CIENCIA › PROTUBERANCIAS, MANCHAS Y OTRAS COSAS

El imperio del sol

El estudio del sol es casi atávico: ninguna de las civilizaciones de la Antigüedad dejó pasar por alto el comportamiento de esa enorme masa brillante que parecía regir todos los asuntos terrenales. Hoy se sabe que su gobierno no es tan amplio y que se lo puede estudiar a mansalva.

 Por Leonardo Moledo

El sol, con el correr del tiempo y la tecnología, fue perdiendo el status que había alcanzado en la Antigüedad: de ostentar el sublime título de dios en las principales mitologías (la griega y la babilónica, por ejemplo) pasó a convertirse, en la actualidad, en una simple masa conformada por helio e hidrógeno en constante fusión y a temperaturas inalcanzablemente altas. Pero, aunque ya no se pasee en carrozas perfectas, como el implacable Helios de los griegos, esa bola de fuego, plagada de imperfecciones visibles a través de telescopios, sigue manteniendo su imperio. Marta Rovira es doctora en Física por la Universidad de Buenos Aires e investigadora principal del Conicet y trabaja en el IAFE, Instituto de Astronomía y Física del Espacio .

–Bueno, puse “El imperio del sol” como título porque usted estudia el sol, ¿no es así?

–Efectivamente, estudio el sol, sus distintos eventos y fenómenos.

–¿Qué, exactamente?

–Lo que se llama prominencias o protuberancias solares, que son como bandas oscuras sobre la superficie del sol, que sobresalen... es un material más frío y más denso que la corona que las rodea.

–¿Y qué son concretamente?

–Material del sol, evidentemente sostenido por campos magnéticos. Si no, este material, al ser más frío y más denso que el resto, debería caer a la superficie. El sol es prácticamente todo hidrógeno y un pequeño porcentaje de helio a temperaturas tan altas que no permiten que haya otra cosa que gas. Fíjese que en el interior, que es donde se dan las reacciones nucleares que generan toda la energía, la temperatura es de 17 millones de grados, después hay una región que está a unos 6 mil grados y luego la temperatura vuelve a aumentar hasta la corona, que está a un millón de grados.

–La corona vendría a ser la atmósfera del sol.

–Claro, también se puede ver desde tierra la corona, pero el problema es que es tan tenue y tan poco brillante que el disco del sol la opaca y la esconde. Para poder ver la corona tenemos que tapar el disco del sol.

–Provocar un eclipse artificial.

–Y sí. La naturaleza hizo las cosas tan bien que la luna tiene justo el tamaño del disco del sol, de manera que lo oculta justo para que aparezca la corona impresionante. Pero hay un instrumento que imita el eclipse, que son los coronógrafos.

–Volvamos a las protuberancias.

–Me parece bien. Nosotros tratamos de ver las características físicas, por ejemplo, de las protuberancias: qué temperatura y qué densidad tienen, cómo son mantenidas.

–¿Se sabe eso?

–Hay modelos y teorías, que se aproximan a las observaciones, pero ninguno es exacto.

–¿Esas protuberancias aparecen y desaparecen?

–Depende. Hay algunas que tienen vidas aproximadamente largas y otras que se llaman activas, porque, por algún fenómeno que produce inestabilidad, el material se eyecta al espacio interplanetario.

–¿Y cómo salen?

–Como gas.

–¿Y por qué piensa usted que sale una protuberancia del sol?

–Evidentemente, algo hace que el campo magnético se perturbe y no pueda sostener más la protuberancia. Algunas veces conforma un fenómeno llamado “eyección coronal de masa”, que consiste en grandes expulsiones de masa al espacio interplanetario. Algunas veces se ha asociado ese evento a fulguraciones, otras a protuberancias, otras se ve que no están asociado con ninguno de los dos fenómenos y cuando llega a la Tierra produce perturbaciones como en el ’89, el famoso caso en que se quemaron unos generadores de energía. Pero no es lo más común que haya eventos tan energéticos como para producir daños muy grandes. En cambio, sí producen constantemente corrosión, por ejemplo en las cañerías de gas o de petróleo, ya que generan una diferencia de corriente.

–O sea que hay corrosión de las cañerías como consecuencia...

–De la actividad en el sol.

–Y de la materia que emite... es bastante increíble.

–Así es, tanto del viento solar como de las eyecciones de masa.

–¿Pierde mucha materia el sol?

–Sí, pero no se preocupe. No es significativa comparada con la masa total. No lo afecta para nada, ni va a desaparecer, ni se va a ir achicando. Como las fulguraciones que también son eventos... en los diarios aparecen como explosiones y puede tener consecuencias en la Tierra porque emiten mucha radiación.

–¿Qué es exactamente una fulguración?

–Una liberación muy importante de energía. Son emisiones de radiación y de partículas que se producen en una región relativamente chica del disco solar y que pueden durar desde un minuto hasta una hora. La energía que emite continuamente el sol es un kilowatt y medio por metro cuadrado, pero cuando se produce una fulguración emite esa energía en una región relativamente pequeña de la superficie y en un tiempo del orden del minuto.

–De nuevo a las protuberancias... ¿Por qué están más frías que el resto?

–Una de las teorías es que como los campos magnéticos son muy intensos inhiben el transporte de energía que viene del interior del sol. Los campos magnéticos son muy importantes en el sol.

–¿Es verdad que un fotón de luz tarda un millón de años en salir desde el centro del sol hasta la superficie?

–Sí. Muchos millones de años, porque va siendo absorbido y emitido y absorbido y emitido.

–¿Y las manchas solares qué son?

–Son regiones más frías y con campos magnéticos muy intensos. De dos, tres mil grados.

–No se sabe de dónde vienen los campos magnéticos, como no se sabe el terrestre...

–Hay teorías, como en todo, de que el campo magnético se origina debido a la rotación y a una zona convectiva.

–Eso lo dejamos para la próxima.

–Me parece bien.

Informe: Nicolás Olszevicki.

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Marta Rovira, investigadora principal del Conicet.
 
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