-Me quiero matar, dijo A. G., cuando tenía 15 años y se enteró de que estaba embarazada después de haber sido violada por su padrastro. La Justicia la tuvo cuatro meses dando vueltas con expedientes y una gestación que la hacía portadora de la violación, en Comodoro Rivadavia, Chubut. El 13 de marzo del 2010, en el Centro Materno Infantil de Trelew, la médica Stella Manzano realizó la interrupción voluntaria del embarazo, con el respaldo de una sentencia de los jueces de la Sala Civil del Superior Tribunal de Justicia de Chubut.

“Siempre se dice que el post aborto es traumático, pero la niña, gracias a eso, pudo volver a su vida feliz. Ella no carga con ningún trauma por el aborto, sino por la violación”, contó la abogada Sandra Elizabeth Grilli, quien defendió a A. G. y remarcó que consiguió apoyos gracias a la cobertura pionera de Mariana Carbajal, en PáginaI12. El caso estaba resuelto, pero el defensor del niño hizo una apelación para amenazar a las profesionales de la salud con una causa en su contra. Por eso, el expediente llego a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. 

La Corte se podría haber desentendido con un aborto ya practicado. Hubo decisión de dejar un mandato y hacer respetar un derecho. “El aborto no punible está legislado hace más de noventa años”, subrayó ante Las/12 Carmen Argibay, en una entrevista publicada el 3 de diciembre del 2010 donde adelantó que la Corte se iba a pronunciar -aunque no hiciera falta- y que no iba a mirar para otro lado. El fallo es conocido como F.A.L (por las siglas de la madre de A.G.). La sentencia se conoció el 13 de marzo del 2012 en una decisión histórica que, probablemente, no se volvería a repetir con la actual conformación mucho más conservadora. 

El fallo F.A.L fue mucho más allá de un permiso puntual o para casos extremos y legitimó que toda mujer que necesite interrumpir un embarazo puede hacerlo. El aborto en la Argentina es legal por causales, igual que en muchos países (como España antes de la reforma del 2010) y como Brasil y Chile (después de una gran pelea de Michelle Bachelet) pero con causales más amplias que en los países limítrofes. En la Argentina el aborto es legal si hay violación, si el embarazo es inviable, si corre riesgo la vida de la madre y, también, si afecta a la salud en un sentido físico o psíquico. Por lo tanto, si una mujer siente que continuar con el embarazo le produce depresión ya alcanza. La diferencia con el imaginario es que no se realizan operaciones en camillas, sino que se receta o se da la medicación en abortos a través de Misoprostol.

La decisión del gobierno de Mauricio Macri de dejar a voluntad de los y las legisladores la discusión sobre el aborto legal, seguro y gratuito no es más ni menos de lo que ya viene sucediendo. No hubo antes, ni ahora, un freno del Poder Ejecutivo para la discusión parlamentaria, aunque, en ningún caso (como sí hizo Bachelet) el proyecto se promovió desde la Presidencia de la Nación. La iniciativa de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que vuelve a presentarse el 6 de marzo, en una batalla que enaltece su labor inclaudicable y que está reconvertida en un símbolo colectivo y juvenil con los pañuelos verdes que poblaron el Congreso de la Nación el lunes.

La Campaña ya logró (en anteriores conformaciones parlamentarias) que la iniciativa fuera firmada por 70 diputadas y diputados de todos los bloques (Frente para la Victoria, PRO, radicalismo, socialismo, izquierda y Frente Renovador) en un consenso multipartidario inédito en la política argentina. En el 2015 el proyecto fue frenado en la Comisión de Legislación Penal, a cargo de Patricia Bullrich, ahora Ministra de Seguridad, que no dejo avanzar la iniciativa, a pesar que en los noventa ella había presentado un proyecto de despenalización del aborto que hoy deja en el olvido de su camuflaje político. 

La noticia del vía libre muestra un triunfo del movimiento de mujeres, de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito y la imposición de una agenda feminista en las redes sociales, los medios de comunicación y la calle protagonizada por una camada de jóvenes que llevan adelante, con una decisión imparable, la defensa del lema “Educación Sexual para decidir, Anticonceptivos para no abortar, Aborto Legal para no morir”. 

Las trampas de la noticia muestran que el Gobierno quiere imponer una asignación para embarazadas (que, sin embargo, redujo su valor en la reforma previsional) y la aceleración de la adopción. Las dos medidas no están relacionadas en absoluto con la decisión sobre el propio cuerpo y pueden llevarse adelante por su propio peso y no como obstáculos a la interrupción voluntaria del embarazo. La aprobación de una ley -todavía- está lejos, aunque nunca haya que bajar los brazos. Por eso, el paro del 8 de marzo vuelve a ser una oportunidad para mostrar la potencia del movimiento feminista y el aborto legal por causales (que ya existe) tiene que contarse boca a boca par que el silencio no tape los derechos en un silencio que no es salud.  

En la Argentina el aborto es legal. Pero es legal sottovoce. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el 2012 emitió el fallo F.A.L. en una decisión política impulsada por la primera mujer designada en el máximo tribunal, Carmen Argibay, que arribó al cargo mostrando su postura a favor de la despenalización del aborto.