CIENCIA

Hoy la ciencia está esquiando en Bariloche

Mientras usted lee esto, en Bariloche se desarrolla –una iniciativa de la SECYT– el primer curso de Periodismo Científico del Mercosur, que hará crecer las notas como ésta que usted leerá.

 Por Leonardo Moledo

La divulgación es la continuación de la ciencia por otros medios; y así los objetos científicos, teorías, hipótesis y sus derivados tecnológicos que brotan del sistema científico difuminado en la sociedad deben volver a ella. El primer curso de Periodismo Científico del Mercosur (que extiende y amplía el del año pasado en el Observatorio Astronómico el Leoncito) es un paso en el camino de desparramar la ciencia y la tecnología por diarios, televisores, radios y medios de difusión del continente en general, de tal manera que el conocimiento vuelva a su legítima fuente: la comunidad que le da vida y de la cual partió en forma de ideas difusas, inquietudes, demandas, convicciones sin mucho sustento y hasta prejuicios.

Un curso teórico-práctico que pretende dar herramientas conceptuales para el abordaje científico, para atrapar y distribuir a ese gigante que camina a los tumbos sin saber muy bien a dónde va o para qué y que funciona por el socorrido sistema de la prueba y el error en su intento de perforar la cáscara de lo superficial y horadar las paredes de la caverna para acceder al funcionamiento del cosmos.

Así como el año pasado le tocó a San Juan, esta vez el escenario es Bariloche, donde 45 alumnos de diversas latitudes y longitudes tomaron por asalto (literalmente) las aulas del Instituto Balseiro, de larga y gloriosa memoria y leyenda, y perdone el lector si abundan las siglas, y donde se desarrolla el curso organizado por la Secyt y su Programa Nacional de Comunicación Social de la Ciencia, que coordina Ignacio Jawtuschenko, y las autoridades de la Comisión de Energía Atómica, el apoyo de la Conae, el auspicio de Radio Nacional (participa Diana Costanzo, que sostiene el único programa sobre ciencia en la radio), y donde los docentes emergen de la primera línea del periodismo científico nacional, como Daniel Arias, Susana Gallardo, Carlos Ureta, Ana María Vara, Diego Hurtado, Nora Bär (y quien firma esta nota; queda mal decirlo, pero si me autocensurara terminaría sintiéndome horriblemente mal en una ocasión que es por muchas razones jubilosa, pero noten que lo puse entre paréntesis), que se encargan de dar talleres, además, complementados por conferencias y visitas a las instalaciones del Instituto Balseiro.

Esta vez no serán las maravillas de Bariloche las protagonistas (aunque prestarán un magnífico marco), sino los misterios escondidos bajo la tierra de lo cotidiano, en el fondo de los cerebros que formarán un núcleo crítico que observará, y con razón, un mundo más rico que aprenderán a transmitir a nuevos espectadores y que se reproducirá en nuevas generaciones de periodistas que se especialicen en estos menesteres de enfrentarse al universo y vencerlo tratando, sin violencia y por persuasión, de hacerlo confesar.

Para ayudar a esa tarea estos militantes de la razón cuentan con la cómplice colaboración de investigadores de primera, como Alberto Lamagna, Raúl Colomb, Raúl Barrrachina, Carlos Reig, Alberto Manzini, Pablo Fainstein y otros que agotan listas de excelencia.

El curso no es un hecho aislado, sino que es parte de las políticas implementadas por la Secyt, que tiene esta vez la originalidad de agregar al clásico triángulo de Sabato un vértice: la difusión y expansión de la ciencia entre la población.

Y así, cursos relámpago en ciudades de todo el país que anhelan seducir a nuevos comunicadores de la ciencia y un Premio Nacional al Periodismo Científico impensable hasta hace pocos años y que se entregará en octubre son parte de este plan que, si bien está recorriendo sus tres primeros minutos, ya sabemos que si las leyes de la naturaleza y la sociedad funcionan como deben, darán orígenes a estrellas, galaxias, supernovas de entusiasmo, radiación de fondo, desarrollo cultural y económico e inclusión social.

Porque la ciencia (dicen) es siempre una buena noticia. No necesariamente creo que esto sea cierto, pero si no es una buena noticia, hay que transformarla, mediante la inteligencia y la razón, en tal.


SUSANA GALLARDO *

“Lo que propuse y desarrollé para el curso es el porqué de la divulgación científica y cómo. Todo ello en función de la reformulación que hace el periodista a partir de un discurso científico especializado, para redactar luego un texto que sea comprensible al público. Ello implica, primero, una serie de procedimientos mediante los cuales el periodista debe tratar de vincular la temática con los intereses cercanos de la gente. Pero además hay una tarea con el lenguaje, que se relaciona con la sintaxis y con el léxico. Es que el discurso científico tiene una sintaxis especial y el periodista tiene que saber concretizar ese lenguaje abstracto.

Estamos en un momento positivo. Hoy varios medios tienen secciones diarias sobre estas temáticas. Y también hay mucho trabajo desde las instituciones, desde la misma Secyt o desde universidades, tanto en Capital como en el interior, que colaboran con el desarrollo de información para periodistas.”

* Seminario “Divulgar la ciencia ¿Para qué? ¿Cómo?”.


CARLOS URETA *

1. El taller de televisión se montó sobre la propuesta de un noticiero científico semanal. Consiste en producir sus segmentos, con secciones de reportajes e informes adecuados al asunto. Empezamos con un planteo global de lo que se entiende por la producción de un contenido científico y audiovisual en televisión. Luego armamos grupos de producción. Y la idea es aprovechar la variedad temática y científica que brinda el Centro Atómico de Bariloche para realizar un programa piloto.

2. Veo una convergencia donde los medios, por diversas razones, están requiriendo contenidos especializados que antiguamente no se divulgaban, salvo cuando eran noticias. En tal sentido, hay una aparición de demanda de los canales temáticos y una redefinición de canales públicos que están marcando un territorio de producción de contenidos que antes no existía. En gran parte se debe a que hoy el periodismo científico trata una temática que tiene un interés muy marcado en la sociedad, no sólo por sus contenidos, sino por su necesidad de innovación en aplicaciones tecnológicas.

3. Desarrollar un programa que pueda transmitirse por la señal regional Telesur, tal como establece el proyecto del curso.

* Taller de producción televisiva.


DANIEL ARIAS *

La idea es enseñar redacción de periodismo científico, que es algo distinto a la redacción periodística propiamente dicha. Tiene otros procedimientos y un tratamiento totalmente distinto de las fuentes. Porque, después de acopiada la información, el profesional en esta área debe decidir qué hacer con las contradicciones entre las fuentes, ya que encuentra científicos que se odian y se anulan entre sí. Y luego viene la redacción, que es un proceso de reconstrucción del lenguaje científico, un lenguaje artificial, muy regido por protocolos y no funcional a la transmisión de información. El propósito es enseñar al periodista a hacer que dichas fuentes hablen de un modo más entendible, a convertir el discurso científico en un lenguaje más “de la calle”.

Creo que con acciones como éstas se pueden ir formando reemplazos. Se necesita sangre joven en el campo del periodismo científico, sobre todo pibes con muy buenos conocimientos. Para esta profesión a uno le tiene que gustar la ciencia y saber bastante de sus temáticas. De lo contrario, los científicos te van a engañar mañana, tarde y noche, ya sea por sus internas gremiales, por su falta de presupuesto o lo que sea. Y los periodistas tienen que estar equipados con los filtros necesarios para tamizar la información que dan los científicos. Es decir, para tratar de ver la verdad y no repetir simplemente lo que dicen las fuentes.

* Taller de producción gráfica.

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Alumnos y docentes del curso de periodismo científico.
 
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