El Padrino inmortalizó el dicho “le hice una oferta que no podía rechazar”. La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal lo parafrasea en otras ligas: propuso a los gremios docentes una oferta que estos no podían aceptar. Claro que es el comienzo de las tratativas; el primer movimiento vale como piso y no como cierre. La mesa sigue tendida aunque Vidal, con la sartén por el mango, regatea aún la fecha del próximo encuentro.

De todas maneras, la propuesta es inadmisible por partida doble. El 15 anual por ciento pelado, que ni siquiera se paga de entrada, sin cláusula gatillo, apesta a burla cuando hasta los consultores afines al Gobierno asumen una inflación anual que superará el 20 por ciento. El plus por presentismo ¡durante el año pasado! configura una práctica desleal, porque bonifica a quien no ejerció el derecho constitucional de huelga. Vulnera los tratados entre la Argentina y  la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Vidal amagó una medida similar el año pasado. También amenazó a los gremios con quitarles la personería, por el crimen de reivindicar los derechos de sus bases.

Con el “bonus” por presentismo, la gobernadora procura dividir “por abajo” a los maestros y conseguir simpatía en la opinión pública. Tal vez algo coseche aunque deben ser muy contados los trabajadores en cualquier rubro que tuvieron asistencia perfecta a sus laburos el año pasado. La vida es difícil, el transporte pésimo, los seres humanos se enferman (ellos o miembros de su familia)… cien etcéteras.

Clausurada de facto y de prepo la Paritaria Nacional Docente pese a tener vigencia legal, las negociaciones en 24 provincias carecen de una referencia y transcurren de modo caótico, lento en casi todas. Los gobernadores, con contadísimas excepciones, arrancan las convenciones colectivas muy tarde y “claman” para que los maestros no dejen a los chicos sin clases.Los ejecutivos provinciales abusan del poder: son los únicos responsables de que las mesas de negociación arranquen siempre tarde. Especulan con la necesidad de alumnos y familias, presionan a los maestros.

El gobernador rionegrino, Alberto Weretilneck, hizo punta en el ranking de decisiones ominosas: recortó el servicio de transporte para alumnos de escuelas rurales, un impedimento insuperable para asistir a clase.La paritaria bonaerense, por ejemplo, venció el 31 de diciembre. Nada, salvo la voluntad de Vidal, impedía comenzar a conversar formalmente en esa fecha. O antes.

Las huelgas al comienzo del ciclo lectivo son un clásico, que complica la vida de las familias. Los dirigentes sindicales lo saben y deben contrapesarlo con que el momento para pulsear por sus derechos es éste y no otro.                            

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Inclusión y formación: Otro planteo clásico es la necesidad de discutir todo el sistema educativo y no solo los salarios. El debate es imprescindible. Dada su complejidad no puede abordarse a fines de febrero, en tiempo suplementario, sin haber zanjado la retribución de los trabajadores, uno de los deberes primordiales de la patronal.

  La Vulgata macrista ningunea virtudes de la educación pública en Argentina, construye una leyenda negra: clava la mirada solo en la crisis.

En el caso del secundario, es un dilema mundial, lo que no releva de la necesidad de resolverlo pero relativiza la tesis de la originalidad autóctona.

La tradición nacional, infrecuente en otros parajes del mundo, prioriza la gratuidad y la universalidad de muchos servicios públicos: la salud y la educación, para empezar.

El itinerario para lograrlas ha sido prolongado: transformas las inclusiones legisladas en realidades sociales siempre tomó tiempo. La ley 1420 no obró por encanto ni logró de inmediato la incorporación de pibes y pibas a la escuela primaria.

Al cumplirse cien años de la venerable Reforma Universitaria es forzoso evocar que la gratuidad la legisló el primer peronismo, tres décadas después.

Los gobiernos kirchneristas tomaron diversas medidas inclusivas. La obligatoriedad de la educación secundaria gratuita en 2006, la de “salita de cuatro” en 2015. Se pasó de 10 años de enseñanza obligatoria a catorce, la cifra más alta de la región.

También amplió la oferta terciaria, abriendo nuevas universidades, más cercanas a sus potenciales educandos. La distancia física tiene costos en tiempo y en plata: es disuasiva o hasta excluyente.

La ampliación de la matrícula secundaria conlleva la incorporación de una masa amplísimade chicas y chicos. Un 84,6 por ciento del total posibleinició el secundario en 2015 contra un 33 por ciento en 1960 o un 51 por ciento en 1985, según cifras oficiales. Posiblemente en el pasado el porcentaje relativo de egresados era superior al actual pero jamás alcanzaba  la totalidad. De esas minucias no se habla.

Los “nuevos” ingresantes llegan con menos “capital social” que sus compañeros de aula, con un primario menos aprovechado.La repitencia, el ausentismo, la sobre edad,  los que ingresan y egresan de modo intermitente atribulan a los profesores y les generan nuevos retos. Se trata, aunque duela, de desigualdad en el interior de las clases populares.

Cuando se comparan desempeños de educación pública versus privada se oculta que la línea de largada es distinta. La mayoría de los alumnos de las privadas provienen de las clases ABC1, la proporción se invierte para los públicos. La principal diferencia estriba en el origen social, no en la productividad de las privadas.

A menudo se le endilgan a la escuela problemas que llegan desde la calle o la sociedad civil. Si una mamá enfurecida golpea a una profe, se habla de “violencia escolar”. No se usa un modismo sinónimo cuando pacientes enojados por (creer) haber recibido mala atención agreden a médicos de hospitales.

La llegada de camadas nuevas a universidades es, de por sí, un ascenso social. “Confesar” en un curriculum que se vive en determinados barrios garantiza ser rechazado casi en cualquier trabajo. Pertenecer a la universidad vale como pasaporte.

La inclusión universitaria o la relativa contención que da la secundaria son mejoras parciales, recientes, que deben perfeccionarse. La formación es relevante, también la cursada más o menos regular,la cantidad de egresados. Pero los avances producidos, como tantos que produjo el kirchnerismo, son un escalón ascendente. La lógica de las apodadas “políticas de Estado” no es suprimir logros sino acentuarlos.

El programa Progresar es una de las mejores iniciativas del segundo mandato de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Se encadena virtuosamente con la Asignación Universal por Hijo (AUH), posibilita un modo de movilidad social ascendente. El Gobierno lo distorsiona, transformándolo en una suerte de beca contra resultados académicos muy exigentes. Hablamos de jóvenes de escasos ingresos, hay mamás y papas entre ellos, sus familias viven con lo puesto… o con menos. La base de beneficiarios (pibas y pibes de hogares humildes que estudian o se capacitan laboralmente) ya disminuyó y se achicará según pase el tiempo. Macri no troncha de raíz los programas educativos o sociales pero los va marchitando. Altera sus metas o los ahoga presupuestariamente.

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Nombres y representaciones: Según el Censo Nacional de Personal de Establecimientos Educativos en 2014 había más de 250.000 docentes “frente a alumnos” en Buenos Aires. El total supera los 300.000. Está en juego un ingreso digno para esa masa de trabajadores y no la suerte de Roberto Baradel. 

El oficialismo y los medios adictos se esmeran en presentar una pugna entre dos figuras, sacando partido de la legitimidad revalidada de Vidal. La lógica de la representación, empero, desmiente los planteos maniqueos. Baradel es un punching ball para el macrismo, incluso su familia recibió amenazas que Macri tomó en solfa. Pero el hombre ganó el año pasado las elecciones en el Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA), dejando segunda a Romina del Plá, dirigente de la izquierda combativa. Intuitivamente, puede suponerse que los docentes votaron en las elecciones generales de modo parecido al conjunto de los bonaerenses y que optaron por representantes gremiales combativos y opositores. La “gente” discierne a quien elige.

Tal vez no quieran ser condenados a un sueldo reducido que no reconoce la inflación del año pasado ni cubrirá la del actual. Los laburantes viven al día, no son accionistas de empresas off shore ni tienen millones de dólares en el extranjero. Ni siquiera les donan graciosamente medio millón de pesos cuando se desvinculan voluntariamente de una empresa.

“La provincia” fue beneficiada generosamente en el nuevo reparto de la Coparticipación Federal. Su mandataria alega, sin razón, no contar con fondos para pagar sueldos decorosos a los maestros.

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El acto del miércoles: Los medios adictos confían en que Baradel sumará desprestigio porque participará “del acto de Hugo Moyano” el miércoles que viene. Computan a diario cuántos gremios no participarán mientras, en aparente paradoja, imaginan una concurrencia híper masiva: 300.000 personas o 400.000. Un número formidable, tal vez sugerido para desmerecer una marca menor.

 Las valoraciones fallan al pecar de personalismo. “La marcha de Moyano” será de muchos otros dirigentes u organizaciones o no será. Su clave es la confluencia de gremios, organizaciones sociales, empleados despedidos recientemente en el Estado o en empresas privadas, seccionales cegetistas y gente común.

 Moyano supo ser (en un pasado que no volverá) el último líder convocante de la Confederación General del Trabajo (CGT), atomizada hoy en día. Un conflicto particular lo relanza a las calles. Si solo concurre el sindicato de Camioneros, la movida fracasará. Si la concurrencia es masiva, será una señal de la etapa. La “unidad en la acción” sin perder identidad ni resignar banderas propias se vio días atrás en el Cabildo y en La Plata.

El Gabinete, reunido en “retiro espiritual” (en fin) caviló sobre ese punto y sobre la cantidad creciente de funcionarios en aprietos por conflicto de intereses. La idea presidencial es defender a esa gran masa, que engrosa semana tras semana: a Buda rogando y con el mazo dando. La solidaridad de clase funciona, en un gobierno cuyos cuadros se formaron mayormente en escuelas y universidades privadas. Las diferencias de cuna no son su problema sino su ventaja. Un dato sugestivo para cerrar esta nota sobre varias historias que continuarán.

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