Desde París 

La foto final del viaje por Europa del presidente Mauricio  Macri se tomará en París junto al jefe del Estado francés, Emmanuel Macron, tal vez el más pragmático y directo de los dirigentes con los cuales el mandatario argentino se entrevistó durante su gira y el que más se parece a su propia historia política. Antes mismo de que Macri toque suelo francés, Macron marcó los límites que Francia no piensa mover y que Argentina esperaba desplazar en lo que atañe el acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. “Espero que Macron me de buenas noticias”, dijo el mandatario argentino antes de su llegada a la capital francesa. Sin embargo, en una reunión con agricultores en la localidad de Puy-de-Dôme, en el centro de Francia, Emmanuel Macron pareció enfriar las expectativas argentinas cuando los dijo a los agricultores que este viernes le iba a exponer a su par argentino las “líneas rojas que Francia no desea sobrepasar”. Ese tema era uno de los platos fuertes de un menú francés con muchos ingredientes antagónicos, empezando por la deuda impaga con la empresa francesa Suez (hoy Engie) por la estatización de ex Aguas Argentinas, (380 millones de dólares), siguiendo con la anulación de la compra de 4 fragatas francesas, el veto francés al ingreso del biodiesel argentino a la Unión Europea, el bloqueo de las negociaciones sobre el acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur, el necesario apoyo francés al ingreso de la Argentina a la OCDE, y el comité de recepción organizado por las asociaciones que defienden los derechos humanos. La Asamblea de los Ciudadanos Argentinos en Francia (ACAF) le envió una carta abierta al presidente Emmanuel Macron en la cual hace un balance de la acción gubernamental del visitante argentino. En la carta (https://goo.gl/forms/UhBt8Ko8tokQKY9O2), la <https://goo.gl/forms/ UhBt8Ko8tokQKY9O2),%20la> ACAF denuncia el “rumbo autoritario” de Mauricio Macri, el despido de “reputados periodistas”, “la supresión de programas en la radio y la televisión públicas”, la “asfixia de los medios de oposición”, la “caza de brujas contra los funcionarios debido a sus simpatías políticas”, la “criminalización de los movimientos sociales y sindicales”, la “puesta en escena espectacular de los arrestos de funcionarios y hombres de negocios”, las arremetidas “contra las política de Memoria, Verdad y Justicia”, la “desaparición y luego el asesinato de Santiago Maldonado y el asesinato por la espalda de Rafael Nahuel, el militante de la causa Mapuche”, la “represión del pasado 14 y 18 de diciembre ante el Parlamento”, la prisión domiciliara otorgada al torturador Miguel Etchecolatz, el caso de Milagro Sala, la “inquietante degradación del Estado de Derecho”, o los “inverosímiles aumentos de los precios de la anergia, los medicamentos, el combustible, el transporte”. La ACAF le solicita abiertamente a Emmanuel Macron que interceda “para la libertad inmediata de Milagro Sala y todos los prisioneros políticos de Argentina”. Este jueves 25 hubo una manifestación en París, en la Place de Beyrouth, contra Mauricio Macri y el próximo sábado esta prevista otra cuando el presidente acuda a la Municipalidad de París.           

Estas cuestiones centrales de una democracia ya no movilizan como antes. Los medios locales poco evocan estos dramas nacionales. Le Monde titula su artículo :”El presidente viene a Francia para atraer inversores” mientras que el principal diario económico, Les Echos, argumenta que con su viaje  “La Argentina se esfuerza por calmar las tensiones con Francia”. La agenda comprende un encuentro con Emmanuel Macron previsto para este viernes 26, un desayuno previo con 60 empresarios miembros del Comité Ejecutivo del organismo que agrupa al patronato francés, el Medef, un almuerzo híper exclusivo organizado por el Grupo Rothschild, una cena con la pareja presidencial francesa, y el sábado una recepción en la municipalidad de París. El encuentro con Emmanuel Macron es el momento más central de este final de gira. Los dos mandatarios tienen destinos políticos bastante similares y hasta  comparten una ascenso al poder análogo, aunque luego, en su forma de gobernar, muchas cosas los separan. La prensa francesa suele decir que aún no se sabe muy bien qué es el macronismo mientras que en la Argentina ya se sabe que el macrismo no es sino un proyecto liberal autoritario, exterminador de las clases pobres y medias, indolente, que no da la cara cuando hay crisis sino que recurre a contra narrativas armadas por aficionados con  papelitos mojados y encima hace de una justicia servil su brazo armado. Tanto Macri (2015) como Macron (2016) llegaron a la presidencia por caminos que estaban afuera de los partidos tradicionales y con el mismo corte de producto marketing en sus campañas, Cambiemos en la Argentina, En Marche en Francia. El portal de información Mediapart describe a los dos hombres como “los nuevos bárbaros de la política, adeptos de la disrupción. (…) Ambos son millonarios”. La publicación destaca que los dos “se inscriben en ruptura en relación a sus predecesores y se ubican deliberadamente fuera del campo político tradicional”. Las similitudes son numerosos, incluso en el tipo de gobierno que formaron compuestos, en los dos casos, por ejecutivos y miembros de multinacionales. En Francia, entre ministros y secretarios de Estado, no menos de 7 integrantes del gabinete provienen del sector privado ligado a las empresas de talla mundial. Macri y Macron son adeptos a pasar por encima de los legisladores. Como lo recuerda Mediapart, En 100 días, Mauricio Macri firmó más de 700 decretos al tiempo que Macron implementó la ley sobre la reforma laboral mediante un paquete de ordenanzas. Se evitó así el debate parlamentario y el estallido de su propia mayoría muy dividida en torno a lo que constituye una de las reformas más importantes del mandato del presidente francés. Los dos mandatarios le cobraron a los pobres lo que no le hicieron gastar a los ricos. Emmanuel Macron cambió los criterios de aplicación del impuesto sobre las grandes fortunas, con lo cual los ricos ricos se ahorran mucho dinero. Ello le valió el apodo de “presidente de los ricos” porque al mismo tiempo que exoneraba, por ejemplo, el patrimonio inmobiliario de todo gravamen, aumentaba los impuestos para los jubilados. Los dos, también, le tienen aversión al Estado, son proporcionalmente hostiles a los medios de prensa libres y ejercen muchas presiones sobre los periodistas, los canales de televisión, los diarios y las revistas que mantienen un perfil crítico. En suma, dos millonarios que recuperaron el poder dejado por otro  poder desgastado y sin prestigio se aprestan a celebrar en París una mini cumbre de los semejantes donde cada uno intentará obtener del otro el mejor interés posible.

Estos dos hombres de contornos muy idénticos pondrán sobre la mesa los diferendos entre los dos países, empezando por la deuda de 380 millones de dólares que Argentina se comprometió a pagar y que al final no lo hizo. Otro es el enredo de las fragatas francesas que, en principio, Argentina le iba a comprar a París y luego desistió en beneficio de una empresa española. A Francia este asunto le pareció de “mal gusto” y llegó  literalmente a enfurecer a un par de ministros del gobierno del ex presidente François Hollande y luego de Macron. Lo mismo ocurrió con el tema de la deuda. Buenos Aires se había comprometido a pagarla ante el entonces ministro de Economía Michel Sapin, pero no lo hizo y, encima, dejó sin respuesta los intentos franceses de obtener información. Ahora, todo parece estar por buen camino. Argentina se dispone a pagar la deuda y estaría por presentar una formula para la compra de las vedettes francesas. Como siempre ocurre entre débiles y poderosos, es el precio que Argentina pagará para que los famosos “inversores” recuperen la confianza perdida. Buenos Aires cuenta con obtener el respaldo de Francia para el ingreso a la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico) y un compromiso para que se destraben las negociaciones en torno al acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. Macron, el gran abanderado de la globalización y afiliado a todo tipo de acuerdos sin regulación, se opone a la firma de ese tratado que lleva más de 20 anos de discusiones. De hecho, no cambia por ahora la posición de Francia. Para proteger a sus ultra subvencionados agricultores, París ha sacrificado la conclusión de ese acuerdo. Pese a los optimismos de Buenos Aires, en realidad resulta arriesgado que Macron cruce la llamada “línea roja” y cambie radicalmente la postura francesa con respeto a esas negociaciones, incluso con la presión de Alemania y España sobre las espaldas. Ya se lo dijo a los agricultores del centro del país pocas horas antes de que Macri aterrizara  en Francia: “es un buen acuerdo si se mantienen las líneas rojas”, o sea, las mismas que lo trabaron hasta ahora. Para que quede bien claro, luego de agradecer al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, por haber “resistido” a finales de 2017 ante quienes “empujaban” a la firma del acuerdo entre la UE y el Mercosur, Macron puntualizó: “no podemos firmar acuerdos que van a favorecer a un actor industrial o agrícola que se encuentra a miles de kilómetros, que cuenta con otro modelo social o medioambiental y hace lo contrario de lo que nosotros imponemos a nuestros propios actores”. 

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