Era el cumpleaños de Luis, quizás de los 14 o 15, y yo le regalaba Todos los fuegos el fuego de Julio Cortázar. El obsequio era un libro nuevo pero envuelto en papel de diario. Una forma bizarra que compartíamos, de proponer modos diferentes para el mundo que ya existía. Los padres de Luis me miran algo sorprendidos.

Parado en el escenario junto a los compañeros músicos que participaron el 23 de enero de 2018 del cumpleaños de Luis en el Konex, vuelven a mi mente esas imágenes de adolescencia. Y hay un espacio-tiempo en dónde no entiendo cómo fue que pasamos de muchachitos inquietos a ser protagonistas de un movimiento musical tan movilizador, el rock argentino.

Estamos en el final del concierto festejando con su música. Escucho la tremenda voz al unísono de miles de personas cantando “Quedándote o yéndote” y me impresiona ese amor devocional de la gente. Emocionante.

Estoy aquí mirando, pero como en una película donde la imagen se ralenta, veo la realidad desde otro lugar.

Ciertamente Luis se ha ido hacia un lugar muy alto, tan alto que quizás ya no pueda reconocerlo como mi amiguito del cumpleaños al que le regalé el libro de Cortázar. Aquí nos puso la vida y la música. Experiencias inigualables y continuas mutaciones.

Feliz cumple, querido Luis.