Un año atrás, el presidente de la Nación, Mauricio Macri, anunció la construcción del Paseo del Bajo: un corredor vial de 7,1 kilómetros entre las avenidas Alicia Moreau de Justo y Huergo-Madero. La autovía, con un diseño de trinchera abierta, será exclusiva para el transporte pesado, mientras que los autos circularán por las avenidas Alicia Moreau de Justo y Huergo-Madero, cada una de ellas con cuatro carriles en un solo sentido. 

La traza comenzará al sur de la ciudad, en el empalme con las Autopistas 25 de Mayo y Ricardo Balbín (Buenos Aires-La Plata), desde donde partirán ramas de vinculación. A la altura de Carlos Calvo, el trayecto se transformará en trinchera de 3,50 metros de ancho y 5,10 metros de altura  –con un desvío en la avenida Belgrano– hasta la avenida Ramos Mejía, donde saldrá a la superficie para desviar el ingreso y egreso a la Terminal de Ómnibus de Retiro. Por último, con el viaducto elevado, la traza tendrá una conexión al puerto, sobre las avenidas Antártida Argentina y Castillo, y finalizará en su empalme Norte con la Autopista Illia, a la altura del Peaje Retiro. “Tal como se pautó, el Paseo estará listo en abril del 2019”, indicó a este diario un vocero del Ministerio de Transporte y Desarrollo Urbano de la Ciudad. Hasta ayer, según datos oficiales, la obra tiene sólo un avance del 19 por ciento.

Por su parte, el Paseo del Bajo también creará, de acuerdo al proyecto anunciado, 60.000 metros cuadrados de nuevos espacios verdes y contendrá también una nueva red de ciclovías, integrada a la actual, “para fomentar la recreación y la movilidad sustentable”. El director del CIHE aseguró que la propuesta verde no es suficiente: “Este proyecto demuestra que en gestión urbana hay contradicciones internas que llaman la atención. En otras áreas del gobierno adoptaron completamente la idea de incentivar el uso del transporte público, de tratar de desalentar la llegada al centro en auto. Pero este Paseo del Bajo va a llevar más autos al centro, que es totalmente opuesto”.

Serán 4.624 millones de pesos, la cifra –aproximada– que costará toda esta megaobra proyectada. Para pagarlo, además de conseguir financiamiento de la Corporación Andina de Fomento y del Ministerio de Finanzas de Nación, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decidió vender 91.337,76 metros cuadrados en la zona Catalinas Norte, un terreno de Puerto Madero deseado por la especulación inmobiliaria. 

Pero en noviembre del año pasado, cuando la obra ya se había puesto en marcha, el Procurador General de la Ciudad, Gabriel Astarloa, junto a la Corporación Puerto Madero decidieron rescindir el vínculo con Corsán Corviam (apuntada como “la Odebrecht española”, tras revelarse que la compañía pagó coimas para obtener obra pública en América Latina) que había obtenido el trayecto “A” de la licitación. Para que no se atrase la construcción, el Gobierno porteño contrató –por una suma mayor– a la unión transitoria de empresas (UTE) conformada por JCR SA y Coarco SA, quien había finalizado tercera en el pliego de licitación y fue señalada por la diputada Elisa Carrió como una compañía ligada al gobierno kirchnerista. La segunda de ese listado, IECSA, en ese entonces del primo del presidente, Angelo Calcaterra, no pudo adquirir ese trayecto ya que le adjudicaron el tramo “C” por $ 3.100 millones. El más caro del Paseo.

Informe: Jeremías Batagelj.