“Que este 2018 nos encuentre juntos, con paz y felicidad compartida, trabajando todos por un General Rodríguez próspero y con el futuro que se merece. Les deseo de corazón todo lo mejor del mundo. Gracias por acompañarnos. Que Dios los bendiga”, posteó Darío Kubar, el intendente macrista del municipio del oeste del conurbano bonaerense, acompañado de una foto familiar que lo muestra junto a su esposa y tres hijos en la red social Twitter el primer día del año. Su familia ha sido un sello de la gestión al frente del municipio. Unos 14 familiares directos integran la plantilla municipal en cargos importantes y la lista llegaría a 20 en otros cargos menores. Si Kubar se ve forzado a adherir a la tardía proclama presidencial de excluir de la administración estatal a los familiares directos de los principales funcionarios, su “equipo” comunal correría riesgo de quedar vacío. No es el caso de su hermano Florencio, que rompió políticamente con Darío y ahora acusa al jefe comunal de haberle mandado a quemar la camioneta y a golpearlo. La insólita interna familiar –de la rama que no tiene cargos– terminó con el intendente echando a sus propios padres de la quinta en que compartían para Navidad.                 

El escándalo que desató ministro de Trabajo, Jorge Triaca, con el nombramiento de una empleada familiar como interventora de la delegación San Fernando del SOMU, terminó con el presidente Mauricio Macri ratificándolo en el cargo y con un decreto para desplazar a familiares de integrantes del Ejecutivo en la administración pública nacional. La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal fue de la primeras en encolumnarse con la decisión presidencial y desde su administración le apuntan a los municipios como el supuesto embrión del nepotismo. Con la lupa en las comunas, las intendencias en manos de Cambiemos no fueron la excepción y General Rodríguez emergió como una caso paradigmático. 

El intendente Kubar tiene casi una veintena de familiares en su gestión municipal. Su esposa, Natalia Ruiz, es ahora concejal tras encabezar la boleta de Cambiemos en 2017, hasta entonces –desde 2015– fue su secretaria privada. Su hermano, Lucas Kubar, es secretario de Servicios Públicos mientras que su primo Carlos Kubar, coordinador de Políticas Socioeducativas. Sus cuñadas Graciela y Florencia Ruiz son directora del Museo Municipal y subdirectora de la Privada municipal, respectivamente. SU cuñada Miriam Conforti, esposa del secretario Lucas Kubar, es empleada en la Dirección de Entidades. Sus sobrinas Brenda y Wanda Lucero –hijas de la directora Graciela Ruiz– son directora de Juventud y empleada en la poblada Secretaría Privada, respectivamente. Mariano Pallet –sobrino político, marido de Florencia Ruiz–, es jefe de la Oficina Local del Anses. Marina Cordone –esposa del primo Carlos Kubar–, jueza de Faltas designada por su gobierno y ex concejal opositora hasta que le salió el cargo. Otro primo, Luis Moreno, es subdirector de Regularización Dominial. La pareja de Graciela Ruiz, Raúl Lucero, trabaja en la radio municipal mientras que a la esposa de su socio en el estudio de ingeniería, Patricia Piatta, la designó jueza de Faltas.   

Para el periodista local Alejandro Krewsky (del semanario El Vecinal), que colaboró con PáginaI12 en la elaboración de la extensa lista, también explicó como los contactos familiares se multiplican más allá de la plantilla municipal. La comuna le alquila al primo del intendente, Juan José Kubar, la casa que utiliza el Juzgado de Faltas –creado en su administración– por más de un millón de pesos al año. También hay contratistas y personas que se encargan de controlar las ferias de artesanos que portan los familiares apellidos Kubar y Ruiz, que suman otros 20. Mientras que el resto de los principales funcionarios municipales –muchos de ellos provenientes de las administraciones derrotadas en Merlo y Malvinas Argentinas– replican en sus áreas la conducta del intendente. 

“Cualquiera elegiría a una persona de confianza y no a un vecino que esté dando vueltas por ahí”, se justifico Kubar en una entrevista radial en la que defendió el nombramiento de su esposa y de su hermano, pero no hizo referencia al resto de la parentela en su gestión.

Kubar, que llegó a la intendencia en 2015 en la misma boleta que Macri y Vidal, ahora también quedó expuesto. Por su zigzagueante trayectoria política, el macrismo no termina de reconocerlo como propio. Kubar fue concejal del FpV y hacía campaña con unos pinguinos inflables en la plaza del pueblo. Luego pegó el salto al massista Frente Renovador y se alineó con el ex intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, en sus coqueteos con Cambiemos. Cariglino no terminó de cerrar su acuerdo pero Kubar fichó para el macrismo en General Rodríguez.

Ya el 2017 no había sido un buen año para su gestión casi familiar. La baja perfomance de Cambiemos en la primarias locales provocó la ruptura con su hermano Florencio, quien lo responsabilizó de acordar la llegada a la ciudad  de “la mano de obra de desocupada de Jesús Cariglino, Raúl Othacehé y Mariano West”, los derrotados barones del Conurbano. A Florencio le quemaron su vehículo en la calle y sufrió un violento asalto en su Casa en pleno día. No dudó en apuntarle a su hermano intendente: “Cuando yo decido irme, me mandó a quemar una camioneta y después me mandó matones a que me aflojen todos los dientes”, afirmó Florencio al portal Infocielo. 

Kubar perdió la elección legislativa de octubre a manos de Unidad Ciudadana, a pesar de haber jugado a su esposa como primera candidata a concejal. El 24 de diciembre, la interna familiar estalló y el jefe comunal echó a sus padres de la casa en que se preparaban para recibir la Navidad. 

Pese a la derrota, la gobernadora Vidal buscó respaldarlo y el 9 de enero pasado, en su primera recorrida luego de visitar la Costa Atlántica, estuvo con Kubar en la reciclada guardia del hospital de agudos de la zona.