Omitir para ir al contenido principal

Maia Debowicz

Dibujante, periodista y crítica de cine. Escribe e ilustra en SOY.

Las obligaciones de una hija

Conocida por guionar películas de mujeres aguerridas como Ida, Colette, Ella dijo o Desobediencia, la inglesa Rebecca Lenkiewicz debuta como directora de cine con un drama ominoso sobre la enfermiza relación entre una madre en silla de ruedas y su joven hija en pleno despertar sexual. 

Por Maia Debowicz
Paula y Lucía tuvieron hijas al mismo tiempo, el mismo mes, las criaron prácticamente juntas. 

“El humor es el puente para llegar a la profundidad de las cosas”

Se conocieron actuando y desde entonces no paran de producir obras que van de menos a más. Ahora presentan Mona, su último material, e indagan sobre el recorrido de su carrera como dupla desde los inicios. Hablan de trabajar con los recursos que hay, del teatro autogestivo, del humor como herramienta ineludible para poner en escena el drama y de ser dos en espejo: una pareja de escenario y de vida. 

Por Maia Debowicz

El largo adiós

Editado por Rosa Iceberg, Días de estreno reúne ocho cuentos de la escritora y actriz Manuela Martinez. En su segundo libro, se convierte en una sommelier de despedidas.

Por Maia Debowicz
Alejandro Paker por Sebastián Freire

“Las mujeres me esperan a la salida del teatro porque soy un gran mentiroso”

Alejandro Paker desinfló sus músculos para ser el maestro de ceremonias en Cabaret; se afeitó las cejas para jaquear la idea de normalidad en El hombre elefante; hizo de sus genitales una herramienta lúdica en Marionetas del pene; saltó del teatro al cine y del cine a la televisión logrando construir un personaje de villano en un reality de canto de Marcelo Tinelli. Ahora vuelve al teatro con Mamma Mía para poner a la rareza en el centro de la pista.

Por Maia Debowicz

Lía Crucet, la reina

Con un escote desbordante y la exuberancia de alguien que hizo del contoneo más básico una marca registrada, Lía Crucet se convirtió hace tiempo ya en un emblema de la cumbia. Canta desde fines de los 80 por la liberación femenina, siempre se negó a enfrentar a sus compañeras por un punto de rating y es una cara y un nombre reconocible por si mismo, sin apodos, ni maridos, ni escándalos: un icono de lo queer mucho antes de Ru Paul, con la voz rasposa y sensual, el ombligo siempre al aire y esa impronta de misterio que toda diva tiene para convertirse en mito. 

Por Maia Debowicz