Ante centenares de personas y en medio de la calzada de Hipólito Yrigoyen, a un costado de la Plaza de los Dos Congresos, la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, y el juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Raúl Zaffaroni, inauguraron el seminario de Criminología por la Liberación. Para Zaffaroni, el momento actual es “crítico” y para superarlo “hay que formarse” y “superar mezquindades”. Para Hebe, quien mencionó que el curso tratará sobre “la falta de Justicia”, sostuvo que ni ella ni las otras madres quieren que el gobierno nacional “se vaya con violencia” ya que “los muertos siempre los pone el pueblo”. “No quiero más mapuches muertos, no quiero más pibes muertos en las comisarías o en los barrios. Yo también soy una piba chorra”, concluyó y el público aplaudió con fuerza. 

La oferta de formación popular funcionará todo el año. Comienza hoy con la conferencia de Zaffaroni, que deberá repetir mañana por exceso de inscriptos. A fines de marzo y principios de abril, Emir Sader también deberá repetir su exposición. Según los registros de la Asociación hubo más de 1200 inscriptos. Bonafini y Zaffaroni junto al fiscal Alejandro Alagia hablaron desde un escenario ubicado en el medio de la calle Yrigoyen frente a la puerta de la Casa de las Madres donde se ofrecerá el seminario. El curso, según las palabras de Alagia, “va a plantear los problemas de la calle, queremos que la calle fije la agenda de los académicos” que darán las conferencias. 

Bonafini comenzó recordando “casi todas las cosas” que las Madres de Plaza de Mayo hicieron “por la falta de Justicia, que es de lo que se va a hablar en el seminario”. Enumeró las rondas en la Plaza durante la dictadura, las estrategias para obtener hábeas corpus que presentar ante los organismos internacionales de derechos humanos, la reacción de las absoluciones durante el juicio a las juntas, las protestas frente al Congreso, el enfrentamiento con el ex presidente Carlos Menem, los juicios populares en la plaza, las tomas pacíficas, las llamadas telefónicas a las casas de los represores en tiempos de la impunidad. “Todo lo hicimos por la falta de trabajo de los jueces”, insistió la presidenta de Madres, a las que definió como “locas pero de una locura muy enfocada en el amor, la libertad, la independencia y la reivindicación a nuestros hijos”. “Esta sociedad todavía les debe esa reivindicación a hombres y mujeres que entregaron lo mejor que tenían, su juventud. Por suerte la semilla de ellos brotó y hay tantos jóvenes acá. Estoy orgullosa de que ustedes sean nuestros hijos ahora.” 

Por último, aseguró que “la lucha sigue” y que las Madres no quieren que el gobierno de Mauricio Macri “se vaya” con violencia porque “los muertos siempre los pone el pueblo”. “No quiero más mapuches muertos, no quiero más pibes muertos en las comisarías ni en los barrios, hay que luchar por todos. Yo también soy una piba chorra”, dijo.

Zaffaroni recogió el guante con viveza: “Me alegro de estar hablando al lado de una piba chorra”, sostuvo. Sólo hizo una única referencia al contexto económico, político y social que vive el país desde la llegada de Cambiemos al gobierno para luego sostener que “es hora de empezar a pensar en el futuro sin ánimos de dejar el pasado atrás”. No pareció conforme y reformuló su dicho: “Mirar el presente, tener en cuenta la experiencia del pasado y, hasta donde podamos, proyectar las posibilidades tácticas del futuro para poder superar lo que estamos viviendo”. Luego, aconsejó que es preciso “cerrar filas, bajar mezquindades y ambiciones personales”. “Estamos en un momento crítico y debemos formarnos”, remarcó. 

El magistrado resumió la temática que recorrerá el seminario, pensado entre la Asociación Madres de Plaza de Mayo y la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología -que él preside– en una discusión sobre qué es un crimen y las políticas de seguridad y punitivas que se erigen a su alrededor. “Qué es un crimen y qué no lo es lo decide el poder”, planteó a modo de adelanto de su conferencia de hoy y mañana. “La necesidad de seguridad y de castigo ha sido el pretexto para meternos preso a nosotros. Todos estos problemas que hacen a la seguridad del otro lado limitan nuestra libertad y fueron pensados así que no podemos charlar en una mesa de café sobre cómo superarlos. Cómo hacer para que no sea el pretexto para el ejercicio de poder de la clase hegemónica”, dijo.