CIENCIA › ENTREVISTA A ALBERTO LAMAGNA, ESPECIALISTA EN FíSICA DE LA CNEA Y QUE SE DEFINE COMO TECNóLOGO

“Dominar tecnología permite avanzar”

Alberto Lamagna, doctor en Física de la CNEA, explica que se han derribado prejuicios acerca de los límites locales. El destacado lugar que ocupa Argentina entre los países nucleares. Cómo mejorar el diálogo entre científicos y empresarios.

 Por Ignacio Jawtuschenko

Alberto Lamagna es gerente de Investigación y Desarrollo de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), un área dedicada a “investigaciones de punta” en áreas de conocimiento sensibles que “no están escritos ni nadie nos regala”. Se define como tecnólogo y sostiene que el conocimiento científico es el camino para llegar a aplicaciones, dispositivos, artefactos y soluciones concretas. “El dominio de una tecnología compleja como la nuclear le permitió al país avanzar en otros sectores de alta tecnología como el espacial”, dice en diálogo con Página/12 este doctor en Física que fue pionero en el desarrollo de paneles solares para satélites, narices electrónicas, y que ahora está al frente del proyecto de enriquecimiento de uranio con láser.

–En estos años de relanzamiento de la actividad nuclear, ¿cuánto ha habido de innovación y de- sarollo nacional?

–Muchos desarrollos han sido hechos totalmente por nosotros. Desarrollamos un sector de robótica que apunta a brindar servicios a centrales nucleares como el reactor modular argentino Carem, y desarrollamos el primer entorno de realidad virtual inmersiva para entrenamiento en ambiente 3D de técnicos que trabajaran en zonas complejas del reactor. Para Atucha II realizamos estudios sobre probetas de materiales por rayos X, microscopia y ensayos mecánicos. Realizamos investigaciones básicas de la tecnología nuclear y también desarrollamos aplicaciones no nucleares, para el sector espacial. Trabajamos en combustibles, y en reactores nucleares de cuarta generación. Pero quedan asignaturas pendientes, porque los procesos en ciencia y técnica son lentos, en particular, los que involucran recursos humanos. Se necesita que aún más científicos investiguen temas de interés nacional como el nuclear y el espacial.

–¿Por qué?

–Porque la tecnología puede ser un instrumento de transformación económica de la sociedad si es que se dedican a temas de agenda nacional en lugar de hacer la ciencia, llamada a veces de excelencia, sólo por el hecho de que sigue la agenda de los países más poderosos.

–No obstante, algunos científicos tienen prejuicios respecto de “hacer” tecnología...

–Sí, el mayor desafío al desarrollar tecnología tiene que ver con sacarse los prejuicios de la aproximación ordenada, como suele hacerse ciencia en la academia, porque en tecnología lo más importante es avanzar en paralelo llegando rápidamente a un primer prototipo a escala de laboratorio, que después por supuesto se va mejorando con conocimiento básico.

–La velocidad de los procesos es otro tema controversial, a los investigadores no les gusta que los apuren...

–La tecnología debe considerarse como un material perecedero, dado que no tenemos tiempo infinito para ponerla en el mercado de manera competitiva. La variable tiempo en el desarrollo de nuevas tecnologías es fundamental; si no se llega rápido, no sólo se habrá perdido tiempo sino también los recursos que fueron invertidos.

–En la actividad tecnológica hay etapas de desarrollo. ¿Qué camino debe recorrer una tecnología desde el laboratorio hasta su puesta en funcionamiento en la sociedad?

–Cuando se habla de desarrollar tecnología no todos hablan de lo mismo. En agencias como la NASA, para reducir la incertidumbre, y llegar a desarrollar por ejemplo un sistema espacial, miden los niveles o grados de madurez tecnológica. El mismo sistema se usa en universidades de EE.UU, en la Comisión de Energía Atómica de Francia y en la Unión Europea en los proyectos del Programa Horizon 2020 con el objetivo central de mejorar la transferencia de tecnología desde el laboratorio al mercado, hacia las pymes en general. Para saber desde qué grado de madurez se parte al inicio, y a qué nivel se quiere llegar en cada uno de los proyectos, minimizando riesgos de la inversión...

–... y evitar malentendidos entre científicos y el requirente de la tecnología.

–Sí, hay distintos “grados” en la tecnología que va desde el concepto básico hasta el producto puesto en el mercado. Estos niveles van del número uno al nueve, desde la observación de los principios básicos, hasta cuando el sistema final es probado en entorno operacional. En el medio hay otros siete escalones que van del concepto tecnológico a la prueba experimental de concepto, la tecnología validada en laboratorio, tecnología validada en entorno relevante, tecnología demostrada en entorno relevante, demostración de prototipo, y sistema completo y cualificado que es el nivel ocho. Por ejemplo, el error más común entre los científicos y las empresas que buscan hacer innovaciones ocurre porque los primeros apuntan a de- sarrollar una tecnología de nivel 3 (prueba de concepto experimental), mientras que las empresas esperan del grupo de I+D que le entreguen algo de nivel 6 o 7 (demostración de prototipo en entorno operacional), para hacer ingeniería de producto. Además, está el problema real de que para saltar esta brecha se necesitan inversiones crecientes.

–¿Se emplea el método científico para el desarrollo de tecnologías?

–Claro que sí, se utiliza el método científico. La diferencia está en que el tecnólogo no espera a tener todo absolutamente claro para de- sarrollar prototipos o procesos innovadores. El conjunto de conocimientos que definen una cierta tecnología está integrado también por conocimientos empíricos como los que resultan de observaciones y ensayos. Creo que el verdadero desa- fío es que en los grandes proyectos trabajen juntos ingenieros, tecnólogos y científicos básicos.

–Existe una tradición de pensamiento tecnológico latinoamericano. ¿Se siente identificado con los postulados de Jorge Sabato?

–Sin dudas, en los años ’70 Jorge Sabato introdujo el concepto de “fábricas de tecnología” unidades destinadas específicamente a la producción de productos innovadores. La ciencia tiene que pensar en la industria. Quizás en las carreras de ciencias se podría dictar una materia de Introducción al Desarrollo Tecnológico, donde se enseñen los postulados de Sabato y se compartan experiencias de los tecnólogos que participaron en grandes proyectos de Cnea, Conae, Invap, Arsat, Y-Tec y otras.

–A su entender por qué la tecnología es fundamental para el desarrollo del país?

–Expresiones tales como “dependencia tecnológica”, “autonomía tecnológica”, hablan de la existencia de naciones que poseen tecnología y de naciones que no la tienen, y que por lo tanto dependen de las otras para el abastecimiento de elementos tan importantes. La Argentina está entre los 11 países que manejan el ciclo de combustible nuclear y entre los 9 países que tienen capacidad de fabricar satélites de comunicaciones. De este club selecto jamás deberíamos bajarnos. Es muy buen negocio para el país exportar alta tecnología, por ejemplo a países de la región.

–Usted dirá que puede haber más vinculación entre los científicos y los sectores productivos...

–El gran desafío es tender puentes para cruzar el llamado valle de la muerte que separa al laboratorio del mercado, y donde van a parar la mayoría de las ideas nuevas que no se concretan. El conocimiento científico y tecnológico es el insumo más importante para la competitividad de la pymes. Sería muy útil que el MinCyt adopte alguna “regla” para medir proyectos que se financian con líneas como las Fonarsec, Pid, donde el adoptante es una empresa. Esto ahorraría tiempo y ordenaría el dialogo entre empresarios y científicos.

–Y en concreto, ¿los desarrollos de la CNEA ya han sustituido importaciones?

–Ya hemos sustituido importaciones en paneles fotovoltaicos para satélites, antenas de satélites, sistemas de sensores y microactuadores a pedido para usos nucleares y telecomunicaciones, servicios robotizados y sistemas de entrenamiento por inmersión 3D para centrales nucleares. En el muy corto plazo tendremos capacidad de fabricación nacional de aceleradores de iones y estamos trabajando muy fuerte para sustituir importaciones en el ciclo de combustible nuclear.

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Alberto Lamagna es gerente de Investigación y Desarrollo de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
Imagen: Arnaldo Pampillón
 
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