(ADVERTENCIA: Esta columna incluye SPOILERS de “The lost and the plunderers”, nuevo episodio de The Walking Dead)

Mientras los productores y ejecutivos de la cadena AMC observan con algo de preocupación las planillas de rating —“Honor”, el episodio que abrió la segunda parte de la octava temporada, llegó a 9 millones de espectadores; cifra nada desdeñable, pero bastante lejana de los 18 millones que tuvo en sus épocas de gloria-, The Walking Dead metió algunos cambios de ritmo en “The lost and the plunderers”, el capítulo que se vio el domingo por la noche en la señal premium y este lunes por la noche debutará en el paquete básico de Fox. No es que hayan desaparecido las por momentos pesadas reflexiones filosóficas sobre cuáles serán los caminos que queden al final de la “guerra total” entre los Salvadores, Alexandria, Hilltop, Oceanside y los Scavengers, pero al menos pudo verse cierta intención de impulsar un poco varias historias a la vez.

Así, el capítulo dirigido por David Boyd y escrito por Angela Kang y Channing Powell ensayó otra forma narrativa, separando a los personajes en varios segmentos divididos por una placa negra con su nombre. Algunos funcionaron mejor que otros, se lo extrañó a Daryl, pero hubo momentos jugosos. Nada casualmente, los más efectivos pertenecieron a Negan, lo que profundiza una grieta ya visible entre los espectadores de TWD: ¿se puede considerar como el archivillano a vencer a un personaje que, desde su aparición, está mostrando mejor madera que el supuesto héroe? En sus primeras apariciones el hombre del bate mostró su costado más sádico y liquidó a dos personajes tan queridos como Glenn y Abraham, para granjearse rápidamente el odio de la audiencia. Pero desde entonces, más de una vez ha quedado patente tener más clara su función de líder que Rick. Un personaje que, al modo de Jon Snow en Game of Thrones, a veces muestra tal torpeza que da ganas de gritarle a la pantalla.

Las discusiones entre Negan y Gavin, entonces, dejaron más sustancia que la incursión de Enid y Aaron a Oceanside o la triste despedida de Rick y Michonne en Alexandria y la revelación de las cartas escritas por Carl. “Matar a todos para resolver el problema es fácil; lo que hacemos nosotros, salvar a la gente, es la manera difícil”, dice Negan, y claro que pueden discutirse sus métodos pero hay una convicción en ese título y la función de “Saviors” que a veces le falta a su contraparte a la hora de pensar las acciones en el mundo postapocalíptico. De hecho, el cierre del episodio fue plenamente para lucimiento de Negan, que en su diálogo vía walkie talkie con el sheriff se mostró genuinamente dolido por la muerte de Carl y cantó un par de dolorosas verdades. Mal que le pese a quien tiene presente la tremenda escena de Glenn y Abraham, hoy por hoy Negan genera una incómoda empatía.

Los otros segmentos destacables tuvieron que ver con la tribu que vivía en el basurero. Y el verbo en tiempo pasado lo dice todo: contradiciendo las órdenes de Negan –lo que, seguro, tendrá sus consecuencias-, Gavin mandó al otro bando a todos los Scavengers, y solo quedó en pie Jadis para un par de escenas sorprendentemente conmovedoras, un vistazo a su inesperado rasgo artístico... y otro momento para la galería más gore de TWD con una montaña de walkers cayendo en la trituradora. Todos los caminos están abiertos. Será cuestión de que algunos dejen de recorrerlos a los tumbos.