchachos se callaron todos. De pronto veían una camiseta verde, en vez de la blanca o la azul”.

Pero hubo un momento previo, un partido jugado de palabra, con discusiones, y un hecho que precipitó lo que nunca antes. Para que Vélez jugara insólitamente con la camiseta de  rival más rival, Platense se presentó en Caballito (Vélez hacía de local ahí mientras su estadio era remodelado para ser sede del Mundial 78) con un juego de camisetas blancas y no marrones, como era habitual. 

Una hora antes de que empezara el partido, entre los jugadores “locales” se extendía la tranquilidad mientras calentaban sus músculos. Todavía no sospechaban que jugarían con otros colores. “Hasta que empezaron a llegar rumores de que tal vez tendríamos que vestirnos con la camiseta de Ferro”, recuerda Larraquy 40 años y unos meses después. Los dirigentes trataban de torcer la decisión del árbitro, Juan Rolando, que no quería confusiones. Sin camisetas suplentes en los bolsos de los utileros, un empleado del club salió impulsado por la urgencia hasta Liniers. La inminencia del comienzo del partido no le daría tiempo para traer las camisetas azules con la V blanca antes del pitazo inicial. 

El diario Crónica señaló en su edición del día siguiente al partido que algo había sucedido rumbo al estadio con la camioneta que trasladaba la indumentaria de Vélez “por obra de los desconocidos de siempre”. Esa frase, tan eufemística como vacía de información, avalaba el misterio de por qué los de Liniers no contaban con un juego de camisetas alternativo. En esa misma página, Crónica relataba: “En el complemento Vélez recuperó su fisonomía habitual y adoptó lo que le es habitual: jugar a la ley del off side e intentar la salida en contragolpe”. Las camisetas suplentes de Vélez recién pudieron ser usadas por sus jugadores en el segundo tiempo.

–¿Y mi gol fue en el primer tiempo?– insiste Larraquy, como quien quiere encontrar alguna hendija en la historia para escaparse de una realidad que cuesta rastrear. En las escasas líneas de su crónica, la revista El Gráfico, cerrada esta semana después de 99 años, no mencionaba la cuestión de la vestimenta. En su síntesis marcaba como figura de la goleada a Osvaldo Gutiérrez. Es cierto que las fotos de los mejores de cada partido se repetían, porque se utilizaban las de archivo cuando la ocasión lo ameritaba; pero en este caso es un aporte valioso a la confusión: Gutiérrez aparece, entre el resultado y las formaciones, con la camiseta titular de Vélez, blanca con la V azul. 

Los diarios La Nación y La Razón también habían pasado por alto la camiseta verde con el escudo de Ferro estampado en el pecho que Vélez uso esa tarde. De igual modo Clarín, que al menos publicó una foto que certifica el hecho. En su edición del 17 de septiembre de 1977 se ve la estampa en primer plano de José Antonio “Pepe” Castro, con la camiseta de Ferro, gambeteando a Roberto Gianetti. Más rara aún es una publicación de Clarín del 26 de octubre de 2002. El recuerdo (erróneo) pone el foco en un partido jugado tres meses después de aquel del 16 de septiembre de 1977, uno en el que Vélez, con juveniles, derrotó a Gimnasia de Jujuy 3 a 0. Por supuesto, la nota no está ilustrada ni con fotos ni con testimonios.

Los errores y los olvidos (“No me acuerdo de que jugáramos con la camiseta de Ferro”, le dice a este medio Jorge Bartero, ex arquero de Vélez) son parte de una memoria ajada por cuatro décadas y la negación inconsciente. ¿Acaso alguien podría imaginarse hoy que su equipo jugase con la camiseta del clásico rival? Peor todavía: ¿algún equipo vestiría en la actualidad con otros colores que no fueran los propios o los vinculados con su historia? La guerra de marcas, la lupa puesta sobre el marketing, la cultura del aguante, el folklore del fútbol y tantos factores que provocaron una transformación bestial jamás permitirían lo que pasó una vez, aquella vez, con Vélez. Ni tampoco con lo que ocurrió con Excursionistas en 1987, que también jugó 45 minutos con la camiseta de su clásico, Defensores de Belgrano. Son los dos únicos casos del fútbol argentino de equipos jugando –obviamente, por necesidad– con la camiseta de su archirrival. 

Sin embargo, hubo casos de equipos que, al jugar de local en otras canchas, muchas veces se valieron de esas utilerías para salir a la cancha. El periodista y creador de la cuenta de Twitter @AtlantaRetro, Edgardo Imas, aporta un ejemplo: “Platense usó varias veces la camiseta de Atlanta, cuando en los años 70 hacía de local en Villa Crespo”.

Bartero reemplazó a los tres minutos del segundo tiempo de aquella goleada del Metropolitano de 1977 a Norberto Peratta y, dice, estaba tan nervioso por jugar su segundo partido en Primera que lo poco que recuerda tiene que ver con los futbolistas de Platense: “(Carlos) Pinasco me insultaba, me decía que me iban a hacer cuatro goles”. Algunas particularidades son rescatadas por la página web Ferropedia, una especie de Wikipedia del club de Caballito. El título de la nota es simpático e informativo: “La crisis de identidad de nuestro clásico rival”. La volanta no deja dudas: “Vélez juega con la camiseta de Ferro”. Y una foto documenta el inédito primer tiempo, con una escena en la que se ve a Esteban Corbalán, vestido de verde, rodeado por jugadores y el arquero de Platense. Diario Popular atesora como ningún otro medio lo que con el tiempo se convertiría en una piecita de colección para el rompecabezas del fútbol argentino. En un recuadro titulado “Menuda sorpresa” explica qué pasó: “Ante la necesidad de cambiar camisetas para evitar confusiones con las de Platense, debieron apelar al préstamo de los utileros de Ferro, ya que no se había previsto una contingencia así”. En dos fotos aparece Pedro Roldán, goleador del partido, disfrazado de jugador de Ferro.

En la tarde del Vélez camaleónico, tres goles fueron convertidos  con la camiseta de Ferro: el primero de Roldán, el de Larraquy y el de Hugo Iervasi. Ya en la segunda parte, con su histórica camiseta suplente, Vélez marcó a través de Castro y otra vez Roldán, de penal.

Guillermo Tagliaferri es periodista, pero entonces tenía 17 años y los partidos los vivía desde la tribuna como hincha de Vélez. “Cuando vi jugadores con camisetas verdes no le di importancia, pero enseguida vi que eran las caras de los jugadores de Vélez. No entendía nada. Fue muy raro ver a Vélez como si fuera Ferro”. Asegura que en la tribuna local nadie entendía qué sucedía. Cómo Vélez encarnaba la pesadilla de tener que camuflarse bajo la piel de su gran rival.

“Sé de ese partido, pero no me acuerdo bien qué pasó. Yo era pibe”, se excusa Carlos García, utilero de Vélez e hijo Ramón “Lelo” García, el histórico canchero del Amalfitani. Explica que ahora es imposible que se den esas confusiones, porque los utileros se comunican entre ellos por Whatsapp en la previa de los partidos para consultarse sobre qué colores utilizarán sus equipos. Y agrega sobre el episodio con fisuras del 77: “En ese momento mi papá no estaba en la utilería de Vélez; se había ido a trabajar a Mar del Plata, a poner en condiciones el césped del estadio para el Mundial”. 

El fútbol está repleto de historias de camisetas, homenajes y versiones prestadas. Muchas fueron compiladas en un libro maravilloso: Atlas de camisetas, que recientemente publicaron Cune Molinero y Alejandro Turner bajo el sello de editorial Planeta. La Selección de Francia utilizó la camiseta de Kimberley, de Mar del Plata, para diferenciarse de Hungría en un partido del Mundial 78. Incluso Ferro jugó con otros colores contra Chicago, aunque por decisión propia: en 1968 se vistió como si fuera Estudiantes de La Plata diez días después de que el Pincha se consagrara campeón del mundo frente al Manchester United. El último caso de cambio de camiseta lo protagonizó Atlético de Tucumán, que hace un año debió pedirle ropa a los utileros de la selección argentina sub 20 para jugar un partido de Copa Liberadores contra El Nacional, de Ecuador. Ninguno de esos equipos, sin embargo, tuvo el padecimiento de Vélez: el de arrastrar por la cancha la cruz de transpirar la camiseta de su clásico rival.